Los pecados de un hombre de acción
Enviado por jesitica • 14 de Junio de 2014 • Informe • 379 Palabras (2 Páginas) • 570 Visitas
Los pecados de un hombre de acción (Por San Alberto Hurtado, S.I.)
Para un examen de conciencia
Creerse indispensable a Dios. No orar bastante. Perder el contacto con Dios.
Andar demasiado deprisa. Querer ir más rápido que Dios.
Pactar, aunque sea ligeramente, con el mal para tener éxito: hacer pequeñas trampas, exagerar o mentir, no jugar limpio, apartarse en la práctica de sus principios.
No darse del todo. Reservarse para no cansarse, para no arriesgar por miedo a fracasar, para no quedar mal.
Preferir lo que hago yo a lo que quiere la Iglesia.
Estimarse en más que la obra que hay que realizar, o buscarse a sí mismo en la acción. Trabajar para sí mismo. Buscar su propia gloria.
Enorgullecerse. Dejarse abatir por el fracaso, nublarse ante las dificultades.
Emprender demasiado. Ceder a sus impulsos naturales, a sus prisas inconsideradas u orgullosas. No controlarse.
Trabajar por hacer triunfar nuestras ideas o nuestros proyectos, y no por amor a Dios y a las personas.
Ser interesado, hacer del apostolado un negocio, aunque sea espiritual.
No esforzarse por tener una visión lo más amplia posible. No retroceder para poder ver el conjunto. No tener en cuenta el contexto de los problemas.
Trabajar sin método. Improvisar por principio. No prevenir. No acabar las cosas.
Racionalizar con exceso: criterios sociológicos, económicos, psicológicos, políticos… criterios mundanos.
Ser titubeante o pusilánime, ahogarse en los detalles.
Querer siempre tener razón. Mandarlo todo. Volverse maniático de cosas a las que da demasiada importancia.
No ser disciplinado. Evadirse de las tareas pequeñas.
Sacrificar a otro por mis planes. Ir perdiendo amigos y colaboradores por vivir para el trabajo, o por haberlos utilizado en alguna ocasión.
No respetar a los demás; no dejarles iniciativas; no darles responsabilidades.
Ser duro con los compañeros y con los superiores. Despreciar a los pequeños, a los humildes y a los menos dotados. No ser agradecido.
Ser sectario. No ser acogedor. No amar a sus enemigos.
Tomar a todo el que me lleva la contraria como si fuese mi enemigo. No aceptar los contratiempos. Ser demoledor en las críticas y los comentarios.
Estar habitualmente triste o de mal humor. Dejarse ahogar por las preocupaciones o por el dinero.
No dormir bastante, ni comer lo suficiente. No cuidar la salud.
Dejarse seducir por compensaciones sentimentales, pereza, ensueños. No cortar el trabajo con períodos de retiro y de calma.
Ir dejando que pasen así sus días, sus semanas, sus años…
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