Madura de las respuestas a las difíciles circunstancias en el servicio de Dios

Respuestas maduras a circunstancias difíciles en el ministerio

abril 21, 2012 Editorial Mundo Hispano, General

Por Charles R. Swindoll

El ministerio auténtico no es para medrosos ni para farsantes. No hay la promesa de una vida de holgura ni de fama, ni tampoco de los privilegios del mundo empresarial, donde las cuentas de gastos no tienen límite y el trato es muy considerado. La mayoría de los ministros del evangelio pasan treinta, cuarenta o cincuenta años en el ministerio, y lo que reciben al final, como reconocimiento de toda una vida de logros, es poco más que un agasajo con torta y refrescos.

A decir verdad, el ministerio del evangelio es una mezcla de sueños y realidades, de gozo y de sufrimientos, de comienzos nuevos y de transiciones dolorosas. Para algunos que sirven en muchas partes del mundo es un trabajo verdaderamente duro, que incluye persecuciones, cárceles, fuertes maltratos, torturas e incluso la muerte. Dios tiene una manera de despertarnos cada cierto tiempo a la realidad, en la peregrinación que hacemos hacia el logro de nuestros sueños. A partir de este momento, eso será cierto para nuestro principal personaje, Saulo, llamado ahora Pablo, y para su colega y amigo, Bernabé. El joven Juan Marcos también se les había unido en este primer viaje. Él también tenía sueños y esperanzas. Sin embargo, se amilanaría pronto por todas las presiones, dejando que Pablo y Bernabé siguieran su cruzada de evangelización sin él. Pablo emprendió su primer viaje misionero con un objetivo claro y pleno de convicción: proclamar la Palabra de Dios.

No se trataba de un crucero de placer en una temporada de vacaciones. Pablo puso su rostro firme como un pedernal y jamás miró hacia atrás. Su mensaje estaba lleno de gracia, pero él fue un modelo de determinación que era verdadera firmeza. Era su llamado; era su destino. Sin duda alguna, Pablo y Bernabé resolvieron ante el Señor: «Esto es lo que queremos hacer. Queremos ir donde tú nos has llamado a ir… queremos hacer el trabajo que tú nos has llamado a hacer». Ellos ignoraban por completo los detalles de su futuro. Esto siempre es así. Los siervos de Dios nunca saben lo que les espera. (Si lo supiéramos, probablemente jamás iríamos). Sin embargo, Pablo tuvo abundancia de compromiso, vitalidad, resistencia y firmeza.

Uno de los aspectos apesadumbrados del ministerio es el enorme gasto de energías que hay que hacer por períodos prolongados. Una vez que Pablo y Bernabé llegaron a Chipre, no encendieron simplemente un fuego a la orilla de la playa y se pusieron a esperar que se supiera que habían llegado. La narración histórica dice que atravesaron «toda la isla», proclamando el evangelio y enseñando la Palabra de Dios. El largo y arduo viaje los llevó finalmente hasta Listra (14:8). Los hombres, sin duda, tenían la esperanza de encontrar allí un poco de descanso y alivio, después de haber sido perseguidos

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