María Magdalena
Enviado por fabioaltamirano • 6 de Septiembre de 2013 • 6.428 Palabras (26 Páginas) • 261 Visitas
María de Magdala
Dr. M. Fabio Altamirano F.
En la segunda audiencia general del pontificado de S.S. Francisco hace una mención especial en el tema de la Resurrección y la mujer[1]:
“Pero ¿cómo nos ha sido transmitida la verdad de fe de la resurrección de Cristo? En el Nuevo Testamento hay dos tipos de testimonios: algunos tienen forma de profesión de fe, es decir de fórmulas sintéticas que señalan el centro de la fe; otros, en cambio, tienen forma de relato del acontecimiento de la Resurrección y de los hechos con él relacionados.
La primera –la forma de la profesión de fe– (…..) Pero hoy quisiera tratar del segundo tipo de testimonio, es decir de los que hallamos en los Evangelios en forma de relato. Ante todo, notamos que los primeros testigos de ese acontecimiento fueron las mujeres.
Al salir el sol van al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús, y encuentran el primer signo: la tumba vacía (cf. Mc 16, 1). Le sigue su encuentro con un mensajero de Dios, que anuncia: «Jesús el Nazareno, el Crucificado, no está aquí. Ha resucitado» (cf. vv. 5-6). Las mujeres se mueven impulsadas por el amor, y saben acoger este anuncio con fe: creen, y enseguida lo transmiten; no lo guardan para sí, sino que lo transmiten”.
Reconoce también que:
“En las profesiones de fe del Nuevo Testamento, como testigos de la Resurrección se recuerda solo a hombres, a los Apóstoles, y no a las mujeres. Y ello porque, según la ley judía de aquella época, las mujeres y los niños no podían prestar un testimonio fiable, creíble…los evangelistas se limitan a narrar lo que pasó: fueron las mujeres los primeros testigos. Esto indica que Dios no elige según criterios humanos: los primeros testigos del nacimiento de Jesús son los pastores, gentes sencillas y humildes; los primeros testigos de la Resurrección son las mujeres. Y esto es bonito. Y esta es, en cierto sentido, la misión de las mujeres: ¡de las madres, de las mujeres! Dar testimonio a sus hijos, a sus nietecitos, de que Jesús está vivo, es Aquel que vive, ha resucitado. Madres y mujeres: ¡Adelante con este testimonio! A Dios le importa el corazón, que estemos abiertos a él, que seamos como los niños, que se fían”.
“…esto nos hace reflexionar también sobre el hecho de que las mujeres, en la Iglesia y en el camino de fe, han tenido y siguen teniendo hoy un papel especial a la hora de abrir las puertas al Señor, de seguirlo y de dar a conocer su Rostro, porque la mirada de fe necesita siempre la mirada sencilla y profunda del amor”.
Dentro de las mujeres a las que se le aparece Cristo Resucitado la que más sobresale es María Magdalena, a lo largo de los años su figura ha sido objeto de muchos mitos y elucubraciones, en espacial en los últimos años después de la novela de Dan Brown, publicada por primera vez por Random House en 2003, por otro lado es muy frecuente las múltiples confusiones sobre la figura de esta mujer, con frecuencia se pretende hacer síntesis en ella de muchas mujeres que están presente en el Evangelio, entre las más frecuentes la mujer que iban a apedrear por adúltera (Jn 8, 1-11), con la mujer que unge los pies de Jesús con perfume (Lc 7, 36-50) entre muchas otras. A pesar de que la presencia de María Magdalena en las Escrituras es breve se ha prendido extender su historia con varios relatos sobre la suerte que corrío después de la muerte de Jesús en algunas narraciones se le confunde con María Egipciana, leyenda basada en el poema la Vie de Sainte Marie l'Egyptienne[2], del Silgo XIII en que una prostituta de Alejandría arrepentida se torna en ermitaña y es llevada al cielo después de su penitencia. Otra versión muy común es la de que María Magdalena llega a las cosas de Francia: “Sin embargo, de acuerdo con la tradición francesa, María, Lázaro y algunos acompañantes fueron a Marsella y predicaron el Evangelio en toda la Provenza. Se dice que Magdalena se retiró a un cerro, ‘La Sainte Baume’, muy cerca de allí, en donde se entregó a una vida de penitencia durante treinta años”[3]. Es a partir de ésta que se desprenden varias leyendas sobre el personaje de La Madalena. Lo cierto es que todas estas versiones no son más que ficciones de una historia que solo termina en el mejor de los casos unos días después de la Resurrección de Cristo ya que los datos que se tienen en la Biblia son pocos, pero sin duda muy relevantes.
También es cierto que había muchas mujeres en torno a Jesús podemos mencionar la catorce que aparecen en la Sagrada Escrituralas catorce discípulas que aparecen en la Escritura: la Virgen (Mt1,18 /13:55/28,1), Lc 2,48, Hchs 1,14; Máriam la hermana de Yeshúa (Mc 6:3); Máriam de Mágdala (Lc 8,2), (Jn 20, 1-18); Máriam la esposa de Cleofás (Lc 24,18, Jn 19,25); Máriam la madre de Juan Marcos (Hch 12,12); Máriam y Marta de Betania (Lc 10, 38-42; Jn 11, 1-44/12, 1-8), la hermana de la Virgen (Jn 19,25); Salomé (Mc 15:40/16,1); Susana (Lc 8:2); Juana esposa de Cusa (Lc 8:2,2/24,10); la esposa de Zebedeo (Mt 20, 20-23/28,56); Tabita (Hch 9,36-43); y Rode (Hch 12,13-17)[4]. Pero sin duda La Magdalena jugó un papel fundamental tanto con el Jesús histórico como en la Historia de Salvación.
A La Magdalena la podemos situar con certeza en la etapa de predicación de Jesús, es decir entre los años 30 y 33 de nuestra era, al ser compañera de Jesús es indudable que compartió la vida itinerante del grupo de apóstoles[5], es decir que vivió en las zonas periféricas de las ciudades aunque, como sabemos también en Jerusalén durante la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El sobrenombre “de Magdala” o Magdalena, como se ha traducido hasta nuestros días hace pensar que nación en la población de Magdala (מגדלא) o Migdal Nunya, significa “torre de pescado” o también citada en griego como Tariquea que significa “pesca segura”, esta ciudad está situada en el margen oeste del mar de Galilea, era un pueblo pesquero y donde se salaba el pescado, actualmente se desarrolla en el sitio una excavación a cargo, entre otros, de la Universidad Anahuac de México Sur, en dicho lugar ha surgido una construcción cristiana del siglo I .
La primera aparición de María en los textos Bíblicos es en el Evangelio de Lucas donde dice: “Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos,
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