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Matrimonios Saludables En Una Sociedad En Crisis


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2012  •  2.518 Palabras (11 Páginas)  •  513 Visitas

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MATRIMONIO SALUDABLE EN UNA SOCIEDAD EN CRISIS

EN EL PRINCIPIO:

1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

2:18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

2:21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.

2:22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

2:23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.

2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

CARACTERÍSTICAS DEL HOMBRE Y LA MUJER

En un principio, convivir con tu pareja a veces resulta mucho más difícil de lo que parece; es necesario que el amor que existe entre ambos esté armado con una gran generosidad, que resista el paso del tiempo y aferrarse a ella; además, lo más importante, es hacer uso de la inteligencia para poder captar la psicología del cónyuge. Aristóteles tenía razón al afirmar que "el amor sigue al conocimiento", y todos los que estamos aquí lo tenemos más que confirmado, pues no se puede amar a nada ni a nadie que no se conozca.

Una misma situación, un mismo caso, pueden ser vistos de una manera diametralmente opuesta por un hombre y por una mujer. Sí, somos diferentes, no sólo físicamente sino que también las almas masculina y femenina son distintas por su manera de ver las cosas y de vivirlas. A continuación vamos a detallar algunas de estas características.

Características del Hombre

Hablaremos en este punto en una forma muy general, pues en el terreno psicológico nada está claramente definido, como lo está en lo físico. Aquí todo está lleno de matices, por lo tanto, no podemos etiquetar a todos los hombres con todas las características que aquí expondremos. Solamente podríamos decir que hay unas constantes psicológicas que estructuran el alma masculina.

El hombre: responsable del hogar. Vamos a analizar al hombre en primer lugar con respecto al papel providencial que le corresponde en el hogar, tratando de comprender principalmente la manera de cómo Dios le ha creado. Dentro del hogar la función esencial del hombre es el ser el jefe. San Pablo ha escrito palabras que no dejan lugar a dudas con respecto a esta función: “Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. Así como la iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo" (Ef 5,21-24).

Bien, no por esto las mujeres se vayan a sentir agredidas y los hombres inmediatamente vayan a codear a sus esposas diciéndoles "¿ves, cómo tengo yo razón?" Antes de que esto suceda, permítannos decirles la segunda parte. En primer lugar, ese someterse de las mujeres no está del todo mal, pues es someterse por amor y, en segundo lugar, esta sumisión también conlleva en sí grandes obligaciones por parte del esposo, puesto que San Pablo continúa diciendo: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef 5,25).

Aquí es donde viene lo bueno, con esto nos damos cuenta de que el hombre es jefe del hogar, es el responsable del mismo, no sólo económicamente, sino que se extiende también hasta el terreno espiritual. Dios le dio al hombre esa estructura interior para responder a las necesidades que imponían al esposo las cargas que estaba llamado a llevar, o sea, ser esposo y padre: él debe ser la providencia de los suyos, es decir, debe ante todo velar por su bienestar y asegurarles su subsistencia.

La fuerza, principal característica del hombre. Esto salta a la vista, para todos es sabido que el hombre posee una fuerza física claramente superior a la de la mujer; gracias a ella, la esposa se siente protegida ante la amenaza de algún peligro, una situación difícil, etc. De igual modo, el ser menos vulnerable que ella le provoca algunas veces que su humor sea más estable, y no tiene esos cambios súbitos que a una mujer le hacen pasar tan repentinamente de la alegría a la tristeza, de la calma a la impaciencia, etc. Aun cuando el hombre aparenta calma, esto no es igual a indiferencia, pues en ocasiones adopta inconscientemente un comportamiento violento debido tal vez a una vida física demasiado intensa, o puede ser producto de una exaltación repentina, en la cual toda esa energía que contiene el cuerpo masculino debe tener un escape, llegada la ocasión.

Esto explica también, en una parte, la necesidad de acción que sienten ciertos hombres, cuando multiplican las obligaciones exteriores, y no lo hacen, en la mayoría de los casos, como una mera necesidad de evasión. Lo importante sería que el hombre siempre tuviera presente que su fuerza le ha sido dada para amparar la debilidad de la mujer y no para aplastarla.

El mundo interior masculino. Podríamos empezar hablando de la misma inteligencia, pues es tan profundamente distinta en el uno y en la otra, que no debe causar asombro que choquen de vez en cuando.

A la mujer, por lo general intuitiva, directa y cordial, le cuesta trabajo entender el razonamiento frío, gradual y riguroso del hombre, ya que éste deduce, encadena, argumenta, mientras que la mujer ha podido ver diez veces la verdad en cuestión y hasta ha tenido tiempo de exasperarse ante la lentitud de un razonamiento cuyo verdadero valor no siempre percibe.

Él elimina un montón de detalles para llegar al nudo de una cuestión o problema, se fija simplemente en lo esencial y se preocupa más de la síntesis que del análisis. Se sitúa en el centro del problema y allí elabora, con arreglo a una lógica rigurosa, los juicios oportunos, por lo cual su tarea requiere de más laboriosidad; al contrario de la mujer, cuya rápida intuición, aunada a su sensibilidad, le permite quemar etapas.

Si la mujer es inteligente y sabe sacar provecho de los razonamientos de su esposo, con el tiempo podrá adquirir una óptica objetiva y dar a los detalles sus proporciones exactas, sin convertirlos en gigantes cuando en realidad son enanos. Al mismo tiempo, comprenderá que todo hombre, no sólo su marido, si no se ha corregido, es ciego para las "pequeñas cosas", y así dejará de preocuparse tanto cuando él no note su vestido nuevo, su corte de pelo o se olvide del día del aniversario,

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