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Enviado por   •  24 de Julio de 2013  •  4.027 Palabras (17 Páginas)  •  336 Visitas

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Compartir los panes y los peces aborda tres grandes temas. El primer capítulo presenta al cristianismo como una renovación y recreación de sentidos. Si bien lo sitúa históricamente y describe interpretaciones de la tradición cristiana, y la doctrina y la dogmática de la Iglesia Católica Romana, su abordaje es distante de la ortodoxia de las instituciones religiosas. Valorizando la creatividad y la responsabilidad humana, la autora intenta “salir de la alienación que nos es impuesta por las tradiciones culturales y por los fundamentalismos religiosos aliados a los políticos y económicos”.

En el segundo capítulo, Ivone Gebara revisita la teología y, al sacarla de los límites de la ortodoxia de la religión instituida, la perfila como una búsqueda de sentido dentro de la experiencia humana.

Este viaje histórico-antropológico culmina en el tercer capítulo con un lúcido análisis de una teología feminista plural, que busca caminos alternativos a la ancestral y discriminadora preeminencia de lo masculino en el cristianismo y en las demás religiones monoteístas.

Los destinatarios de este libro, nos dice la autora, no son “los fieles bien situados y conformes dentro de una tradición religiosa cristiana, sino aquellos que de forma no institucional buscan encontrar valores en las viejas tradiciones religiosas y humanistas para nutrir el sentido de su presente”.

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Jose maria vigil macroecumenismo

Este Capítulo 18 del Curso de TPR trata de un aspecto muy latinomericano, el amplio sentido de ecumenismo universal y de Pueblo de Dios sin fronteras que fue completando la Teología de la Liberación y que es lazo de unión entre ella y la más moderna Teología del Pluralismo Religioso.

El mismo texto de Vigil introduce el capítulo con esta nota;En un curso de «teología del pluralismo religioso» hecho desde América Latina no podría faltar una alusión al «macroecumenismo» latinoamericano, por ser éste la forma que la «teología del pluralismo religioso» latinoamericano tomó «avant la lettre», antes de que tal teología del pluralismo religioso se desarrollara en el mundo y en América Latina. Vamos a ver cómo fue este «macroecumenismo» y vamos a hacer una actualización y una proyección de futuro del mismo.

Y después resume lo que es macroecumenismo en este párrafo:

Después de muchos avatares históricos en los que los cristianos, en el ámbito de la civilización occidental, habían vinculado excesivamente la imagen de Dios a una cultura -confluencia de varias culturas hegemónicas: griega, latina, sajona-, la reflexión y el discernimiento cristiano de los últimos tiempos11 nos han devuelto una visión más clara del rostro macroecuménico de Dios. Dios no está ligado a ninguna raza, ni a ninguna cultura, ni a ningún sexo. No tiene dueño, ni apoderado, ni lugarteniente. No es blanco, ni occidental, ni masculino, como –penitentemente hay que reconocerlo- los cristianos lo hemos confesado y proclamado. Ni siquiera es un Dios cristiano como contradistinto a hindú, judío, musulmán… Ni siquiera tiene un nombre, porque es el «Dios de todos los nombres».

El «macroecumenismo» unido a «Abya Yala», como dice el manifiesto «Dios tiene un sueño» (1992), es una palabra nueva para expresar una realidad y una conciencia nuevas. Es un ecumenismo que tiene las mismas dimensiones universales del Pueblo de Dios, que son muchos Pueblos, muchas comunidades y muchas personas, todas aquellas que asumen ese sueño que es el proyecto de Dios; ninguna religión, ninguna iglesia, pueden arrogarse la exclusividad de ser ese Pueblo.

Mientras que al «ecumenismo» lo consideramos limitado al dialogo entre religiones cristianas; el «macroecumenismo», además de potenciar ese ecumenismo, se abre a la totalidad de las religiones, a la totalidad del pluralismo religioso, en el que está incluido el diálogo interreligioso y el diálogo de las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islamismo).

El «ecumenismo entre cristianos», se mueve en el ámbito del encuentro fraterno, del descubrimiento mutuo y del testimonio común. Se busca como dar testimonio ante los múltiples problemas y desafíos que se presentan en nuestra sociedad. En España habrá que esperar todavía mejores tiempos para que haya más avances. Frente a las corrientes del ecumenismo humanista que propugnan un diálogo a partir de las comunidades cristianas, para la Jerarquía católica el encuentro ecuménico o interreligioso exige que quienes participen en reuniones ecuménicas «bajo la vigilancia de los Prelados, sean verdaderos peritos» (Un. red., 9).

El camino en el diálogo interreligioso está apenas iniciado; hay mucho trecho por realizar. Existe una viva conciencia del hecho de la pluralidad religiosa, favorecida por las rápidas comunicaciones, la movilidad humana y la interdependencia. El creyente comprometido siente cada vez más la necesidad de comprender las otras religiones para entender mejor a los creyentes de las mismas. Existen muchos puntos comunes: creer en un Dios que es Creador, la aspiración a la trascendencia, prácticas de devociones… Y por otra parte existen diferencias, siendo las que no atentan contra los derechos humanos, ni contra la dignidad e igualdad de la persona, las que deben ser respetadas y cultivadas, que no impuestas. Por el contrario, las diferencias que atenten contra la dignidad de la persona deberán ser modificadas o purificadas. Una mística del diálogo crecerá si ambas dimensiones son mantenidas con su relación dialéctica. Tener algo propio por comunicar, de la misma manera que los demás tienen mucho y bueno que aportar y que enseñarnos. Se trata ante todo de un “diálogo de vida”. Estos proyectos de dialogo entre las religiones tiene dos frentes que lo atenaza, por una parte los fundamentalismos y la intolerancia que quieren imponer su propio sistema religioso o antirreligioso y por otra parte, los poderes fácticos, que quieren imponer su sistema de producción y consumo, en el que Dios no es necesario y las religiones y los pobres un estorbo si no asumen el rol que el sistema les asigna.

Significar la importancia del Manifiesto de la Primera Asamblea del Pueblo de Dios, como punto de partida de una movilización macroecuménica, de fe y compromiso, de la Patria Grande, la “Abya Yala”, con las diferentes iglesias cristianas, las religiones indígenas, las religiones afroamericanas y la opción común por los pobres: Dios, vivido en la diversidad de las expresiones religiosas de las diferentes culturas y encontrado en la naturaleza, en el propio corazón y en los procesos de la historia. La Vida, en el tiempo y más allá de la muerte, la Paz de la Justicia, la Libertad de la diversidad, la Unidad de la familia humana,

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