Oracion

Qué mejor postulado que la teoría del conocimiento hacia una persona cuyo resultado único posible conlleva a un acercamiento, una profundidad o una intimidad. No es un secreto, ni si quiera una fórmula mágica que para conocer a alguien hay acercarse a dicha persona y para estar bien cerca de esa persona también hemos de conocerle. Este caso no es ajeno a Dios, por esta razón entiendo que no debemos complicar la simplicidad de nuestra relación con Dios.

De entrada le explico que la cuestión es más sencilla de lo que imaginamos, no lleva ninguna fórmula matemática ni hay que realizar estudios superiores para obtener resultados: mientras más ore, más cerca de Dios estará y más de su presencia podrá experimentar. Dios no hace en ninguna manera acepción de personas ni tiene favoritos, sin embargo tiene amigos íntimos. El que ora mucho, mucho conoce de Dios y también cree más, crece más y por lo general tiene más conciencia del trabajo del Espíritu Santo en el mundo actual ¿Por qué? Porque se comunica con Dios, por esto Dios está siempre revelándole el propósito de Él para su vida y le muestra el camino a seguir y también le guía en el camino hacia su agradable y perfecta voluntad.

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1 Samuel 23:4 entonces David volvió a consultar a Jehová y Jehová le respondo y dijo: levántate y desciende a Keyla, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.

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A Dios le encanta la gente que ora y le fascina el que lo consulta para realizar hasta las tareas que calificamos como las más simples y, como Dios es un ser tan especial, sin duda se molesta si diciendo que usted confía en Él no le pregunta sobre las decisiones que usted planea tomar. Entendemos según la palabra, que nuestro Señor ve la oración como un camino hacia el conocimiento de su gloria y esto porque lo de Dios está delante de su presencia.

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2 Reyes 1:3 …No hay Dios en Israel que vais a consultar a Baal-Zebub dios de Ecrón?

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En esta Lectura el ángel de Jehová le dijo al profeta Elías que fuera donde los siervos del rey Ocozías a quienes éste había mandado a consultar a un dios ajeno sobre si iba a sanar de una enfermedad que tenía, este rey estaba bien preocupado y como muchos de nosotros queremos que nos den una respuesta inmediata a nuestras cuestiones sin importar de donde la obtengamos. A veces hasta consultamos a los hermanos como si fueran una especie de “brujos cristianos” o “lectores de cartas” o “adivinos” buscando con desesperación cualquier indicio de alguna respuesta a nuestro problema. Las respuestas para el que confía en Dios, vienen desde el mismo Dios, pero no a nuestro tiempo, sino al de Él.

Yael Valenzuela

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