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PLEGARIA DE UNA ALMA ATRIBULADA ANTE JESUS SACRAMENTADO


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2011  •  445 Palabras (2 Páginas)  •  2.614 Visitas

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PLEGARIA DE UNA ALMA ATRIBULADA ANTE JESUS SACRAMENTADO

Jesús bueno, Jesús de mi alma, mi consuelo, mi amor y único encanto de mi corazón: heme aquí postrada a tus plantas, arrepentida y confusa, como llegaría el hijo prodigo a la casa de su padre. Soy un alma cansada de todo, buen Jesús, y solo a Ti quiero, solo a Ti busco, solo a Ti hallo mi delicia y mi bien. Tu que fuiste en busca de la Samaritana, Tu que me llamaste cuando huía de Ti, ¿me arrojaras de tu presencia ahora que te busco?

Señor, estoy triste, bien lo sabes; nada me alegra ni me distrae; el mundo me parece un árido desierto. Me hallo en lúgubre oscuridad, enteramente turbada y llena de temor e inquietudes…

Te busco y no te encuentro; te llamo y no me respondes; te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estas, Señor, donde, que no gusto las dulzuras de tu presencia y de tu amor sin igual para mi en la tierra? Pero no me cansaré; ni el desaliento vendrá a reemplazar el afecto que me impulsa hacia Ti: no, buen Jesús; ahora que te busco y no te encuentro, recordare el tiempo que tu me llamabas y yo huía; y firme y serena a despecho de las tentaciones y del pesar, te amare con delirio, esperare en Ti y seré tuya como lo fueron Teresa y Magdalena Ignacio y Agustín.

Jesús bueno, dulce y regalado esposo, padre y amigo incomparable; cuando los hombres me abandonen o insulten mi pena, porque no la entiendan; cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mi; aquí en tu santa casa, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí, y solo aquí buscare fuerzas para luchar y vencer. No temas que cobarde te abandone; cuanto más huyas, mas te he de llamar; y llorare, verteré tantas lágrimas que al fin vendrás…. Sí, lo espero… vendrás y, al poseerte disfrutare en la tierra las delicias del cielo.

Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco: sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo… fortaléceme y desafiare serena las tempestades del dolor.

Jesús mío, dame humildad, paciencia, gratitud, amor…. Amor, porque si llego a amarte de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor. Te dirijo una suplica ferviente por los que amo… Tu los conoces, Tu sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos; consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores, para que no te ofendan más, para que lloren sus extravíos. Ampara a todos tus hijos Padre Misericordioso.

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