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Perfeccionando La Iglesia D Cristo


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2013  •  27.359 Palabras (110 Páginas)  •  357 Visitas

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A TODOS LOS CRISTIANOS UNGIDOS Y ESPIRITUALES DEL CUERPO:

Perfeccionemos a la Iglesia de Cristo.

“Yo les he dado la gloria que me has dado, para que sean uno mismo, así como nosotros somos uno mismo. Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados por lo uno mismo, para que el mundo conozca que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado.”

Juan 17:22-23

Nota introductoria

Ahora puedo decir, qué fue lo que movió a los apóstoles, profetas y ungidos de Dios para escribir lo que hoy conocemos como la Escritura inspirada. Curiosamente, la pregunta no debería ser qué hizo posible ello, sino, quién. Y es que está claro, el Espíritu fue quien movió los corazones y puso el peso de escribir la revelación que Él les dio a quienes redactaron su Santa Palabra. Puedo decir con certeza, que el Espíritu fue el que me movió y puso el peso en mi espíritu para hacer el siguiente escrito. Dios, en su gracia, en medio de pequeños destellos de luz y de revelación, me ha dado lo que estoy exponiendo en este documento con el fin de sea difundido y conocido en la Iglesia. Así que mi recomendación, antes que nada, es pedir la guía y dirección del Espíritu para leer esto, para leerlo con visión espiritual y no carnal, para que sirva de edificación en cada cristiano miembro del Cuerpo y de perfeccionamiento a la Iglesia por la cual Cristo derramó su preciosa Sangre. Por lo tanto, el siguiente escrito debe ser leído de manera completa, desde el principio hasta el final, ya que cada tema es consecuente al anterior y progresivo, así en primera instancia se evitará entender lo tratado en un tema fuera de contexto. Posteriormente si se desea, se puede recurrir por medio del índice a un tema para profundizarlo, y examinarlo. Se recomienda tener un bagaje básico sobre el libro de los Hechos, de las cartas paulinas –en especial de las epístolas a los Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas y Efesios- la primera carta del apóstol Juan y los primeros capítulos del Apocalipsis; ya que en varias partes damos por sentado que se conoce lo que dice el escritor bíblico en estas porciones de la Escritura. Si siendo sinceros, consideramos no tener dicho conocimiento y ya hemos leído por completo este documento, pero queremos corroborar lo que decimos en las partes donde no colocamos citas bíblicas sin tener que leer todas las cartas y libros mencionados anteriormente, recomendamos leer los siguientes capítulos: Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24; Juan 17, 20-21; Hechos 1-11, 15, 18-19, 21-26; Romanos 6-8, 12-15; 1 Corintios 1-3, 8-14; 2 Corintios 3-5, 11-13; Gálatas 1-2, 5-6; Efesios 1-5; Filipenses 1-3; 1 Tesalonicenses 5; 1 Timoteo 4, 6; 2 Timoteo 2-4; 1 Juan 2, 4; 2 Juan 1 y Apocalipsis 1-5. De cualquier manera, el Espíritu que nos ha ungido, Él será el que nos dé la certeza de qué cosas son conforme a su Palabra en este trabajo y qué cosas no. Qué hay de carnal y qué de espiritual. Si en lo que el Espíritu me ha revelado, he colocado palabra mía y de hombre, que el Señor me reprenda y en su misericordia me perdone por haber adulterado su Santa Palabra. Pido a todo cristiano ungido y espiritual que me tenga en sus oraciones y estén seguros de que estaré en la mejor disposición de mejorar esto que he realizado con la guía espiritual de ustedes, pues estoy consciente de que lo que Dios me ha dado y expongo aquí, sólo es la parte del todo para perfeccionar a su Iglesia. ¡Que el Espíritu del Padre y del Hijo nos siga guiando en estos últimos tiempos!

Índice

Nota introductoria 1

Índice 1

Introducción 2

Glosario 2

Evangelio a medias 5

La Iglesia no es la iglesia 6

El cuerpo dividido 7

La unidad 7

Los ministerios y los dones espirituales 8

Desempeño de los dones y ministerios 10

Crecimiento espiritual 11

Talentos y habilidades 13

Los anticristos en las iglesias 15

División entre los cristianos y por los ungidos 16

Ministerios, ungidos e iglesias carnales y espirituales 17

Por amor a su Iglesia 18

Cada quien donde debe estar 20

Deber y realidad 21

Sometimiento ante la autoridad 22

Poder y autoridad en los espirituales 23

La lepra del Cuerpo 24

Semejanza a Cristo 26

No al ecumenismo y a la interdenominación 26

Unidad en la diversidad 27

Buscando la unidad 27

¿Cristianismo ecléctico? 28

El avivamiento espiritual 30

Introducción

Cada vez que nos vamos a la Escritura, encontramos ciertos pasajes que según nosotros hemos entendido y comprendido plenamente. Así que cuando escuchamos una postura diferente a la que hemos adoptado por la enseñanza o por nuestro estudio personal de la Palabra, decimos que es otra manera de entender el asunto, o simplemente emitimos un juicio a favor o en contra de esa interpretación diferente. El tema de la interpretación bíblica ha sido una cuestión de debates en las iglesias, denominaciones y religiones cristianas. Cada grupo religioso toma una posición interpretativa sobre la cual se rige y dirige. Pero lo cierto es que muchas veces detrás de un entendimiento bíblico, se encuentra el yo humano. Nuestro yo siempre aflora al momento de comprender un tema bíblico, tomar una doctrina o elegir una religión. Este yo que tiene sentimientos, pensamientos, que toma decisiones. El yo que está corrompido, que su naturaleza es pecaminosa. Y es que no nos damos cuenta, o no queremos aceptar, que el yo no tiene parte ni suerte en lo relacionado con el perfeccionamiento de la Iglesia. Cuando hablamos de nuestra relación con Dios, sea individual, familiar o en conjunto, tenemos que tener bien claro que nos estamos metiendo en un ámbito espiritual, donde el yo tiene que estar subordinado al Espíritu. El requisito para seguir a Cristo es negarse a sí mismo y tomar la cruz cada día (Lucas 9:23). Es dejar a un lado lo propio de cada quien, el yo. Pero la realidad es otra, el Espíritu está subordinado al yo humano, pecaminoso, carnal. Lo peor del asunto, es que hasta “justificamos” con la Palabra lo que hace y deshace en nuestras vidas y en la Iglesia el yo carnal, cuando ciertamente lo que hacemos es solapar nuestro pecado y desobediencia al Señor. El resultado de este tipo de blasfemias es, lo que tenemos hoy por “Iglesia de Cristo”. El producto de esto es tener iglesias confesionales –católicas, presbiterianas, por ejemplo-, pentecostales, carismáticas, apostólicas-proféticas,

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