Religion
Enviado por YISELPATO • 7 de Mayo de 2015 • Informe • 1.338 Palabras (6 Páginas) • 207 Visitas
A María Corena la conocí hace dos años y me sorprendió porque dice que cree en Dios, algo poco usual en un científico.
Sin embargo, ella defiende su fe con vehemencia, con base no en pruebas de laboratorio, sino en experiencias próximas a la muerte. A su propia muerte. (Especial multimedia: Historias de personas que vivieron en el umbral de la muerte)
Cuando Albert Einstein dictaba charlas en Estados Unidos le preguntaban si creía en Dios y respondía que creía en el Dios ideado por Spinoza. Como científica, ¿en cuál Dios cree?
Sin dudarlo por un milisegundo y sin pena ni vergüenza científica o personal, creo en el Dios que hizo posible que yo volviera a vivir después de haber estado muerta al final de un coma de tres días, en diciembre del 2004. Creo en el Dios que es solo amor. (En video: ¿Cómo salvar a un paciente que está al borde de la muerte?)
Pero, ¿es ese Dios de la Iglesia católica, de la cristiana, de la musulmana o el Dios de Spinoza, sin templos ni sagradas escrituras ni arrepentimiento... basado en el goce de nuestra libertad.
Decir que es el Dios católico, cristiano, musulmán o judío de parte mía sería no hacerle justicia a su calidad infinita. Es imposible reducirlo a un concepto humano. Es más, el solo hecho de llamarlo Dios ya lo reduce a un concepto humano. Nuestras religiones reflejan nuestros intentos en este mundo físico por comprender y conocer a un Dios que es mucho más grande que lo que nuestro cerebro es capaz de comprender. (Lea también: Gloria Polo, la mujer que se 'enfrentó' a un rayo y vive para contarlo)
¿Cuál fue el hecho que la llevó a creer en Dios, pese a ser una persona de ciencia?
He vivido cuatro experiencias cercanas a la muerte por razones diferentes y no sé por qué me tuvieron que pasar a mí pero me han cambiado la vida. El 20 de diciembre de 1995 mi vuelo 965 de American Airlines, salía de Miami hacia Cali. Antes de salir, maletas en mano y carro encendido, algo me dijo que no lo hiciera. ¿Qué fue ese “algo”? Ahora sé y estoy segura que fue Dios. Esa noche, me senté sola a ver las noticias y me asusté cuando vi el letrero en letras rojas que decía: “Noticia de última hora, Colombia”. Todo lo que supe esa noche fue que el avión se había estrellado y nosotros no íbamos en ese avión por una decisión de último minuto que no puedo explicar a través de la ciencia.
¿Cuáles fueron las otras experiencias?
Ese mismo “algo” hizo que en 1991, sin razón alguna, mi papá me pidiera con ahínco que no me fuera con el mismo amigo que siempre me recogía para ir a la universidad. Ese día me recogieron dos de mis amigos. Los mismos de siempre. El acompañante del chofer me pidió que cambiara asientos con él. Él iba adelante, yo iba atrás. Cambiamos de lugar y me acomodé adelante. No había pasado una hora cuando nos accidentamos. Rebotamos contra el sardinel como si la carrocería fuera de caucho. Una falla mecánica causó el accidente. No recuerdo mucho, excepto a mi amigo que murió dándonos ánimo a nosotros dos en medio de los rebotes del carro en la calle, diciendo: “Tranquilos que todo va a estar bien”. Fue como si Dios mismo nos estuviera hablando. No es fácil de explicar, pero el tiempo pasó como en cámara lenta. Ese mismo “algo” me ayudó a no perder la calma en el mar y ahogarme cuando la lancha de buceo en la que iba me dejó abandonada en el Triángulo de las Bermudas, en 1994. (Vea también: 'Levántate y anda': Javier Vanegas, el llamado 'Lázaro' bogotano)
¿Y la cuarta experiencia?
Dios me devolvió la vida cuando la perdí en África, después de un coma de tres días, en 2004. Pero esa vez sí me cambió la vida. Si alguien me hubiera contado de una “experiencia después de la muerte” antes de diciembre 20 del 2004, con luz, túnel o imágenes de un paraíso que nadie vivo
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