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Religiones Orientales


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  5.047 Palabras (21 Páginas)  •  365 Visitas

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INDICE

BUDISMO........................................................................................Pags: 2, 3, 4, 5, 6, 7.

ISLAMISMO....................................................................................Pags: 8, 9, 10.

HINDUISMO....................................................................................Pags: 11, 12, 13, 14.

JAINISMO........................................................................................Pags: 15, 16.

TANTRISMO...................................................................................Pags: 17, 18.

EL BUDISMO

La doctrina budista pretende ser una respuesta al sufrimiento que identifica con la existencia misma. Para salir del ciclo de nacimiento y muerte, esto es, para alcanzar el nirvana, hay que empezar por liberarse de la causa del sufrimiento, es decir el deseo, íntimamente vinculado a la vida, existen dos grandes corrientes budistas: la del Pequeño Vehículo (hinayana) y la del Gran Vehículo (mahayana).

Todo comienza hace veinticinco siglos con la vida de Buda, después de su experiencia de iluminación o “despertar” el Buda (literalmente “el despierto”) compartió su descubrimiento con otros buscadores de la verdad y así es como se constituyó la primera comunidad budista (sangha). En un primer momento, esta comunidad, inspirándose en la enseñanza del Maestro, quedó unificada, cada uno trabajando en hacer suya la experiencia del Buda para llegar a ser un arhat, es decir, alguien “digno de “ respeto, porque ha hecho lo necesario para extinguir y disipar todas las ilusiones que obstaculizan su iluminación. Después de la muerte del Buda, la comunidad continuó desarrollándose y proponiendo a los hombres el ideal del arhat.

Alrededor de un siglo después de la muerte del Buda, la unidad del budismo “primitivo” se rompió. . La comunidad se dividió. Esto fue el comienzo de lo que se ha llamado “el budismo de las sectas”, aunque esta palabra secta no tiene el sentido peyorativo que le damos, algunas de estas sectas o escuelas han optado por una interpretación más liberal de la enseñanza y la disciplina budista. Otras han elegido permanecer fieles a las prácticas y a la enseñanza más antiguas del Buda, por consiguiente, según ellos, las más auténticas. Sin embargo, todas han continuado proponiendo como ideal el camino del arhat.

Hacia los comienzos de nuestra era, esta división se acentuó y así es como nació el budismo del mahayana (Gran Vehículo). Las diferencias entre esta nueva forma de budismo y la antigua, en lo que se respecta a la naturaleza del Buda, el contenido de su iluminación, el camino que es preciso seguir y la posibilidad para el hombre de llegar a él, eran tan importantes que toda reconciliación era prácticamente imposible. El ideal propuesto por el budismo del mahayana ya no es el arhat, sino el del bodhisattva (estar dedicado a la realización de la iluminación suprema). El conjunto de las escuelas que han resistido a las ideas del mahayana ha recibido desde entonces el nombre de Hinayana (pequeño Vehículo).

Presento un esquema, en el que vemos como se han desarrollado varias tendencias en el seno del Mahayana en el curso de su propagación por el extremo Oriente, mientras que el budismo del Hinayana, que se ha propagado por los países del sudeste asiático, ha permanecido fiel a la antigua tradición con el acento puesto en la vida monástica.

Vamos a hacer, pues, un viaje por el espacio y el tiempo: hasta el norte de la India en el siglo VI antes de Jesucristo. Es allí, en efecto, donde nació el Buda, es decir, el Iluminado, el que, según los budistas, ha resuelto los enigmas de la existencia.

En esta época, dos ideas clave ejercían una gran influencia en el pensamiento religioso. Según la primera, todos los seres vivos, incluido el hombre, estaban prisioneros en un ciclo sin principio ni fin de muertes y nacimientos (el samsara). La segunda afirmaba que los actos conscientes y deliberados, positivos o negativos (un acto

negativo es esencialmente egocéntrico), suponían inevitablemente un fruto que maduraría en una vida posterior. Se trataba de la ley kármica (la palabra karma quiere decir el acto y sus consecuencias) a la que nadie escapa. En este contexto, algunos buscaban simplemente asegurarse un renacimiento feliz gracias a sacrificios. Para ello llamaban a los brahmanes, miembros de la clase sacerdotal, pues sólo estos brahmanes estaban habilitados para celebrar los ritos sacrificiales de la antigua religión védica. Pero, para otros, lo vano de este camino era evidente. En efecto, ¿por qué buscar un renacimiento feliz, si los innumerables renacimientos que conocen todos los seres vivos acaban todos en el sufrimiento y la muerte?

Sólo la liberación definitiva del ciclo de muertes y nacimientos podría responder a las verdaderas aspiraciones del hombre. Pero ¿cómo liberarse? Los ascetas de la época esperaban quebrar la ley kármica no poniendo en ella ningún acto negativo (ningún karma negativo, ningún renacimiento). Otros optaban por prácticas de meditación destinadas a volverlos plenamente conscientes del hecho de que la realidad interior de cada hombre (atmán) -lo que le hace existir como individuo- era idéntica a la realidad última de la que todo procede y a la que todo retorna (brahmán). Se trataba de un ideal muy elevado, exclusivamente accesible a los que conocían bien los textos sagrados, los brahmanes.

El Buda, como muchos de sus coetáneos, compañía esta preocupación de liberarse definitivamente del samsara. Rechazaba, en cambio, la hegemonía de la casta brahmánica -y, por consiguiente, la eficacia de los ritos sacrificiales-. De hecho, negaba toda autoridad religiosa basada en los textos sagrados lo revelados), como la que poseían los brahmanes. Por lo que respecta al ascetismo, la posición del Buda era muy clara: cualquiera que se sumerja en una vida de ascesis llevada al extremo disminuye su capacidad de meditar y actúa de manera egocéntrica. No escapa, pues, a la prisión del samsara. El Buda condenaba también los esfuerzos hechos para realizar la experiencia de identidad del atmán y del brahmán. Para él, el atmán no era más que una ilusión. Unirse a él era desviarse de la única verdad que puede conducir a la liberación, la que había descubierto en el momento de su experiencia de la Iluminación. Pero ¿qué itinerario espiritual había podido desembocar en esta experiencia?

Cualquiera que comprenda la noción de samsara, comprueba que este itinerario no había empezado realmente en la India hace 2.500 años. El inicio de la "carrera espiritual" del Buda se remonta a innumerables

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