Resumen Del Libro: La Educación De Elena G. De White
Enviado por paulifacetica • 4 de Mayo de 2014 • 7.406 Palabras (30 Páginas) • 1.235 Visitas
La Educación
Elena G. de White
"El temor de Jehová es el principio de la sabiduría"
LOS PRIMEROS PRINCIPIOS
"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma Imagen".
1. La Fuente de la Verdadera Educación y su Propósito
Nuestro concepto de la educación tiene un alcance demasiado estrecho y bajo. Es necesario que tenga una mayor amplitud y un fin más elevado. La verdadera educación significa más que la prosecución de un determinado curso de estudio. Significa más que una preparación para la vida actual. Abarca todo el ser, y todo el período de la existencia accesible al hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero. Las Sagradas Escrituras, cuando señalan al Ser infinito, presentan en las siguientes palabras la fuente de semejante educación: En él "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría". "Suyo es el consejo y la inteligencia".
2. La Escuela del Edén
"Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría"
EL sistema de educación, instituido al principio del mundo, debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos. Como una ilustración de sus principios se estableció una escuela modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres. El jardín del Edén era el aula, la naturaleza el libro de texto, el Creador mismo era el Maestro, y los padres de la familia humana los alumnos. Creados para ser la "imagen y gloria de Dios", Adán y Eva habían recibido capacidades dignas de su elevado destino. De formas graciosas y simétricas, de rasgos regulares y hermosos, de rostros que irradiaban los colores de la salud, la luz del gozo y la esperanza, eran en su aspecto exterior la imagen de su Hacedor. Esta semejanza no se manifestaba solamente en su naturaleza física. Todas las facultades de la mente y el alma reflejaban la gloria del Creador. Adán y Eva, dotados de dones mentales y espirituales superiores, fueron creados en una condición "un poco menor que los ángeles", a fin de que no discernieran solamente las maravillas del universo visible, sino que comprendiesen las obligaciones y responsabilidades morales.
3. El Conocimiento del Bien y del Mal
"Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada".
Aunque creados inocentes y santos, nuestros primeros padres no fueron puestos fuera de la posibilidad de obrar mal. Dios podía haberlos creado de modo que no pudieran faltar a sus requerimientos, pero en ese caso su carácter no se habría desarrollado su servicio no hubiera sido voluntario, sino forzado. Les dio, por lo tanto, la facultad de escoger, de someterse o no a la obediencia. Y antes que ellos recibieran en su plenitud las bendiciones que él deseaba impartirles, debían ser probados su amor y su lealtad. Todo lo que se había perdido al ceder a las insinuaciones de Satanás se podía recuperar por medio de Cristo.
La naturaleza nos repite también esta indicación. Aunque está manchada por el pecado, no sólo habla de la creación, sino también de la redención. Aunque, por los signos evidentes de decadencia, la tierra da testimonio de la maldición que pesa sobre ella, es aún hermosa y rica en señales del poder vivificador. Los árboles se despojan de sus hojas sólo para vestirse de nuevo verdor; las flores mueren, para brotar con nueva belleza; y en cada manifestación del poder creador se afirma la seguridad de que podemos ser creados de nuevo en "justicia y santidad de la verdad". De ese modo, los mismos objetos y las funciones de la naturaleza, que tan vívidamente nos recuerdan nuestra gran pérdida, llegan a ser para nosotros mensajeros de esperanza. Por doquiera llegue la maldad, se oye la voz de nuestro Padre que muestra a sus hijos, por sus resultados, la naturaleza del pecado, les aconseja que abandonen el mal, y los invita a recibir el bien.
4. La Relación de la Educación con la Redención
"Para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo".
A causa del pecado, el hombre quedó separado de Dios. De no haber mediado el plan de la redención, hubiera tenido que sufrir la separación eterna de Dios, y las tinieblas de una noche sin fin. El sacrificio de Cristo permite que se reanude la comunión con Dios. Personalmente no podemos acercarnos a su presencia; nuestra naturaleza pecadora no nos permite mirar su rostro, pero podemos contemplarlo y tener comunión con él por medio de Jesús, el Salvador. Los grandes principios de la educación son inmutables. Están "afirmados eternamente y para siempre", porque son los principios del carácter de Dios. El principal esfuerzo del maestro y su propósito constante deben consistir en ayudar a los alumnos a comprender estos principios, y a sostener esa relación con Cristo que hará de ellos un poder dominante en la vida. El maestro que acepta esta meta es verdaderamente un colaborador con Cristo, y con Dios.
ILUSTRACIONES
"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron".
5. La Educación de Israel
"Jehová solo le guió" "Lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo".
EL sistema de educación establecido en el Edén tenía por centro la familia. Adán era "hijo de Dios" y de su Padre recibieron instrucción los hijos del Altísimo. Su escuela era, en el más exacto sentido de la palabra, una escuela de familia.
En el plan divino de la educación, adaptado a la condición del hombre después de la caída, Cristo figura como representante del Padre, como eslabón de unión entre Dios y el hombre; él es el gran Maestro de la humanidad, y dispuso que los hombres y mujeres fuesen representantes suyos. La familia era la escuela, y los padres eran los maestros.
La educación que tenía por centro la familia fue la que prevaleció en los días de los patriarcas. Dios proveyó, para las escuelas así establecidas, las condiciones más favorables para el desarrollo del carácter. Las personas que estaban bajo su dirección seguían el plan de vida que Dios había indicado al principio. Los que se separaron de Dios se edificaron ciudades y, congregados en ellas, se gloriaban del esplendor, el lujo y el vicio que hace de las ciudades de hoy el orgullo del mundo y su maldición. Pero los hombres que se aferraban a los principios de vida de Dios moraban en los campos y cerros. Cultivaban la tierra, cuidaban
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