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Te Bendecimos Por Los Frutos De La Tierra (Presentación De Los Dones)


Enviado por   •  1 de Junio de 2013  •  924 Palabras (4 Páginas)  •  411 Visitas

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Te bendecimos por los frutos de la tierra (Presentación de los dones)

Ya han sido traídos al altar el pan y el vino, destinados a la ofrenda. Son alimento, pero en la intención de Cristo y de su Iglesia, serán “otro alimento”, no destinado a las necesidades de la carne, sino a las del alma, a las de la vida de hombres y mujeres que quieren traducir en el mundo, la vida de Cristo. Por esto, el pan dejará de ser pan y el vino no será más vino: ambos se convertirán en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús.

El Presidente de la asamblea eucarística pronuncia una “bendición ascendente” en la que Dios es reconocido (= bendecimos a Dios…, lo declaramos “bendito”… decimos cosas buenas de Él…) por el pan y el vino, frutos de la tierra, que serán para nosotros -una vez consagrados- Pan de vida y Cáliz de salvación. El pan y el vino se convertirán en “Eucaristía”, en la Acción de gracias de Cristo y de la Iglesia.

Este pan y vino presentados son, además, “frutos del trabajo del hombre”: de muchos granos y de muchas espigas, de muchas horas de trabajo y desvelos, de mucho riego y cuidados, de mucha esperanza puesta en pequeñas semillas de donde surgirán el trigo y las uvas… También los hombres tenemos que ver con “la materia” de la Eucaristía, con estos dones de aquí-abajo que, unidos a los dones de allí-arriba, concluirán en el fruto santo que se nos regala en cada celebración de la Misa.

Un Dios que es generoso nos brinda esos dones

El que nos alimenta lo hace porque es providente. Nuestro Dios es quien “da el pan a sus amigos mientras duermen”: sin que nos despreocupemos de nuestras obligaciones, apoyamos nuestra confianza en un Dios que no es mezquino con su riqueza y ante nuestras necesidades. Por esto se hacen verdad las palabras del Salmo: “Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles”, como también: “Si el Señor no custodia la casa, en vano vigilan los centinelas”. Sin el don de Dios, nada es posible. Con los dones de lo alto, todo lo podemos.

La generosidad de Dios y nuestro esfuerzo producen el pan y el vino “que ahora te presentamos”.

Unimos la presentación del pan y del vino a los bienes dados por los fieles

Es sumamente conveniente -para que este momento de la misa cobre relieve- suspender la celebración mientras se hace “la colecta” y los fieles ofrecen su limosna. Acompañado por un canto adecuado, mientras todos estamos sentados, este momento celebrativo lo vivimos como quienes van a la iglesia no sólo a recibir (el Pan y el Vino consagrados…), sino también a dar (la colecta en dinero y los bienes que los fieles deseen obsequiar, para ayuda a los necesitados).

Una vez realizado este gesto generoso, procesionalmente se llevará todo al altar, cerrando la procesión el pan y el vino que,

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