Tres Profecías Para Nuestro Tiempo
Enviado por alfredo.aponte • 23 de Febrero de 2014 • 15.880 Palabras (64 Páginas) • 314 Visitas
TRES PROFECÍAS PARA NUESTRO TIEMPO
Rick Joyner, de North Carolina, U.S.A.
Publicaciones Cristianas
Tel. 2040403
Santafé de Bogotá, D.C., Colombia, América del Sur.
E-mail: arcamarina@hotmail.com
Tres Profecías
para este tiempo
R i c k J o y n e r
C O N T E N I D O
Los dos ministerios 7
Liberación de la marca de la bestia 21
Una visión del avivamiento venidero 37
1
LOS DOS MINISTERIOS
Hay dos ministerios que van continuamente ante el trono de Dios: uno es el ministerio de intercesión y el otro es el de la acusación. Jesús “vive para interceder” por Su pueblo. De acuerdo con el grado en que permanezcamos en Él, Jesús nos usará para interceder. Su Iglesia debe ser “una casa de oración para todos los pueblos” (Is. 56:7). A Satanás se le llama el “acusador de los hermanos”, y se nos dice que su ministerio es “de día y de noche, ante el trono de Dios” (Apo.12:10¬). Según el grado en que el enemigo tenga acceso a nuestras vidas, nos usará para acusar y criticar.
Podemos preguntar ¿cómo Satanás puede seguir acusando a los santos ante Dios, si se le ha expulsado de los cielos y ya no tiene más acceso al trono de la gracia? La respuesta consiste en que usa a los santos, que sí pueden entrar a la presencia de Dios, a fin de que hagan su trabajo diabólico para él. Satanás recibe muchos nombres, pero ciertamente su disfraz más efectivo ha sido el de “acusador de los hermanos”. Este título se le dio debido a su efectividad para conseguir que un hermano se vuelva contra otro. Provocar las divisiones es una de sus especialidades. Su mayor victoria sobre la Iglesia es hacer que los hermanos se vuelvan uno contra otro. La acusación ha sido la herramienta más efectiva y mortífera para destruir la luz, el poder y el testimonio del Cuerpo de Cristo.
La mayor amenaza para el dominio de Satanás es la unidad de la Iglesia. El diablo conoce muy bien la autoridad que Jesús ha dado cuando dos creyentes se ponen de acuerdo. Sabe que basta sólo un acuerdo entre dos santos, para que el Padre les dé todo lo que pidan. Comprende que un santo puede hacer que huyan mil, pero que dos juntos, al estar de acuerdo, pueden poner en fuga a diez mil. La unidad no sólo aumenta nuestra autoridad espiritual, sino que la multiplica.
Irónicamente, el acceso que el acusador tiene a casi todos nosotros, es por medio de nuestras inseguridades que nos llevan a volvernos territoriales. Los inseguros se sienten amenazados por todo aquello que no pueden controlar. Podemos usar doctrinas o una decisión considerada como noble para proteger la verdad o las ovejas, pero muy pocas divisiones en la Iglesia se deben a algo distinto a la preservación territorial. La división que provocamos mientras procuramos proteger nuestros dominios, es exactamente aquello que acaba con nuestra autoridad espiritual y con nuestra unción verdadera. El resultado final es la pérdida precisa de lo mismo que procuramos conservar con tanta desesperación. Se trata aquí de una incontrovertible ley del espíritu:
“...todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25).
El profeta se dirigió a este tema de una manera mucho más exacta:
“8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9Entonces invocarás y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad” (Is. 58:8-9).
¿Necesitamos más luz en nuestras vidas? ¿Nos preguntamos por qué no llegan la recuperación y la sanidad? ¿Por qué, en lugar de la gloria del Señor alrededor nuestro, no hay sino problemas y dolor? Llamamos al Señor pero no nos responde; inclusive podemos clamarle pero no le podemos encontrar. La razón para esto es casi siempre la misma: en medio nuestro hay un yugo que se llama “el dedo señalador y el hablar vanidad”; es decir, tenemos un espíritu de Crítica. Dios prometió por medio de Isaías que nuestras vidas iban a cambiar radicalmente al quitar ese yugo. Como el sabio Salomón observó:
“18Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. 19El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan” (Prov. 4:18-19).
Si caminamos en rectitud y justicia, andaremos en una luz siempre creciente. También es cierto que los que tropiezan en la oscuridad rara vez saben la razón para esas tinieblas. La persona con un espíritu de crítica, usualmente critica a todos, menos a sí misma; como dijo el Señor, está tan ocupada buscando la paja en el ojo de los hermanos, que no puede ver que la viga en su propio ojo es la razón de su ceguera.
Cuando criticamos a un hermano o a una hermana, en realidad decimos que la habilidad de Dios no llena nuestros patrones y que lo podríamos hacer mejor. ¿Quién de nosotros puede siquiera hacer que fuéramos como deberíamos ser? Si inclusive
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