Uniminuto
Enviado por vivianalara • 25 de Septiembre de 2013 • 417 Palabras (2 Páginas) • 909 Visitas
Texto
RAFAEL GARCIA – HERREROS
“Un profeta de la autenticidad, un pedagogo y gestor social"
“No sólo es pegar ladrillos;
es más fácil pegar ladrillos
que pulir las piedras vivas
que son los hombres
en la construcción de una sociedad”.
Padre Rafael García Herreros
El ser humano, ante todo, es un actor. Su condición fundamental es la praxis1,la acción, por una característica de su esencia que es la mundanidad. Evidentemente, ser hombre es ser-en-el-mundo. Pero esta afirmación demanda dos precisiones. Primero: el mundo no corresponde solamente al universo. Todo ser está en el universo, en el sentido de ser un componente del universo. Pero, y éste es el segundo punto, el ser del hombre es especial porque su modo concreto de estar en el universo consiste en crear su propio mundo. Así, la mundanidad no es sino la capacidad de crear mundos. El hombre es autor del mundo en que se encuentra y de los cambios generados en él, y esa acción que le permite realizarlo, es lo que llamamos la praxis2.
El Padre Rafael García-Herreros Unda fue, entre muchas otras cosas, un filósofo social, un pedagogo social y un gerente social, de quien cabría decir, sin ninguna duda ni sospecha, que estuvo inspirado por la exigencia que promueve el pensar como una acción que libera e impulsa nuestros deseos de ser, nuestro proyecto de vida. Hombre extremadamente inteligente, culto y sagaz, su vida estuvo siempre marcada por una forma de ser ascética y una vocación de servicio práctica, que solo en su ejercicio personal del sacerdocio encontraron expresión y realización. No tuvo como finalidad construir casas, sino “organizar un nuevo modo de vida social", una comunidad fraternal, libre y ordenada. No deseó aliviar angustias o remediar necesidades temporales, sino dignificar personas y comunidades. Detrás de este proyecto concreto estaba la idea de un cristianismo activo con preocupaciones y realizaciones sociales para esta Tierra, sin olvidar las de salvación de las almas.
Su vida siempre confirmó una filosofía especial de la vida, al entenderla como aquello que cambia y se realiza a través de la historia, permitiéndonos una conciencia colectiva de personalización. Así, ningún hombre-mujer está solo, aislado, encerrado en sí mismo; siempre está siendo con los otros y para los otros; sin éstos nadie llegaría a ser individuo, sujeto, persona.
Compartió con muchos la creencia ética y moral de que el poder de la razón y de la acción (o dicho de otro modo, el poder de la praxis) no es para alienar ni enajenar, que la dominación como fin en sí misma es lo que da origen
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