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Ámense unos a otros, así como Jesús los amó a ustedes (representante de la sucursal)


Enviado por   •  29 de Mayo de 2023  •  Apuntes  •  1.912 Palabras (8 Páginas)  •  58 Visitas

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Núm. 10   Ámense unos a otros, así como Jesús los amó a ustedes (representante de la sucursal)

Nota:

Explique con bondad y claridad cómo podemos cumplir la ley de Cristo en la congregación. Escoja ejemplos con los que su auditorio pueda identificarse fácilmente. Céntrese en las necesidades reales de la congregación. Ayude a los asistentes a comprender que los privilegios en la congregación y la organización nos dan oportunidades para ayudar a los hermanos. Destaque por qué es tan importante ser humildes y amar a nuestros hermanos.

EL MUNDO DE SATANÁS ESTÁ DIVIDIDO (4 mins.)

Muchos creen que no hay nada de malo en clasificar a las personas por grupos sociales, clases o castas.

Puede que establezcan esas diferencias según la raza, etnia, religión o el parentesco de las personas.

Otros catalogan a la gente de acuerdo con su riqueza, su trabajo o su afiliación política.

La situación se agrava cuando existen prejuicios hacia las personas con antecedentes diferentes, lo cual puede generar discriminación y conflictos sociales (Ec 8:9).

En el tiempo de Jesús había mucho prejuicio y discriminación.

Los judíos no se relacionaban con los samaritanos (Jn 4:9).

Los líderes religiosos trataban con desprecio a la gente común (Jn 7:49).

Se menospreciaba a “los recaudadores de impuestos y pecadores” (Mt 9:11).

JESÚS ENSEÑÓ UNA FORMA MEJOR DE ACTUAR (7 mins.)

Jesús veía las cosas de una manera totalmente diferente.

El ejemplo que usó en Lucas 18:9-14 muestra hasta qué punto rechazaba la actitud de los fariseos, que se creían más justos que nadie.

Jesús ayudó a los necesitados y sintió compasión por las personas de condición humilde (Mt 9:13, 36).

Cristo sabía que la congregación estaría formada por personas “de toda clase”, y las recibió con gusto (Jn 12:32; Ro 15:7).

Enseñó a sus seguidores que debían estar dispuestos a sacrificarse y mostrar amor a personas que tal vez fueran muy diferentes a ellos (Lu 10:25-37; 14:12-14).

No quería que sus discípulos copiaran la actitud de los fariseos (Mt 23:4-12).

Jesús enseñó a sus seguidores a no darse mucha importancia y a servir a los demás (Mt 20:21, 24-28).

Les recalcó que estaban obligados a amarse unos a otros y que eso debía caracterizarlos [lea Juan 13:34, 35].

Aunque a veces los discípulos de Jesús se enojaron entre sí, podemos imaginar lo alegres que se sintieron durante el breve período de tiempo que pasaron con Cristo.

Reflexionar en el ejemplo y las enseñanzas de su Maestro de seguro los motivó a esforzarse al máximo por mostrar amor.

LA CONGREGACIÓN DEL SIGLO PRIMERO SUPERÓ LAS DIFERENCIAS (10 mins.)

Los discípulos de Jesús llevaron las buenas noticias del Reino hasta las zonas más distantes de la Tierra.

El resultado fue que la congregación llegó a estar formada por personas de distintas nacionalidades y culturas (1Ti 4:10; Tit 2:11).

Había judíos, samaritanos, griegos y romanos; circuncisos e incircuncisos; amos y esclavos; médicos y pescadores; gente con mucha educación y gente muy poco instruida; ricos y pobres, y personas que antes habían sido sacerdotes judíos, magos, oficiales del ejército y cobradores de impuestos.

Algunos habían cometido actos de inmoralidad sexual, habían sido adúlteros, homosexuales, idólatras, ladrones, borrachos y personas violentas y codiciosas (1Co 6:9-11).

A veces surgieron problemas entre cristianos con antecedentes diferentes (Hch 6:1; 11:1-3; 15:1, 2).

Por eso fue necesario explicar cómo podían los miembros de la congregación fortalecer sus lazos de amor.

Necesitaban aprender a ser imparciales (Hch 10:34, 35; Gál 3:28).

Aquellas congregaciones lograron superar las dificultades porque los cristianos comprendieron que debían rechazar la “sabiduría humana”, ser enseñados “por el espíritu” y tener “la mente de Cristo” (1Co 2:13-16; 3:19).

El apóstol Pablo se adaptó a fin de ganarse al “mayor número de personas” posible y que estas sirvieran a Cristo (1Co 9:19-23).

La congregación recibió con gusto a personas que habían sido pecadoras y a quienes tenían una fe débil.

Como resultado, los miembros de las congregaciones llegaron a quererse y a estar más unidos.

Sin embargo, debían seguir luchando para no volver a manifestar parcialidad, prejuicio y desprecio.

LA CONGREGACIÓN CRISTIANA ACTUAL PROMUEVE LA UNIDAD Y LA IMPARCIALIDAD (5 mins.)

Personas de todas las naciones, tribus y lenguas siguen acudiendo al pueblo de Jehová (Rev 7:9, 10).

Entre nosotros no existen distinciones por asuntos como la educación, el nivel económico, etc. (Snt 2:1-4).

Es posible que los que se unen al pueblo de Dios no estén acostumbrados a que se les trate con imparcialidad y amor fraternal.

Tal vez tengamos que ayudarlos a adaptarse al ambiente de amor e igualdad que reina en la congregación.

Los nuevos tienen que aprender a no dudar de sus hermanos y confiar en que estos aman a Jehová y desean hacer lo que está bien (1Co 13:4, 7).

Como “el amor nunca falla”, la congregación cristiana logra unir a las personas, mientras que otros fracasan en el intento (1Co 13:8).

Nosotros nos esforzamos por aplicar los mismos consejos que recibieron las congregaciones del siglo primero (1Co 12:25, 26; Ef 4:14-16).

Imaginemos a un amo de casa que nos dice: “Ya no voy a la iglesia. No soporto los chismes, la traición, el rencor, los celos y la codicia”.

¿Cómo nos sentiríamos si viniera al Salón del Reino y viera esas mismas cosas?

Debemos asegurarnos de que nuestro amor es genuino.

LA IMPORTANCIA DE LA HUMILDAD (10 mins.)

Los cristianos ponemos a los demás por delante de nosotros; nos alegra servir a nuestros hermanos (Ro 12:10; Flp 2:2-4).

Hemos aprendido a manifestar cualidades valiosas que nos ayudan a trabajar mejor en la congregación [lea Lucas 9:48b].

No es difícil portarse “como uno de los menores” cuando tratamos con quienes tienen más responsabilidades que nosotros.

El problema puede surgir cuando tratamos con hermanos a los que consideramos iguales a nosotros o que están a nuestro nivel.

Los 12 apóstoles aceptaron con gusto la autoridad de su Amo, Jesús, pero, cuando estaban ellos solos, a veces ninguno quería portarse como uno de los menores (Lu 9:46).

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