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Enviado por   •  23 de Noviembre de 2013  •  1.386 Palabras (6 Páginas)  •  192 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Con frecuencia, los procesos de modernización productiva del agro han tenido efectos negativos sobre el ambiente, vía la contaminación por el sobreuso de agroquímicos, la salinización por métodos inapropiados de riego y la erosión resultante de prácticas de manejo poco amigables con los recursos naturales. A estas externalidades negativas se suma las pérdidas de biodiversidad resultante de los procesos de deforestación.

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) postula que la gestión sostenible de los recursos naturales depende tanto de factores tecnológicos como de otros de corte estructural que condicionan el acceso y propiedad de los mismos. A ellos se suman otros de tipo puramente institucional, así como aquellos generados por políticas formuladas fundamentalmente para promover la producción. Este conjunto de fuentes de externalidades ambientales negativas incluye también los efectos inducidos por los precarios marcos normativos y regulatorios utilizados por el sector público en algunos países.

Diversas instancias técnicas y políticas de ALC coinciden con este diagnóstico. De ahí que hayan surgido innumerables propuestas para modificar los factores responsables por dichos problemas. Las declaraciones políticas de mayor trascendencia se encuentran incorporadas en las memorias de las Cumbres Presidenciales y, específicamente, en el capítulo sobre Agricultura, Iniciativas 7 a 16.

De ese escenario se desprende la necesidad que existe de instaurar medidas conducentes a

fortalecer las instancias institucionales –públicas y privadas- responsables por la política

de promoción y manejo de la gestión limpia de procesos productivos agroalimentarios.

En ese contexto, se enfatiza la importancia crítica de la interacción entre la producción de

alimentos, el comercio agroalimentario y las negociaciones comerciales.

En un esfuerzo por contribuir al proceso de fortalecimiento institucional, el IICA ha

incorporado en su agenda temática, durante la última década, el tratamiento de temas

vinculados con la agricultura limpia, agricultura de precisión, ISO 14000, agricultura

orgánica, buenas prácticas agrícolas, entre otros. Como parte de ese esfuerzo y para

facilitar la praxis en esos temas, el Instituto está promoviendo la difusión de

conocimiento relacionado con temas que vinculan la producción, el ambiente y el

comercio.

En efecto, en los últimos cinco años han emergido una serie de normas del comercio, que

han redundado en “orientaciones” para todos los agentes vinculados a procesos

agroempresariales. Esas normas han sido elaboradas con miras a garantizar al consumidor

la inocuidad de los productos que consume y la amigabilidad ambiental de los procesos 5

que los generan. Entre ellas se destacan las normas de inocuidad de alimentos (EE.UU. y

Canadá) y las normas1

ambientales conocidas como a ISO2

14000 (UE).

Esas últimas ofrecen a las empresas una base homogénea de directrices sobre

procedimientos de gestión ambiental, que permite anticipar externalidades ambientales

negativas en sus procesos productivos. Ejemplo de ello es la contaminación del aire y los

cauces de los ríos, provocado por el depósito de efluentes sólidos y líquidos de

agroindustria tales como la caficultura, vinicultura, frutícultura, horticultura, avicultura,

porcicultura, lácteos, etc.

La adopción de esta normativa y su gestión apropiada ofrece una oportunidad

inmejorable para diferenciar productos, y ganar competitividad de los bienes

agropecuarios y forestales en mercados dinámicos. Al mismo tiempo, se transforma en

una alternativa para la gestión de procesos productivos que internalizan la protección del

ambiente. En ese sentido el Instituto enfatiza la necesidad de complementar principios

precautorios con los de control y castigo. Es decir, es preferible establecer políticas ad

hoc que promuevan procesos de producción limpios como medidas preventivas como el

instrumento preferido, para luego aplicar los controles.

En efecto, el principio de precaución busca reducir la influencia del hombre en el medio

ambiente. Eso demanda rediseñar sustancialmente el sistema agroindustrial de

producción y consumo, cuyos patrones presentes implican el uso extensivo de insumos.

Así, la gestión ambiental preventiva difiere de las estrategias de control en el manejo de

los residuos y emisiones, ya que incluye tanto la ejecución de procesos productivos y de

productos, así como la relación entre el consumidor y el medio ambiente. De manera que,

para alcanzar objetivos de desarrollo sostenible, es necesario incluir los componentes

tecnológicos y sociales; de ese modo se busca compatibilizar los objetivos económicos y

ambientales.

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