Biografia De Karl Marx
Enviado por Morenita_532 • 14 de Agosto de 2012 • 2.754 Palabras (12 Páginas) • 583 Visitas
Karl Marx
Nació en la Renania prusiana actual Alemania, en la ciudad de Trier (antes Trèves, en español Tréveris) el 5 de mayo de 1818. Fue uno de los siete hijos del abogado judío Heinrich Marx y de su esposa holandesa Henrietta Pressburg. El padre era un hombre inclinado a la Ilustración y a las ideas moderadamente liberales, devoto de Kant y de Voltaire. Por tanto, Karl tuvo una infancia habitual en la burguesía culta de su tiempo, y asistió a la escuela y cursó el bachillerato en su ciudad natal.
En octubre de 1835, con diecisiete años, se inscribió en los cursos de humanidades de la Universidad de Bonn. Pasó allí sólo un año, en el que estudió griego e historia y llevó una agitada vida estudiantil, incluyendo un duelo y un día de calabozo por alcoholismo y desórdenes (fue la única vez que el fundador del comunismo científico estuvo en prisión). El ambiente universitario de Bonn era rebelde y politizado, por lo que Karl se hizo miembro de un círculo en el que se discutía de política y poesía, y llegó a presidir el Club de las Tabernas, que tenía otros fines. Pese a tantas actividades, de pronto resolvió pasarse a la Universidad de Berlín, en la que ingresó al año siguiente, también en el mes de octubre.
En Berlín se apuntó para estudiar leyes y filosofía, sin abandonar su inclinación por la historia. Encontró muchos amigos y una novia, Jenny von Westphalen, joven inteligente y atractiva de veintidós años (cuatro más que Karl Marx), perteneciente a una familia de funcionarios de reciente nobleza, que jamás tragarían al «noviecito» judío e intelectual de Jenny.
Hegelianismo y activismo temprano
Georg W. F. Hegel acababa de morir y el ambiente universitario berlinés era fervorosamente hegeliano, aunque cada grupo o cenáculo estudiantil interpretaba las ideas del creador de la dialéctica a su manera. El joven Marx se vio inmerso en esas discusiones, que lo llevaron a una profunda depresión y al primer descalabro de su frágil salud. En prenda a su rigor intelectual, aceptó incorporarse a «una concepción que odiaba» (según carta a su padre de noviembre de 1837) y se unió al grupo de seguidores del joven profesor Bruno Bauer, que sostenía las ideas más progresistas y democráticas de la obra de Hegel y el cuestionamiento del pensamiento matemático y formal.
Bauer fue expulsado de la universidad por «radical» en 1839, pero los jóvenes hegelianos ya eran republicanos de izquierdas que utilizaban la filosofía y la dialéctica como instrumento crítico de la rígida sociedad prusiana en la que vivían. No obstante, Marx y sus compañeros eran todavía idealistas y bastante románticos, al confiar en que la sociedad cambiaría gracias al desarrollo de la cultura y la educación. Esta posición no era compartida por el periodista Adolph Rutemberg, el más íntimo amigo de Karl en esa época, que lo impulsaba a conocer la lóbrega realidad de los obreros y los menesterosos.
A instancias de sus amigos y de Jenny, en abril de 1841 presentó una brillante tesis doctoral que contrastaba la filosofía de Demócrito y la de Epicuro, incluyendo la después famosa frase: «La crítica es también teoría», con lo que se doctoró en filosofía cuando aún no había cumplido veintitrés años. No irían mucho más allá sus logros académicos. A principios del año siguiente se incorporó a una publicación fundada por las fuerzas más progresistas de Colonia, entonces capital industrial de Prusia.
Como redactor de la Rheinische Zeitung (Gaceta de Renania), Marx tomó contacto con las realidades sociales y la naturaleza crudamente clasista de la legislación prusiana. Nombrado otra vez director de la revista en octubre de 1842, sus crónicas parlamentarias desde la Dieta renana denunciaban al Estado como guardián y valedor de los intereses de los empresarios y expresaban su interpretación radical del pensamiento hegeliano, en tanto que el Estado no cumplía su función esencial como realización ética de la especificidad humana.
Su labor como periodista político lo llevó a tomar conocimiento de los movimientos obreros en Francia e Inglaterra, especialmente por las crónicas de Heine desde París y Lyon, y de las ideas del socialismo utópico mantenidas por Fourier, Owen, Saint Simon y Weitlig. Desde hacía un tiempo estaba fuertemente Influido por el pensamiento de Ludwig von Feuerbach, discípulo de Hegel que elaboró lo que suele resumirse como un «humanismo ateo». Marx comenzó a intentar casar ese materialismo con la dialéctica hegeliana sin llegar a plantearse todavía nada que pudiera llamarse lucha de clases. Justificaba en sus artículos las reivindicaciones proletarias europeas como rebelión de «la clase que hasta ahora no ha poseído nada», un fenómeno natural y circunstancial motivado por la insensibilidad del estamento dominante, que no cumplía adecuadamente su papel rector. Incluso criticaba abiertamente las ideas del comunismo utópico por su parcialidad clasista, que dejaba de lado las «comprensiones objetivas» de la realidad. En última instancia siguió defendiendo el estado integral humanista de Hegel, frente al «estado de artesanos» que, en su opinión, propiciaban los protocomunistas.
La censura prusiana presionó seriamente contra los editores de la Rheinische Zeitung y Marx se vio obligado a dimitir. No deseaba regresar a la carrera académica a causa del rígido control ideológico implantado por el gobierno en la universidad. Tras siete años de noviazgo, se casó con Jenny en junio de 1843 y ambos se sumaron a la emigración política alemana que se dirigió a París. Allí conocería a la crema de la juventud revolucionaria europea, como Heine, Borne, Proudhon y, sobre todo, Friedrich Engels.
Marx siguió trabajando sobre la base del humanismo abstracto de Feuerbach, que criticaba la religión y la filosofía especulativa. Por su parte, Engels lo convenció de la importancia de profundizar los estudios económicos. Junto al hegeliano Arnold Ruge editó en 1844 el Deutsch Französische Jahrbücher (Anuario AlemánFrancés), que incluía dos extensos artículos de Marx: «La cuestión judía» y «La filosofía hegeliana del derecho» en el que escribía el célebre aserto: «La religión es el opio de los pueblos» (metáfora de gran actualidad, pues Inglaterra acababa de invadir China en la llamada «guerra del opio»). También trabajó en esa época en unos Manuscritos económicofilosóficos, que dejó en borrador y no publicó durante su vida. En ellos se refleja especialmente el momento de transición que atravesaba su pensamiento, y el proceso de elaboración de lo que él mismo llamaría la «mezcla» entre el análisis crítico de las ideas y el estudio e interpretación de los datos reales.
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