Caso Monsanto

Monsanto es una de las empresas químicas más grandes del mundo y líderes en biotecnología. Ellos producen una semilla genéticamente modificada, que es mejor que las demás. Es mejor ya que esta semilla es resistente a pesticidas y herbicidas, lo cual hace que haya más, y mejor producto, y así, más ganancia.

Ellos vendían su semilla, pero no podían de ninguna manera garantizar que sus clientes no tomaran de nuevo las semillas producidas de los cultivos, para volver a cultivar. Por lo tanto, Monsanto no podrían recibir, más que una sola vez, ganancias de su producto. Lo cual provocaría una pérdida para la empresa ya que se invirtió mucho dinero en la investigación y el desarrollo de la semilla.

Por esta razón decidieron crear una semilla estéril que no permitiría la reproducción de la planta, y de esta manera el agricultor tendría que pagar cada vez que quisiera plantar. Esto no sólo afectaría a la economía del agricultor, sino que la polinización cruzada de estas plantas con otras naturales podría crear una cadena de DNA no deseable y disturbios en el ecosistema que podrían acabar con el mismo, ocasionando la pérdida de tierras de cultivos en millones de hectáreas.

El dilema para la empresa era si dejaban que los agricultores usaran su semilla fértil aunque eso significara una pérdida importante para la empresa, y posiblemente la reducción de personal para no entrar en crisis; o el producir semillas infértiles para asegurar ganancias, pero perjudicando a miles de agricultores, la economía del país y a la sustentabilidad de los ecosistemas.

En este caso, la empresa podría recurrir a varias soluciones donde pocos, o nadie se verían afectados. La primera opción que tiene es el producir la semilla fértil, aumentando el precio para que de esta manera recuperen los gastos y puedan generar las ganancias que no generaron por el tiempo dedicado a la producción e investigación de esta semilla, ya que a final de cuentas el tiempo perdido, también es dinero perdido. Esta solución inflaría el precio de la semilla a precios que pocos, o ningún agricultor podría pagar. Por lo que Monsanto podría recurrir a una herramienta de financiamiento con los agricultores para que estos paguen de manera que van recibiendo ingresos. La segunda posible solución es parecida a la primera, en donde la empresa puede “rentar” sus semillas. El agricultor pagaría una “renta” mientras esté produciendo de la semilla modificada. Esta solución es un poco más factible, ya que el agricultor no estaría pagando tanto por la semilla, y la empresa asegura ganancias por más tiempo.

El director de Monsanto se vio envuelto en un dilema ético profesional. No cabe duda de que esta disyuntiva es difícil de tratar, por lo que se necesita una investigación profesional para analizar estas y otras posibles soluciones donde no haya afectados y se cumpl

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