El método de la filosofía
Enviado por nomoasd • 6 de Marzo de 2013 • 1.712 Palabras (7 Páginas) • 308 Visitas
En nuestra lección anterior habíamos tomado como tema el método de la
filosofía, y había-mos llegado al punto en que la intuición se nos presentaba
insistentemente en la historia del pensamiento filosófico como el método
fundamental, principal, de la filosofía moderna.
Descartes fue, en la filosofía moderna, el primero que descomponiendo en sus
elementos las actitudes en que nos situamos ante el mundo exterior y ante las
opiniones transmitidas de los filósofos, llega a una intuición primordial,
primaria, de la que luego parte para reconstruir todo el sistema de la filosofía.
Descartes hace, pues, de la intuición el método primordial de la filosofía.
Más tarde, después de Descartes, el método de la intuición sigue estando en
florecimiento entre los filósofos modernos. Lo emplean principalmente los
filósofos idealistas alemanes (Fichte, Schelling, Hegel, Schopenhauer) y en la
actualidad, el método de la intuición es también generalmente aplicado en las
disciplinas filosóficas.
Así, pues, he pensado que sería conveniente dedicar toda una lección al
estudio detenido de lo que es la intuición, de cuáles son sus principales
formas, de cómo actualmente, en la filosofía del presente, las distintas formas
de intuición están representadas por diferentes filósofos y distintas escuelas. Y
sacar luego las conclusiones de este estudio, para fijar en líneas generales el
uso que nosotros mismos vamos a hacer aquí de la intuición como método filosófico. .
Lo primero que vamos a preguntarnos es: ¿qué es la intuición? ¿En qué
consiste la intuición?
La intuición se nos ofrece, en primer término, como un medio de llegar al
conocimiento de algo, y se contrapone al conocimiento discursivo. Tenemos,
pues, esta paradoja de métodos opuestos que son el método discursivo y el
método intuitivo.
Para comprender bien lo que sea el método intuitivo, conviene, por
consiguiente, que lo expongamos en contraposición al método discursivo.
Más fácil será comenzar por el método discursivo.
Como la palabra "discursivo" indica, este método tiene que ver con la palabra
"discurrir" y con la palabra "discurso". Discurrir y discurso dan la idea, no de
un único acto enderezado hacia el objeto, sino de una serie de actos, de una
serie de esfuerzos sucesivos para captar la esencia o realidad del objeto.
Discurso, discurrir, conocimiento discursivo es, pues, un conocimiento que
llega al término apetecido mediante una serie de esfuerzos sucesivos que
consisten en ir fijando, por aproxi-mación sucesiva, unas tesis que luego son
contradichas. discutidas por uno consigo mismo, mejoradas, sustituidas por
otras nuevas tesis o afirmaciones, y así hasta llegar a abrazar por completo la
realidad del objeto y por consiguiente obtener, de esta manera el concepto.
El método discursivo es, pues, esencialmente un método indirecto. En vez de
ir el espíritu recto al objeto, se pasea, por decirlo así, alrededor del objeto, lo
considera y contempla en múltiples puntos de vista; lo va abrazando cada vez
más de cerca, hasta que por fin consigue forjar un concepto que se aplica
perfectamente a él.
Frente a este método discursivo está el método intuitivo. La intuición consiste
exactamente en lo contrario. Consiste en un acto único del espíritu que de
pronto, súbitamente, se lanza sobre el objeto, lo aprehende, lo fija, lo
determina por una sola visión del alma. Por eso la palabra "intuición" tiene
que ver con la palabra "intuir", la cual, a su vez, en latín significa "ver".
Intuición vale tanto como visión, como contemplación.
El carácter más aparente del método de la intuición es el ser directo, mientras
que el méto-do discursivo es indirecto. La intuición va directamente al objeto.
Por medio de la intuición se obtiene un conocimiento inmediato; mientras que
por medio del discurso, del discurrir o razonar, se obtiene un conocimiento
mediato, al cabo de ciertas operaciones sucesivas.
La intuición sensible.
¿Existen en realidad intuiciones? Existen; y el primer ejemplo, y más
característico, de la intuición, es la intuición sensible, que todos practicamos a cada instante. Cuando con una sola mirada percibimos un objeto, un vaso, un
árbol, una mesa, un hombre, un paisaje, con un solo acto hemos llegado a
tener, a captar ese objeto. Esta intuición es inmediata, es una comunicación
directa entre mí y el objeto.
Por consiguiente, es claro y evidente que existen intuiciones, aunque no fuera
más que esta intuición sensible. Pero esta intuición sensible no puede ser la
intuición de que se vale el filósofo para hacer su sistema filosófico. Y no
puede ser la intuición de que se vale el filósofo por dos razones
fundamentales. La primera es que la intuición sensible no se aplica más que a
objetos que se dan para los sentidos, y por consiguiente, sólo es aplicable y
válida para aquellos casos que por medio de las sensaciones nos son
inmediatamente dados.
En cambio de esto, el filósofo necesita tomar como objeto de su estudio
objetos que no se dan inmediatamente en la sensación y en la percepción
sensible; tiene que tomar por término de su esfuerzo objetos no sensibles. No
puede servirle, por consiguiente, la intuición sensible.
Pero
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