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¿Está la tecnología haciéndonos más tontos?


Enviado por   •  27 de Octubre de 2018  •  Ensayo  •  1.680 Palabras (7 Páginas)  •  153 Visitas

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¿Está la tecnología haciéndonos más tontos?

        Albert Einstein dijo: “La imaginación es más importante que el conocimiento.” Esto se debe a que el conocimiento se limita a lo que se conoce y entiende mientras que la imaginación abarca el mundo entero, todo lo que en un futuro se conocerá y entenderá. Pero la tecnología ha cambiado este enfoque en el ser humano; si bien es cierto, los avances tecnológicos han facilitado la vida presente del hombre y no cuestiono cómo han mejorado nuestras vidas, sin embargo a la vez se ha creado una dependencia hacia la tecnología. Y a pesar de que esta nos permita hacernos inteligentes y rápidos a la hora de realizar tareas, nos volvemos más tontos porque perdemos la capacidad de comprender y pensar lo que hacemos. Por consiguiente, este ensayo aborda cómo la tecnológica, en especial el internet, ha ido reduciendo nuestra capacidad de pensar, nuestra creatividad e inteligencia.

        El ser humano está entrando en una especie de primacía, una etapa de pérdida de conocimiento y saber, provocada por las nuevas tecnologías.  Sartori (1998) indica que un mundo centrado solo en el hecho de ver es un mundo tonto, ya que el homo sapiens, un ser que se caracteriza por su reflexión y capacidad de meditación, se está convirtiendo en un “homo videns”, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende. Esto hace referencia a que los avances tecnológicos han simplificado el proceso de pensamiento y razonamiento del hombre. La tecnología le da “todo” al ser humano sin que este tenga que realizar un esfuerzo.

        El uso incesante de la tecnología ha limitado la esfera de creatividad y conocimiento del hombre. Nuestra imaginación y creatividad poco a poco han ido disminuyendo. Para los estudiantes, cada vez es más difícil ser originales en sus trabajos y proyectos. La mayoría de las publicaciones académicas o tesis actualmente han ido perdiendo originalidad porque el internet ha hecho que el acceso a la información académica o educativa sea más fácil y esto significa que los estudiantes no necesariamente investigan desde los libros y formulan sus propios pensamientos, ni se esfuerzan en sus tareas, sino que dependen del internet. Debido a este tipo de situación, no solo para los estudiantes, sino para todos los que tienen acceso a la red, es imposible ser competentes, imaginativos o creativos, nos convierte en robots; simplemente copiamos lo que leemos.

         Otro aspecto de cómo la tecnología ha ido reduciendo nuestra inteligencia son las redes sociales. Estas han contribuido paulatinamente a una pérdida de concentración y atención en casos como leer y escribir textos largos como lo exponen Goldberg y Swan (2015):

        Pero irónicamente, nuestra capacidad de comunicarnos         instantáneamente entre nosotros a través de nuestros dispositivos ha         provocado una regresión en nuestras habilidades lingüísticas. La         comunicación impulsada por la tecnología ha desdibujado la división         tradicional entre las comunicaciones verbales y escritas para que los         jóvenes escriban como hablan y, a veces, carecen de las habilidades para         hacer lo contrario. Las redes sociales nos han seducido para transformar         la forma de comunicación escrita formal que mejora el pensamiento en         una forma impersonal de comunicación oral.

        Los jóvenes de hoy han cambiado su forma de escritura, habilidad esencial para la comunicación, gracias a las redes sociales. Debido a que estos medios requieren de respuestas rápidas o un límite de caracteres, en lugar de formular oraciones completas prefieren hacer uso de siglas o “emojis” e incluso incurren a faltas ortográficas y puntuación para minimizar el tiempo de respuesta. El uso constante y generalización de estas abreviaciones las convierten en una “jerga” y termina afectando en cierta medida a la escritura y al habla.

        Además, otro punto a tomar en cuenta con las redes y también los aparatos tecnológicos es el desarrollo de una adicción y el consumo de todo nuestro tiempo. Csikszentmihalyi (1997) menciona:

        No obstante, en vez de usar nuestros recursos físicos y mentales para         experimentar flujo, la mayoría de nosotros pasamos muchas horas cada         semana viendo cómo famosos atletas compiten en estadios enormes. En         vez de elaborar música, escuchamos los discos de platino de unos         músicos millonarios... pasamos muchas horas cada día viendo a unos         actores que fingen tener aventuras y que se comprometen, de mentira, en         acciones significativas.

        Esta participación indirecta es capaz de enmascarar, por lo menos         temporalmente, el vacío subyacente a la pérdida de tiempo. Pero es un                 sustituto muy débil de la atención empleada en desafíos verdaderos. La         experiencia de flujo que resulta del uso de nuestras habilidades conduce         al crecimiento; la diversión pasiva no conduce a ninguna parte.

        Este flujo es el estado mental que tiene una persona cuando está muy concentrada en alguna actividad y pierde por completo la noción del tiempo. Es decir, no importa nada aparte de la acción realizada. Se podría aprovechar el tiempo libre para leer, pintar o practicar algún deporte, pero ahora todo lo que hacemos es pasar todo el rato frente a un televisor, una computadora o celular. Consumimos entretenimiento barato que nos aporta poco. No creamos nada. Y eventualmente, esta situación se convierte en una adicción a la tecnología. Poco a poco nuestra capacidad cognitiva se va reduciendo, se erosiona nuestra capacidad de enfocarnos y hacer un trabajo significativo. En lugar de competir en deportes o estudios, competimos por los “me gusta” y la atención en las redes. Gracias a este entorno expuesto a información e influencias negativas nuestro cerebro se ve dañado, como si se tratase del efecto de una droga.

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