Ingeniero
Enviado por NARUBIOA22 • 4 de Septiembre de 2012 • 481 Palabras (2 Páginas) • 272 Visitas
Al observar nuestro cuerpo, podemos encontrarlo perfectamente integrado a nuestra voluntad conciente; si lo queremos, podemos interrumpir nuestra tarea, levantarnos de nuestro lugar de trabajo y buscar un cambio de ambiente para descansar. Hacemos esto porque así lo queremos y le ordenamos a nuestro cuerpo que cumpla nuestras demandas. Pero si reflexionamos más allá de nuestras acciones más comunes, podemos empezar a darnos cuenta que no todos esos órganos que envuelve nuestra piel, responden a nuestra voluntad, por lo menos no a la conciente. Si no tuviéramos ese tiempo para descansar, si nuestra tarea no da espera ¿podríamos acaso dedicar a ella todo el esfuerzo y concentración que exija por la duración requerida? Algunos tal vez sean vencidos por el sueño o el cansancio; otros tal vez recurran a la ayuda de un estimulante del sistema nervioso (anfetaminas como el café) que les de mayor alerta o energía extra, no faltarían quienes probablemente renuncien a dar esa batalla y crean que de igual forma es injusto exigir tanto en tan poco tiempo. En cualquiera de estos casos y otros posibles, lo cierto es que se entra en tensiones y en conflicto entre lo que se quiere, se necesita, se exige y lo que el cuerpo puede dar. La corporeidad no responde indefinidamente a nuestra voluntad conciente, y someterle, forzarla a cumplir, no es otra cosa que una especie de compulsión que nos imponemos a nosotros mismos. Aún en este escenario la derrota es posible. En definitiva podemos decir que muchos de los organos que conforman nuestro cuerpo, funcionan de manera autónoma
Alguien, en un arranque de omnipotencia, podría pedirle a su sistema digestivo que acabe rápidamente su tarea metabolizadora para acceder lo antes posible a los nutrientes ingeridos, o pedir al corazón que no lata tan rápidamente a pesar del esfuerzo físico, o a su cerebro que recuerde inmediatamente donde ha olvidado las llaves de la casa. Estas demandas tan curiosas y frecuentes, seguramente no recibirán respuesta; el estómago y el intestino se tomarán el tiempo necesario; el corazón se acelerará, o no, dependiendo las necesidades físicas; y, las llaves seguramente se hallarán sin que el cerebro haya sugerido su paradero. Estas funciones fisiológicas escapan a nuestro control y otras incluso nos someten al suyo: debemos visitar periódicamente el sanitario nos guste o no (y sus alteraciones pueden estar conectadas al plano psíquico, pero, también en el orden inconsciente), tendremos que invertir tiempo y dinero en nuestra alimentación y, en general, actuaremos muchas veces de forma inexplicable, ante un arranque de ira o de amor que luego nos haga sentir avergonzados o satisfechos.
En las lecciones que hacen parte de este capítulo tendremos como tema transversal esas dos dimensiones de nuestro comportamiento: aquella parte conciente, voluntaria y la parte inconciente, no voluntaria, impulsiva –tanto en el plano corpóreo
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