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Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  14.519 Palabras (59 Páginas)  •  201 Visitas

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- TECNOLOGÍAS DEL YO Y EDUCACIÓN*

(Segunda parte)

(Notas sobre la construcción y la mediación pedagógica de la experiencia de sí)

JORGE LARROSA

(288)

GENEALOGÍA Y PRAGMÁTICA DE LA “EXPERIENCIA DE SÍ”

Respecto a la experiencia de sí, podemos encontrar en Foucault dos desplazamientos. Un desplazamiento pragmático que podríamos definir como una atención privilegiada a las prácticas que la producen y la median. Un desplazamiento historicista que consistiría en la consideración de esas prácticas desde un punto de vista genealógico. Lo que Foucault estudiaría sería algo así como las condiciones prácticas e históricas de posibilidad de la producción del sujeto a través de las formas de subjetivación que constituyen su propia interioridad en la forma de su experiencia de sí mismo. En sus propias palabras, de lo que se trata es de

“estudiar la constitución del sujeto como objeto para sí mismo: la formación de procedimientos por los que el sujeto es inducido a observarse a sí mismo, analizarse, descifrarse, reconocerse como un dominio de saber posible. Se trata, en suma, de la historia de la “subjetividad”, si entendemos esta palabra como el modo en que el sujeto hace la experiencia de sí mismo en un juego de verdad en el que está en relación consigo mismo”

Hay un enlace entre “subjetividad” y “experiencia de sí mismo”. La ontología del sujeto no es más que esa experiencia de sí que Foucault llama “subjetivación”. Hay un sujeto porque una experiencia de sí es producida en una cultura, y hay una historia del sujeto porque es posible trazar la genealogía de las formas de producción de dicha experiencia. Aquí tendríamos el giro historicista en su radicalidad: lo que puede ser colocado en una perspectiva histórica no está restringido a las diferentes descripciones que los hombres han producido de su experiencia de sí mismos. En (289) la perspectiva de Foucault, la experiencia de sí no es un objeto independiente que permanecería inmodificado a través de sus diferentes representaciones sino que, más bien, es la experiencia de sí la que constituye el sujeto, el yo en tanto que sí mismo (soi, self). Es por esa razón por la que el sujeto mismo tiene una historia.

Junto a ese giro historicista que permite plantear una historia de la subjetividad como una historia de la forma de la experiencia de sí, hablaba antes también de un giro pragmático. Se trata aquí de un desplazamiento que permite preguntar por cómo esa experiencia de sí ha sido producida o, en otras palabras, por los mecanismos específicos que constituyen lo que es dado como subjetivo. En la perspectiva de Foucault, la experiencia de sí se constituye cuando un determinado dominio material es focalizado como objeto de atención. O, dicho de otro modo, cuando determinados estados o actos del sujeto son tomados como el objeto de alguna consideración práctica o cognoscitiva. Foucault llama a eso “problematización”. Sin embargo, un dominio material puede ser objeto de distintas formas de problematización. E, históricamente considerado, un dominio material se toma como objeto de atención sólo en el interior de alguna modalidad de problematización específica. Desde este punto de vista, las formas de problematización son las que establecen cómo un dominio material está cognoscitivamente y prácticamente considerado y, por tanto, las que establecen la especificidad de la experiencia de sí. En una perspectiva histórica, la historia de la experiencia de sí respecto a un dominio material (la sexualidad, por ejemplo) es la historia de las problematizaciones que constituyen sus condiciones de posibilidad. La historia de los discursos orientados a articularla teóricamente y la historia de las prácticas orientadas a hacer cosas con ella. Y como esas problematizaciones son históricas, particulares y contingentes, la “experiencia de sí” es también histórica, particular y contingente.

El sujeto, su historia y su constitución como objeto para sí mismo, sería, entonces, inseparable de las tecnologías del yo. Foucault define las tecnologías del yo como aquellas en (290) las que un individuo establece una relación consigo mismo. En sus propias palabras, como aquellas prácticas

“que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad”.

O, en el curso de 1980/1981, como

“los procedimientos, tal como existen sin duda en cualquier civilización, que son propuestos o prescritos a los individuos para fijar su identidad, mantenerla o transformarla en función de un cierto número de fines, y gracias a relaciones de autodominio (maitrise de soi sur soi) o de autoconocimiento (connaissance de soi par soi)”

Así, el desplazamiento de la obra última de Foucault hacia la “interioridad” del sujeto puede ser entendido como un nuevo envite en la metódica y sistemática disolución de cualquier sujección antropológica. La historia del yo como sujeto, como autoconciencia, como ser-para-sí, es la historia de las tecnologías que producen la experiencia de sí. Y éstas, a su vez, no pueden analizarse sin relación con un dominio de saberes y con un conjunto de prácticas normativas. La experiencia de sí sería, entonces, la correlación, en un corte espacio-temporal concreto, entre dominios de saber, tipos de normatividad y formas de subjetivación. Y una correlación de ese tipo es la que se puede encontrar, también (291) en un corte espacio-temporal particular, en la estructura y el funcionamiento de un dispositivo pedagógico.

LA EXPERIENCIA DE SÍ Y LOS DISPOSITIVOS PEDAGÓGICOS

Para mostrar la construcción y la mediación pedagógica de la experiencia de sí tendremos que focalizar la atención en la forma compleja, variable, contingente, a veces contradictoria, de los dispositivos pedagógicos. No hay lugar, pues, para los universales antropológicos. Ni tampoco para ocultar el carácter constitutivo, y no meramente mediador, de la pedagogía. Lo que sea el ser humano en tanto que mantiene una relación reflexiva consigo mismo no es sino el resultado de los mecanismos en los que esa relación se produce y se media. Los mecanismos, en suma, en los que el ser humano se observa, se descifra, se interpreta, se juzga, se narra o se domina. Y, básicamente, aquellos en los que aprende (o transforma) determinadas maneras de observarse, juzgarse. narrarse o dominarse.

Un dispositivo pedagógico será, entonces, cualquier lugar en el que se constituye o se transforma la experiencia de sí. Cualquier lugar en el

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