La Transvaloración de la realidad

La Transvaloración de la realidad

Por: Angela Silva.

Los laberintos que conducen a la mentira son falseados y maquillados por el inescrupuloso sentido de la debilidad, somos débiles porque es una imagen impuesta desdeñosamente en nuestra consciencia, pero la valentía se puede llegar a levantar  para que nuestro transitar en los laberintos nos ayude a encontrar el camino hacia la felicidad. En los laberintos el rebaño le da cimientos aún más claros al laberinto, el rebaño sigue a esa estructura de dominación, sin sentido claro de realidad. Empañados y fragmentados nos encontramos en el laberinto, es oscuro y funesto, pero con la necesidad imperiosa de encontrar la felicidad, la valentía ya no se presenta con una  carga esquiva, ahora nos transvaloramos aún más para que el laberinto se configure en un camino donde las sombras se levanten y dialoguen con las luces.

En el eco de nuestra mente se trastoca la verdad y la mentira para dejarnos sin aliento de asidero, la verdad es mentira y la mentira es verdad, esas voces permanecen en el recóndito agujero de nuestra mente para punzar  las mentiras que nos repitieron toda la vida. Las rocas han muerto y se han hecho polvo en la nada, y esos pequeños gránulos se han esparcido, y fluctúan en la nada buscando al sujeto para que cuestione las rocas muertas. Cada ceniza, cada granulo es un artilugio que desemboca en un nuevo lenguaje, discursos que desvanecieron a los rebaños, y al dejarnos sin rebaños pues ¿qué nos queda?: un vacío cada vez más profundo cuando estamos en el laberinto. La realidad ha sido moldeada por la mentira, lo anormal en la realidad es objeto de repugnancia, entonces el construir nuevamente otras realidades es un acto maravilloso donde los sueños despliegan su poderío no para sentir desprecio por la realidad, todo lo contrario la miramos directo a los ojos, pero desde un nuevo sentir. Aquí los sentimientos tienen otra dimensión porque encarnan felicidad, y los abismos del laberinto se difuminan cuando tenemos consciencia que habíamos caído en la decadencia.

El control supremo de lo bueno y lo malo circula en el laberinto, nos dejamos convertir de nuevo en un rebaño porque las mentiras hierven en la costra arrogante de quien nos controla, y caemos en el feroz camino de errar nuestra mirada, ¿será que las mentiras nos dejaron ciegos?, pues las falacias contienen un virus que parece un perfume olor jazmín que nos envuelve. Estamos en el laberinto ese aroma nos rodea pero ya queremos despertar, y estar en presencia del aroma de la verdad, desatando los nudos y las cuerdas que nos aprisionan. Construimos nuestras realidades y la decadencia tiene otras tonalidades que son develas dentro de este nuevo panorama como la construcción de nuestra felicidad.  

Pero la domesticación asalta y dentro de sus fauces nos tiene a nosotros, sin dejarnos espacio para mordisquear su esencia, pero permanecemos y no nos puede desaparecer porque nuestras vendas se convirtieron en felicidad por la verdad que nos era esquiva.

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