Operaciones Comerciales Internacionales Área Clasificación Arancelaria Y Despacho Aduanero.
Enviado por karinamtz1666 • 23 de Enero de 2017 • Práctica o problema • 10.995 Palabras (44 Páginas) • 328 Visitas
Universidad Tecnológica de Nuevo Laredo
Operaciones Comerciales Internacionales Área Clasificación Arancelaria Y Despacho Aduanero.
Informática Administrativa
TESINA
Ing. Miguel Guadalupe Jiménez Benavides
QUE PRESENTA EL ALUMNO:
Martínez Cruz María Karina
Nuevo Laredo Tamaulipas 20/sep/2016
Table of Contents
Dedicatoria 1
Agradecimientos 2
Resumen 3
San Francisco de Asís 8
Mi llamado 10
CAPÍTULO PRIMERO 13
LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA 13
I. Contaminación y cambio climático 14
El clima como bien común 16
II. La cuestión del agua 19
CAPÍTULO SEGUNDO EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN 38
Dedicatoria
Esta tesina va dedicada a una de las cosas que mas amo que es mi religión, se lo dedico a mi coordinador de la iglesia, a la catedral del espíritu santo y a todas las personas que la conforman, pero mas que a nadie se lo dedico a Dios, ya que todas las acciones o cosas que hagamos sobre la iglesia debe ser con la actitud y comportamiento para Dios.
Agradecimientos
Esta tesina va en agradecimiento a nuestro coordinador Omar Colín, que gracias al pude obtener la información que requería para esta tesina, el me mostro o más bien me enseño la siguiente información y me pareció muy interesante para que los demás la pudieran conocer.
Resumen
En resumen este escrito del LAUDATO SI habla sobre lo que el papa quiere que nosotros conozcamos más sobre lo que él quiere para nosotros como católicos, en esta información conocerás un poco mas sobre lo que el papa quiere para nosotros en el escrito LAUDATO SI.
[pic 1]
1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos:
«Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba»[1].
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm
8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. Nada de este mundo nos resulta indiferente.
3. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico », pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad ». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.
4. Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, el beato Papa Pablo VI se refirió a la
problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es « una consecuencia dramática » de la actividad descontrolada del ser humano: « Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación »[2].También habló a la FAO sobre la posibilidad de una «catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad», porque «los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre»[3].
5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera
encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente
natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo»[4]. Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global[5]. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana»[6]. La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegida de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad»[7].El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado»[8]. Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por
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