Reflexion Del Consumismo
Enviado por paulinaMS99 • 9 de Junio de 2014 • 1.731 Palabras (7 Páginas) • 334 Visitas
En las últimas décadas la economía mundial ha experimentado notables avances en eficiencia productiva, mismos que han llevado a una disminución de precios. Adicionalmente, un sinnúmero de productos se ha puesto al alcance de una gran parte de la población - aun en aquellas zonas remotas y distantes de las áreas de producción-. Los bajos precios, en sí mismos, han estimulado un consumo desenfrenado a lo largo y ancho de nuestro planeta, por lo que no es extraño caer en la trampa de comprar un producto ¨porque está tirado de precio¨ - sin apelar a la necesidad que satisface o al placer que verdaderamente derivamos de su adquisición-.
En una economía, el objetivo final de la producción de bienes y servicios es el consumo. Entre más se ‘aprovechan’ los recursos disponibles más se produce, más se aprende y se innova, y conduce a ¨aumentos¨ en la productividad; crece el empleo, los salarios, el consumo, y el nivel de vida (en el corto plazo) se eleva. El ciclo se repite y agranda una y otra vez. Esto es en esencia lo que ha permitido el “enriquecimiento¨ de las naciones.
Las críticas al consumismo han surgido por sus consecuencias económicas, sociológicas y psicológicas. Tanto ambientalistas como promotores de competencia justa y de derechos humanos insisten sobre la “irrealidad” de los precios que pagamos por muchos productos. Aducen que estos precios no incorporan los verdaderos costos de transformar los recursos naturales en productos finales. Por otro lado, enfatizan que el modo de apropiación de la materia prima, en múltiples instancias, ha llevado a la sobreexplotación, deterioro y futura escasez de los recursos naturales, provocando la alteración de ecosistemas y condiciones medio ambientales. También se insiste en las injustas prácticas de contratación y condiciones de trabajo; así como en los ínfimos niveles salariales y la evasión regulatoria. Hay gran parte de realidad en estas alegaciones, y son más o menos verdaderas dependiendo del tipo de industria o región a que nos refiramos.
Aparte de censurar ciertas prácticas empresariales y productivas, igualmente se critica su contraparte, el consumo irresponsable, aquel que es impulsivo, inmoderado, superfluo y que no mide la consecuencia de sus acciones. Ante la dificultad de controlar el patrón de consumo de cada persona, se invoca a la sensibilidad de los consumidores para que interioricen los efectos ¨adicionales¨ que acarrea su nivel y tipo de consumo. Se advierte de vigilar sobre el papel psicológico, y a veces imperceptible, que juega la mercadotecnia en las decisiones de consumo.
Tomando en cuenta que muchos costos han sido ignorados en el proceso de producir y consumir, es entonces recomendable reevaluar la productividad y el modo de enriquecimiento de las naciones.
Cuestionar la capacidad del sistema económico para retroalimentarse y reproducirse una y otra vez sin que se destruya a sí mismo (concepto de sustentabilidad) es una preocupación muy legítima: los recursos son finitos, y la población continúa multiplicándose y aumentando su consumo per cápita.
¿Dónde esta la punta de la hebra para iniciar el cambio? ¿En la mentalidad de los consumidores? ¿Qué tan plausible es que los consumidores disminuyan su nivel y tipo de consumo de manera significativa? ¿Se puede retroceder en el tiempo y prescindir de muchos de los bienes a los que ahora tenemos acceso?
Es ineludible reparar en el hecho de que todos los consumidores vivimos una dualidad desde el punto de vista económico. Somos consumidores, pero hablando con holgura, todos tenemos un puesto en la cadena productiva, y en este último sentido nuestra motivación es producir más para vender más y generar más ingreso, y esto sólo se logra si los consumidores compran más.
Así, la mayoría de los habitantes de este planeta tenemos un conflicto de intereses a la hora de sopesar los efectos globales de nuestro consumo vs. nuestro bienestar personal. Seguramente, mostraremos cierta conciencia y efectuaremos los cambios que nos cuesten relativamente poco, pero aquéllos que implican un gran costo personal, y que son los que probablemente harían una diferencia importante, serán difíciles de realizar sin algún tipo de ‘apoyo o incentivo externo’.
Entre las campañas para disminuir el consumo, es ampliamente promovido actuar de acuerdo al lema de las tres R’s: Reducir, Reutilizar y Reciclar. De estas, la de mayor apego a nivel personal es Reciclar. Es relativamente bajo el costo de separar la basura y colocarla o llevarla a contenedores que separan material reciclable. Reducir y Reutilizar requieren mayor esfuerzo y sacrificio.
Mucho del consumo actual está en función de búsqueda de comodidad y ahorro de tiempo y esfuerzo, antes que de satisfacer una necesidad imperante. Así, en algunos casos la cuestión es si estamos dispuestos a renunciar a esas cualidades del consumo, y revertir el proceso en el que empresas y consumidores nos hemos embarcado.
Un ejemplo claro del punto anterior es la compra de un coche para una persona (sin niños, sin impedimentos físicos, etc.), o de uno adicional en el caso de una familia. Seguramente la adquisición no obedece a la falta de alternativas para transportarse, sino a la búsqueda de mayor comodidad y ahorro en tiempo de traslado;
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