Reflexiones Sobre La Etica Tecnologica
Enviado por sandra1393 • 30 de Enero de 2014 • 791 Palabras (4 Páginas) • 326 Visitas
Novena carta:
La ciencia no es un a priori de la historia, y es la física la más beneficiada es la física, surgida con Galileo-Galilei coincidiendo con la industria naciente. El ideal de formación para el hombre es tener curiosidad epistemológica, por lo que es imposible enseñar contenidos sin saber cómo piensan los alumnos en su contexto real o vida cotidiana.
Para Freire, las grandes obras no son las construcciones urbanas, sino las creaciones humanas pedagógicas. Las dificultades económicas pueden influenciarnos y obstaculizar nuestra capacidad de aprender, aunque carezcan de poder para ¨aborricarnos. Para Freire la coherencia no es ¨connivencia¨.
Nadie le enseña a hablar a nadie, pues uno aprende en su casa, en el mundo en la sociedad, en la calle en el barrio, en la escuela…
Por eso hay que estimular a los niños para que hablen y para que escriban. Como contexto práctico teórico, la escuela no puede prescindir del conocimiento de lo que sucede en el contexto concreto de sus alumnos y de sus familias.
Una de las acciones que hizo Freire era plantar frases relacionadas con la práctica social para que los niños y padres las leyeran. Y es que una comunidad se va haciendo letrada en la medida en que así lo exigen sus nuevas necesidades sociales de naturaleza material y espiritual.
En la escuela deberían de realizarse actividades con periódicos y revistas, estableciendo conexiones entre los hechos comentados, sucesos, desmanes y la vida de la escuela.
Según Freire, desafiar al pueblo a leer críticamente el mundo siempre es una práctica incomoda para los que apoyan su poder en la inocencia de los explotados.
Décima carta:
Una vez más la cuestión de la disciplina
Los educandos deben recibir disciplina intelectual con la colaboración de la educadora, además de gusto por la aventura y la osadía. Freire no puede comprender que en nombre de la ética alguna autoridad pueda imponer disciplina absurda solo para ejercitar en la libertad, acomodándose a su capacidad de ser leal, experiencia de una obediencia castradora.
No hay disciplina en el inmovilismo, en la autoridad indiferente o distante, que entrega sus propios destinos a la libertad y tampoco hay libertad en el inmovilismo de la libertad a la que la autoridad le impone su voluntad, sus preferencias, como las mejores para la libertad.
Solo hay disciplina en el movimiento contradictorio, entre la coercibilidad necesaria de la autoridad y la búsqueda despierta de la libertad para asumirse como tal. Es por ello que la autoridad se hipertrofia en el libertinaje, perdiendo el sentido del movimiento.
Para que haya disciplina es preciso que la libertad no solo tenga el derecho de decir no, sino que lo ejerza frente a lo que se le propone como la verdad y lo cierto.
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