35 Muertos
Enviado por daesco16 • 2 de Junio de 2014 • 1.207 Palabras (5 Páginas) • 193 Visitas
México hace año y medio. Quizá sea una buena ocasión para hablar de esta novela, de la que oí por primera vez en la última feria de Guadalajara, donde escuché a su autor, el colombiano Sergio Álvarez. Durante su charla, Álvarez reveló con humor algunos elementos autobiográficos ficcionalizados en esta novela e insistió en que la clave de su escritura fue la abrumadora presencia de la muerte en su vida: amigos que morían, familiares que morían, conocidos que morían. Muertes y más muertes que intentó espantar con la escritura de este libro.
Nueve años de investigación, entrevistas y escritura son un tiempo largo. La solidez de la novela es eco de ese proceso, aunque su lectura parezca ligera, tocada por cierta gracia. ¿Cómo puede tener gracia y ser graciosa una novela con tantos muertos? En la versión del autor sobre su necesidad de escribirla resuena la recurrente pregunta: ¿cómo narrar la violencia? Álvarez ha usado una forma, una máquina narrativa eficaz: una máquina sentimental. Aparentemente, ésta es una crónica sentimental de la violencia colombiana.
Los fragmentos o capítulos parecen historias de las que se cuentan en las canciones: “Te compro tu novia”, “Brujería”, “Los caminos de la vida”, “Mi libertad”, “Que no quede huella”, “Honda herida”. De hecho, cada capítulo lleva por epígrafe unas líneas de alguna canción. Y si bien los epígrafes no siempre funcionan, las historias tienen contundencia. El resultado no es el cliché ni lo estereotípico: Álvarez logra simultáneamente cercanía y distancia de la cultura popular para introducir la violencia como un pliegue.
No nos adelantemos. El protagonista es un pícaro a quien seguimos durante 35 años de aventuras y derrotas, ascensos y caídas, cuyo fondo es la historia política reciente de Colombia, en la que inevitablemente se ve envuelto. Su madre muere en el parto, el padre se suicida, lo acoge un tío allá en el campo, luego una tía. Ésta lo lleva a Bogotá, donde se hace militante comunista y la niñez es entonces una fiesta de adultos entregados a una borrachera idealista de izquierda y el subsiguiente choque con la realidad, cuando empiezan la represión, los infiltrados, las desapariciones, las torturas, las delaciones. El protagonista entra en la adolescencia, la escuela, el barrio, la pandilla. Crímenes menores entre aprendices de criminales. Robos, drogas, peleas, mujeres, sexo, muerte.
El relato se va armando apoyado en la narración del protagonista y otros personajes. A la inocencia y torpeza del primero, siempre perdido pero siempre listo a huir y salvarse, se le oponen el cinismo y lucidez de los otros narradores, casi siempre resignados a hacer lo que tengan que hacer para sobrevivir.
Toca enamorarse y ser traicionado. Toca ver morir a los primeros amigos. Toca seguir en la universidad, disputada por guerrilleros, narcos y militares. Tocan polvos increíbles, amores imposibles, lágrimas, borracheras y peleas. Toca lidiar con los narcos, negociar, huir de la represión. Toca que el ejército se lleve a tu novia herida y vivir como un fantasma en la calle, mendigando y fumando. Toca una leva y servir en el ejército, etc.
Resumido así, todo esto suena un poco exagerado y bastante trillado. Pero si la intensidad y las emociones las formamos y canalizamos por los relatos que circulan en la cultura (canciones, chismes, cuentos, películas, historias), Sergio Álvarez hace lo mismo para tocar una fibra cierta. El registro sentimental, melodramático, exagerado, no es sólo estilo. Es una manera de dar forma a la violencia para conectar con ella. Álvarez toma el código y le devuelve la energía de la que todo código social emerge. Es una operación distinta pero afín a la de Manuel Puig con
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