50 Sombras Liberadas
Enviado por PhilLopez • 27 de Enero de 2014 • 643 Palabras (3 Páginas) • 272 Visitas
Prólogo
M ami!le gusta. Mami está dormida en el suelo. LlevaMe duele la tripa. Tengo Le cepilloÉlelno está aquí. sé
¡Mami! mucho tiempo dormida. pelo porque
que No se despierta. La sacudo. ¡Mami! hambre. Y
también tengo sed. En la cocina acerco una silla al fregadero y bebo. El agua me salpica el jersey azul. Mami
sigue dormida. ¡Mami, despierta! Está muy quieta. Y fría. Cojo mi mantita y la tapo. Yo me tumbo en la
alfombra verde y pegajosa a su lado. Mami sigue durmiendo. Tengo dos coches de juguete y hago carreras
con ellos por el suelo en el que está mami durmiendo. Creo que mami está enferma. Busco algo para comer.
Encuentro guisantes en el congelador. Están fríos. Me los como muy despacio. Hacen que me duela el
estómago. Me echo a dormir al lado de mami. Ya no hay guisantes. En el congelador hay algo más. Huele
raro. Lo pruebo con la lengua y se me queda pegada. Me lo como lentamente. Sabe mal. Bebo agua. Juego
con los coches y me duermo al lado de mami. Mami está muy fría y no se despierta. La puerta se abre con un
estruendo. Tapo a mami con la mantita. Él está aquí. «Joder. ¿Qué coño ha pasado aquí? Puta descerebrada...
Mierda. Joder. Quita de mi vista, niño de mierda.» Me da una patada y yo me golpeo la cabeza con el suelo.
Me duele. Llama a alguien y se va. Cierra con llave. Me tumbo al lado de mami. Me duele la cabeza. Ha
venido una señora policía. No. No. No. No me toques. No me toques. No me toques. Quiero quedarme con
mami. No. Aléjate de mí. La señora policía coge mi mantita y me lleva. Grito. ¡Mami! ¡Mami! Quiero a
mami. Las palabras se van. No puedo decirlas. Mami no puede oírme. No tengo palabras.
—¡Christian! ¡Christian! —El tono de ella es urgente y le arranca de las profundidades de su pesadilla, de
su desesperación—. Estoy aquí. Estoy aquí.
Él se despierta y ella está inclinada sobre él, agarrándole los hombros y sacudiéndole, con el rostro
angustiado, los ojos azules como platos y llenos de lágrimas.
—Ana. —Su voz es solo un susurro entrecortado. El sabor del miedo le llena la boca—. Estás aquí.
—Claro que estoy aquí.
—He tenido un sueño...
—Lo sé. Estoy aquí, estoy aquí.
—Ana. —Él dice su nombre en un suspiro y es como un talismán contra el pánico negro y asfixiante que le
recorre el cuerpo.
—Chis, estoy aquí. —Se acurruca a su lado, envolviéndole, transmitiéndole su calor para que las sombras
se alejen y el miedo desaparezca. Ella es el sol, la luz... y es suya.
—No quiero que volvamos a pelearnos, por favor. —Tiene
...