ABRIR NUEVOS MUNDOS
Enviado por mar12t • 8 de Mayo de 2013 • Trabajo • 4.491 Palabras (18 Páginas) • 396 Visitas
UNIVERSIDAD LA REPUBLICA
FACULTAD DE INGENIERÍA
ABRIR NUEVOS MUNDOS
Iniciativa empresarial, acción democrática y solidaridad.
Primer semestre, 2000
SOBRE LOS AUTORES
Fernando Flores, Chileno, desempeñó en tres ocasiones el cargo de ministro de Estado con Salvador Allende. En la actualidad es presidente de la Business Desing Associates (BDA). Experto en administración de empresas, autor de cuatro libros, durante más de treinta años ha estudiado cómo trabaja y se entiende la gente a través de la tecnología y el lenguaje, creando sistemas que han desarrollado en gran medida la comunicación y la coordinación en el mundo de los negocios.
Charles Spinosa, doctor en Literatura Inglesa por la Universidad de Berkeley, se ha especializado en innovación y en todos los ámbitos de la acción emprendedora.
Hubert L. Dreyfus, catedrático de la Universidad de Berkeley, es una autoridad internacionalmente reconocida en Martín Heidegger y en la aplicación de su pensamiento a la técnica y la cibernética.
INTRODUCCIÓN
“Este libro intenta desarrollar sensibilidades, no conocimientos”. Estas son las primeras palabras del autor, el que intenta entregarnos una perspectiva que permita desarrollar destrezas básicas para convertirse en un emprendedor, un ciudadano comprometido y un cultivador de la solidaridad. Además adquirir la capacidad de poder observarse y mirar el mundo como una experiencia diferente y nueva, con capacidad de asombro y maravilla, con una capacidad para comprometerse con nuevos modos de ser.
El libro se escribió para tratar de dar un apoyo a los nuevos y viejos empresarios del mundo, el cual trata de mostrar la penetración en territorio desconocido a través del empleo, al mismo tiempo, de la teoría y la experiencia practica de sus autores.
El objetivo principal de este libro es mostrar cómo las prácticas emprendedoras, las de los ciudadanos comprometidos y las del cultivo de la solidaridad se fundamentan y se integran, en definitiva, en una destreza crucial para nuestra civilización que los seres humanos han poseído en occidente, al menos, durante 2500 años: el Hacer-Historia.
FORMAS DE HACER-HISTORIA
Hacer-Historia: Se le llama así al conjunto de destrezas especiales que están en el fondo de la acción emprendedora de la acción ciudadana y del cultivo de la solidaridad. Así solo cuando algo cambia el modo en que nos entendemos a nosotros mismos y nuestro vinculo con las cosas, surge el Hacer-Historia. Por esto no afirmamos que el feminismo hizo-historia solo porque haya modificado los juicios reflexivos que formulamos sobre las mujeres. Más importante es constatar que el feminismo cambió el modo en que percibimos a las mujeres antes de nuestros juicios reflexivos. En esto consiste un cambio cultural, pues modifica nuestras emociones fundamentales no reflexivas.
A ese cambio se llega a través de un ciclo que se inicia a partir de una emoción no reflexiva que, luego, de enfrenta a una serie de acciones, hechos y discusiones públicas y por fin, deriva en una nueva emoción no reflexiva, que se internaliza en una nueva visión del mundo compartida por mucha gente. A este cambio medular de percepción lo llamaremos Hacer-Historia.
Entre las destrezas occidentales para hacer historia, existe la articulación (Ayudar al pueblo a recuperar la imagen de pioneros) y la apropiación cruzada (Procedimiento de atraer ciertas prácticas hacia contextos donde no era probable que se generasen)
La historia como trasfondo
En este momento de la historia pocos se ven como hacedores de esta y pocos se ven desde la perspectiva de llevar a cabo una gran misión. Así con grandes masas de ciudadanos no comprometidos, hay dos modos no históricos de afrontar nuestras existencias: vivir como sujetos modernos que controlan un mundo objetivo o transformándonos en sujetos posmodernos, situados en el fin de la historia.
Para comprender qué éramos como hacedores-de-historia y cómo podríamos seguir siéndolo, observamos dos formas de escapar de la historia, una heredada del siglo XVII y otra que aún se está inventando.
La del siglo XVII es la que postula Galileo el cual no promueve una concepción no central del hombre, apartado de las cosas, al explicar los fenómenos físicos en términos de leyes fundamentales que se cumplen de modo ajeno a nosotros. Luego que Descartes tomo las enseñanzas de Galileo la gente aprendió a concentrarse en las tareas productivas aumentando su importancia en las prácticas cotidianas, a través de métodos. Al hábito de reflexión de Galileo, puesto en relieve por Descartes, lo llamaremos distanciamiento, un hábito que, en última instancia, puede arrastrarnos a una actitud de abandono del compromiso. Este distanciamiento lleva a quienes lo practican a buscar el mejor punto de vista que es el que se sitúa como espectador distanciado. Este distanciamiento, también nos permite una visión más amplia, puesto que nos aparta de las presiones inmediatas y podemos mirar lo que tenemos al frente en sus relaciones con otras materias.
El distanciamiento permite que nos sustraíamos de las pasiones del momento para tratar de alcanzar la objetividad, es decir, para pensar y hablar al margen de las variaciones de nuestras disposiciones de animo, propias de la vida cotidiana.
Nos distanciamos para recrear uno de esos momentos en que creemos estar pensando con mayor claridad. Esta forma de distanciamiento se valora mucho en la actualidad ya que preferimos una evaluación distante y fría, aunque sea torpe, a otra aguda en su tratamiento de hechos, pero que delata una visión apasionada.
El distanciamiento alcanza su máxima expresión cuando privilegiamos una visión instrumental, la que mira las cosas con ojos de extraño, ver las cosas como si fuesen raras y singulares. Luego, distanciándonos de ellas captamos con mucha claridad los aspectos que sirven a nuestro propósito.
La ultima forma de distanciamiento aparece cuando en nuestra investigación instrumental aislamos los aspectos de las cosas y analizamos la interrelación de sus componentes. El cartesianismo nos orienta nuestro deseo personal de tener siempre la razón, guía nuestra impresión de que aquello que se dice con vehemencia es poco fiable. Lo espontáneo nos suena a imperfecto, así las instituciones refuerzan nuestro sentido de la responsabilidad al exigirnos ordenados esquemas del mundo, además al hablar de la institución del poder nos remite a visiones de elites que controlan lo que la gente hace en los negocios, en la vida pública, incluso en sus actividades cotidianas.
En cualquier aspecto de nuestras
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