AL BORDE DEL LAGO IÑAKI
Enviado por JosueKisuke7000 • 4 de Febrero de 2016 • Reseña • 1.596 Palabras (7 Páginas) • 253 Visitas
PALABRAS DEL AUTOR
Las cosas que muchas de las veces planeamos y no salen como queremos, nos llegan a decepcionar; y cuanto mayor es la ilusión, mayor será la depresión. Algo que quizá muchos de nosotros ya estamos acostumbrados. Pero bien o mal siempre nos dejan algo de enseñanza, aprendemos cosas importantes al respecto; o algunos simplemente no quieren darse cuenta y siguen con los que les gusta hacer.
Las tardes siempre son tan hermosas, los amaneceres como de ficción y los anocheceres como de ensueño. Los minutos y horas se toman como segundos, se pierde todo conocimiento racional; solo existe aquella persona que te hace ser el más afortunado de todo su mundo. No hay defectos, nada, nada en absoluto podría ser mejor que estar todos y cada uno de tus días a su lado. Este es el caso de Cipriano Bosques un personaje que buscara hacer hasta lo que resulte imposible por impedir que la mujer que amó no se le vaya como agua de las manos.
Tras un sinfín de complicaciones pretenderá alcanzar su sueño, al adentrase en una gran aventura al lado de unos grandiosos amigos.
Ubiquémonos para empezar. Retrocedamos a hace 15 años cuando yo era apenas un pequeño e inocente niño. En las afueras de la ciudad Pescado Azul, donde no hay ruidos de personas yendo de un lado hacia otro, el infernal ruido de autos, más que el maravilloso cantar de las aves, la relajante brisa que circula por todas las copas de los árboles que dan abundantes y refrescantes sombras a un acogedor lugar: un lugar aislado donde únicamente se puede llegar mediante botes, que hay quienes aprovechan los pequeños grupos de gente para poder obtener algunas ganancias. El lugar es muy próspero y cómodo para vivir. El pandillerismo y cosas como el narcotráfico de elementos ilegales como armas o algunas drogas, se hacían presentes; pero poco, pues nuestra pequeña ciudad jamás se vio infestada de situaciones lamentables en relación con drogas u otros objetos que causan estragos en las personas o comunidades enteras. Siempre hay personas buenas y malas, en todas partes.
Toda mi vida he vivido cerca del Lago Iñaki, un hermoso lugar. Las personas son de lo mejor siempre son muy gentiles con los visitantes. Desde que tengo memoria mi familia y yo nos asentamos cerca de ese pequeño lugar. Eran muy pocas viviendas las que existían en ese entonces. Al menos así era, hasta que poco a poco, más personas fueron haciendo nuevas residencias. Fue todo tan hermoso en la etapa de mi infancia. Siempre al lado de mis dos grandes amigos Marcoval y Omar. No conocíamos más que reír. Echar de carcajadas cuando una travesura resultaba grandiosa sin haber sido descubiertos. Incontables batallas ganadas en contra de los monstruos que nos querían comer –que solo existían en nuestra imaginación-. Lo más hermoso y divertido era visitar todas las tardes el lago Iñaki antes de que el sol abandonara su lugar en el extenso cielo, que yo creía que algún día colapsaría y quizá por fin iba a poder tocar las nubes. Chance y pueda pasar.
Cuando alcancé la edad requerida para cursar la primaria, mis padres me inscribieron. Mis dos amigos y yo éramos casi inseparables, aun cuando ingresamos a la escuela. El primer grado fue fantástico, conocí a más amigos. El hacer rodar y que la pelota saliese volando por los aires, y en todo momento tratar de llegar a la otra portería para poder anotar un gol. Siempre fue divertido para todos y cada uno de nosotros.
Pronto y sin darnos cuenta las vacaciones de verano ya habían llegado a su fin y en un abrir y cerrar de ojos la puerta de la escuela se habrían para cursar el segundo año de primaria. Toda mi escolaridad primaria o básica fue tan maravillosa… hasta el primer grado de secundaria o séptimo grado; porque una vez que el séptimo grado dio comienzo, toda lógica para mi dejó de serlo pues todo lo que creía parecía haber llegado a su fin…
Estábamos ingresando a nuestro nuevo salón de clases, por fortuna habíamos quedado en el mismo grupo, mis amigos Marcoval y Omar y yo platicábamos sobre qué tan bien nos había ido en nuestras vacaciones. En nuestros alrededores podíamos apreciar otros salones habían más alumnos, de otros grados o del mismo que nosotros, algunos profesores tomaban café. Quizá para despertarse y poder empezar a dar clases bien. La entrada principal del colegio ya la estaba cerrada, y como reglamento se podía volver a abrir después de 10 minutos por aquellos que aun venían dormidos en el camino. Me costaba aun creer que mis vacaciones ya eran historia.
A las 7:03 am tocaron el timbre para que todos ingresaran a sus respectivos salones. Una vez estando dentro tuvimos que esperar unos minutos más para que el profesor llegara para impartir su clase, mientras eso pasaba, en el aula había grupitos de alumnos que platicaban sobre temas en particular.
-¡¿Ya vieron?! Nuestro nuevo salón es inmenso… está mejor de lo que pude imaginarme- habló Omar, para romper el pequeño silencio que se había formado, rascándose la cabeza con dos de sus dedos de la mano derecha y abriendo los ojos inmesuradamente mirando los alrededores del lugar-.
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