AL COCO
Enviado por manuelito1000 • 30 de Junio de 2014 • Ensayo • 1.365 Palabras (6 Páginas) • 157 Visitas
AL COCO
De niño una de las prácticas que cada dos meses me cautivaba era cuando papá o mamá me conducían presurosos para mi correspondiente corte de cabello en una de las escasísimas peluquerías que por esos años existía en nuestra localidad. Además era la peluquería donde mi padre también asistía con frecuencia, por ende el personal que atendía ya estaba al tanto de mi presencia no solo por el habitual corte sino también por algunas travesuras que engendraba.
Lo que me agradaba de la peluquería era sin duda el sillón que tenía incorporado la estatuilla de un caballo, que por cierto era donde reducían mi gran pelambre, y además el olor característico que emanaba el local producto del uso prolongado de los insumos clásicos. Sin embargo lo que siempre llamó mi atención, y que para ese entonces no comprendía, era el sillón para los adultos que tenía incorporado en uno de sus costados una faja de cuero que servía para asentar la navaja y entonces proceder a afeitar al cliente. Me causaba sonrisas interminables la actitud del peluquero cuando sujetaba dicha faja y procedía, con movimientos estereotipados, a friccionar la navaja de un lado para el otro.
Dicha peluquería llevaba por nombre El Sol, ahí trabajaban tres personas, sin embargo solo uno de ellos era el que regularmente se encargaba de mi cabellera. En el salón de corte se podía apreciar dos espejos grandes que reposaban sobre un mostrador de color caoba finamente decorado con detalles asociados al oficio, además en dicho soporte se conglomeraban gran cantidad de perfumes, lociones, pomadas, cremas, talco, glostora sólida y liquida y una serie de elementos como máquinas manuales, tijeras, alcohol, toallas, papel, perchero, agua, peines, bata blanca y loción francesa llamada "De Charles Antel" que servía para ondular el cabello, todo ello con el único objetivo de embellecer a los usuarios. Las paredes también estaban correctamente engalanadas que favorecía una clientela asegurada. Algunos leían modernas revistas, otros preferían leer el diario mientras esperaban con paciencia su turno respectivo. En ese sentido, la peluquería había alcanzado un notable prestigio.
Papá siempre prefería cumplir sus actividades muy temprano, es por eso que la gran parte de las veces que asistíamos a la peluquería era al promediar las ocho de la mañana, caminando pasábamos por la plaza de armas en donde podía advertir los ómnibus que llegaban de la capital, entre ellos las empresas “La Perla” que relucía por su color blanco y un tono rojo bajo, “Arellano” que era de color anaranjado y “Expreso Nor Oriente” de color verde oscuro, y que los pasajeros desembarcaban en dicho lugar sin temor a ningún contratiempo para luego saludarse efusivamente con sus familiares.
Cuando correspondía el turno de mamá, élla prefería hacerlo por las tardes, pues no había forma de hacerla perder su programa radial favorito, llamado “El Momento Romántico”, propalado también por la única emisora que poseía la ciudad. Sus canciones preferidas siempre fueron las de Miguel Gallardo, Camilo Sesto, Julio Iglesias y Nelson Ned, además porque siempre canturreaba dichas melodías mientras se avocaba a las exigentes labores del hogar.
Bajo la conducta descrita transcurrió mi niñez, que yo recuerdo entre los tres y seis años de edad. Próximo a cumplir siete años, empecé a plasmar mis tareas por mi propia cuenta, en escasas oportunidades solicitaba ayuda a uno de mis padres, incluso les escuché comentar, el muchacho es ordenado, ya sabe asearse, es amable con sus hermanos, sabe hacer mandados, sabe comprar correctamente en la tienda de la esquina, es momento que ya se dirija solo a la peluquería, pues está cerca y ya conoce muy bien el trayecto. Esta última frase mi padre lo expresaba con firmeza porque la ciudad se caracterizaba por una real tranquilidad, escasas unidades móviles, las personas nos conocíamos entre sí, es decir, no había motivo de preocupación para que un niño de siete años se pueda desplazar a tan solo cuatro cuadras de su casa y
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