ALGUNOS CONCEPTOS EN TORNO A LA PRÁCTICA DE CHI-KUNG

La práctica del chi-kung, considerado como una de las ramas fundamentales de la medicina tradicional china, tiene entre sus objetivos primordiales la protección general de nuestra salud física y mental, el potenciamiento de nuestra energía vital y, en último término, la prolongación de nuestra vida. Para cualquiera que esté dedicado a trabajar en la mantención de la salud de otras personas debiera ser indispensable sostener la práctica regular de una disciplina que asegure, en primer lugar, el cuidado de la propia salud. El chi-kung es, en tal sentido, una herramienta invalorable. La prevención de enfermedades, la circulación fluida del chi o energía vital, la obtención de un cuerpo flexible y maleable, la armonización de las emociones y la calma de la agitación mental: son sólo algunos de los múltiples beneficios de una práctica dispuesta para el autocuidado de cualquiera, un entrenamiento que no exige ni equipamientos sofisticados ni maniobras demasiado difíciles, practicable en cualquier momento del día y casi en cualquier lugar.

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Wu Ji, la postura inicial desde la que iniciamos el movimiento, se traduce literalmente como “sin forma”: viene a representar la idea de un estado original, indiferenciado, sin separación, anterior a la dualidad de Ying y Yang. Así como existió, según la visión taoísta, un vacío original desde el cual se originó el Universo, en Wu Ji tanto la mente como el cuerpo se encuentran en un estado análogo de vacío o neutralidad, anterior a cualquier pensamiento, movimiento o forma; desde esa inmovilidad habrá de iniciarse la acción. El símbolo que ilustra el Wu Ji es un círculo vacío: una figura que lo encierra todo pero no contiene nada.

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La respiración, durante los ejercicios de chi-kung, debe ser silenciosa y tranquila; la extensión de la inhalación y la exhalación debería ser lo más larga posible, sin por ello implicar un esfuerzo exagerado o desmedido de nuestro aparato respiratorio. Esto requiere, claramente, que la respiración se realice con suavidad y lentitud, sin prisa y sin tampoco intentar llevar nuestra capacidad pulmonar más allá de sus capacidades: si no podemos realizar un movimiento en una sola inhalación, hacemos una pausa para exhalar y recomenzar desde ahí una nueva inhalación. De este modo podemos mantener una respiración tranquila, continua y profunda.

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En el ejercicio destinado a “equilibrar los opuestos” aprendemos a tomar conciencia del movimiento del chi por nuestro cuerpo, entrenándonos en movilizarlo entre el dantian medio y el inferior. Hacemos circular la energía Yang del corazón (elemento fuego) y la energía Yin de los riñones (elemento agua), equilibrando de este modo el flujo de ambos elementos. Con el movimiento ascendente-descendente de las manos en la inhalación y la exhalación, respectivamente, mezclamos estas energías y armonizamos los opuestos: al inhalar, hacemos que la energía Yin (agua) ascienda para refrescar al corazón, otorgándonos calma mental y serenando la agitación; al exhalar, por el contrario, dejamos que la energía Yang (fuego) descienda a los riñones, calentando el agua que alimenta el metabolismo corporal y nutre la esencia.

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La estabilidad de la médula espinal es esencial en la práctica de chi-kung. Es fundamentalmente por esto que cuidamos de mantener la columna lo más erguida posible durante los ejercicios, preocupándonos en especial de mantener una pelvis neutra (ligeramente en retroversión si la curva lumbar es muy pronunciada, pero sin llegar a bascularse demasiado hacia adelante o atrás), una espalda baja larga, un cuello extendido, un pecho abierto y suave. Queremos mantener la correcta alineación de la columna sin por ello estar excesivamente rígidos: una columna flexible, provista de soltura y movilidad, es capaz de responder a los movimientos sincronizados del resto del cuerpo.

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