Africa Y Las Leyendas
Enviado por damianatorres • 18 de Marzo de 2013 • 500 Palabras (2 Páginas) • 393 Visitas
AFRICA, TIERRA DE MIL LEYENDAS Y AVENTURAS
EL BANTÙ EN AMERICA.
Desde el cómodo butacón de la civilización occidental, el blanco contempla el continente africano con una mezcla de curiosidad y paternalismo, escuchando el clamor lejano de viejas strippers que se niegan a desaparecer. Negros que nacieron en áfrica, porque asilos dispuso la naturaleza, y negros que nacieron en América, por que así lo dispuso el blanco, negros que hablan ingles, que se gradúan en la universidad de Harvard, que forman parte del sistema. Pero el eco ancestral de voces arquetípicas que pueblan el inconsciente colectivo de muchos negros americanos, les habla en batu.
Y en una cualquiera de las numerosas lenguas del grupo bantú, la de los bubis, pamues cafres interlacustres, la voz de la raza; de la cultura, de la idiosincrasia, canta al oído del negro americano su canto selvático que se superpone al soul y hace temblar su alma batiendo los sabios compases del tam-tam.
Ese negro se asoma a los disparatados ventanales del marketing, vistiendo ropas de blanco, escucha bajo la tierra americana las voces de sus abuelos africanos que le llaman en bantú para recordarle que la fuerza vital que fundamenta el dinamismo del cosmos y mueve a todos los elementos de un mundo en equilibrio inestable, no es el dinero, como el blanco le ha enseñado a creer, ni el poder temporal que permite al hombre, ni la fuerza bruta que confieren el armamento y la tecnología puntera, como el blanco la ha venido explicando.
Esa voz ancestral de los antepasados que cada familia reverencia y magnifica, ese alma del negó difunto incluida por el vivo en el ciclo
Santoral, llega hasta el par contrarrestar el aprendizaje que el blanco le ofrece señalarle que la fuerza vital del hombre, es el mana, el que hace existirlas cosas, el que hace que el hombre participe de los seres superiores. Y le enseña que los dioses blancos, a los que han pretendido hacerle adorar, son indiferentes ante los sufrimientos de los negros, que solo el dios que admite y ama la magia buena de los bantú y aprecia las practicas rituales celebradas tras la invocación a la divinidad, es el cielo que ordena la lluvia y es señor del universo, a quien hasta la tierra, obedece, es el que se compadece del desahucio y de la apartheid. La tierra, por la que juran los pueblos bantú, la que oprime su vientre con ambas manos para retrasar parto del monstruo hermafrodita, la que se palpa bajo los pies, la que se abre para dar fruto o recoger piadosa el cadáver que el espíritu ha desocupado.
El canto ancestral que repica en su alma de negro pintado del blanco por la civilización de otro mundo le recuerda la distancia insalvable que la separa del blanco, por que el blanco vio en el negro uniformidad, ausencia de individualidad creyó, como gide, imposible distinguir un negro de otro y solamente.
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