Al Gran Salvador Lara

A nuestro maestro Salvador Lara, le llamábamos “Apache” y él, para “retrucarnos” nos decía “apachíos”, con lo cual establecía un trato cordial, empático y cariñoso entre profesor y alumnos. El “Apache”, era muy carismático. Todos lo queríamos. Tenía una regla de regular tamaño y fuerte donde le inscribió con pintura: “Madre Pedagogía”. Recibíamos reglazos en las posaderas cuando era necesario y él agregaba: “este es apachío, tu madre pedagogía para que te corrija”. Así correteaba por el patio y salones del colegio sembrando disciplina con buen humor y risas. Fue un Maestro, un amigo, un padre y un hermano mayor. Por eso, en su homenaje le pusimos a nuestra promoción: “Salvador Lara”, con mucho orgullo.

Nota aparecida en la sección editorial del diario Satélite del último miércoles, a propósito de una promoción que cumple sus Bodas de Oro.

Casos como los narrados por Orlando Angulo que evoca su paso por el colegio General Salaverry hay muchos. ¿Quién no recuerda a un profesor con estas características?

En primaria, recuerdo a mi profesora Elia, te tez morena y muy bajita que nos daba reglazos en la mano. Era bien estricta, de tanto reglazo que nos daba, a veces se rendía y mejor se reía, sobre todo cuando tenía que castigar a mi amigo Stalin que se frotaba las manos con ajos.

En secundaria, los Mariateguistas recordamos al Profesor de educación física Tomás Feria. Le decíamos: “el loco Feria”, era nuestro asesor y nos daba unos reglazos cuando no le obedecíamos, nos daba de alma. Cuando entregaban libretas, pobre que tengas un rojo. Estudia m… un reglazo por cada rojo, a varios los hizo llorar.

El otro día me contaba Emilio (en su cumple) que “el loco” le dijo: Tu para que estudias, que va ser de tu vida, no piensas en tus padres car… que vas hacer de grande (había sacado unos rojos), él, le respondió: Cantante. Entonces que m... haces aquí, dedícate a cantar y zas, zas, los reglazos.

En el colegio militar, creo que la mayoría de las promociones recuerda al suboficial Alvarado, más conocido como llapanatic. El “Llapa”, tenía una soguilla de unos 50 cm, enrollada en uno de sus extremos a la cual llamaba “la ley”, lo llevaba siempre en su bolsillo posterior y dolía como m… Cada vez que le dábamos motivo para usarla te llamaba. ¡Ven aquí carajo! ¡Culo m…! y zas, tenías para sobarte un largo rato.

El “llapa” es el más querido en la historia del colegio militar. Hasta hoy, se inclinan ante él, Generales y altos oficiales de las tres fuerzas armadas. Incluso, los hace ranear y hasta les recuerda “la ley” que creo hasta ahora la lleva consigo.

Mi suboficial, así le decimos hasta hoy, (termino con el grado de técnico) ha cumplido hace poco 73 años y creo que merece largamente que alguna de las promociones salientes lleve su nombre. Es el mejor homenaje que se le puede

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