Algunos Datos Sobre El Simce

El SIMCE puede tener efectos positivos o negativos sobre la calidad de los aprendizajes y la enseñanza. No es raro querer evaluar el logro de la educación en el país con diversos objetivos: monitorear la efectividad del sistema y diseñar políticas pertinentes; evaluar la utilización de recursos y la aplicación de medidas; detectar sectores más débiles y diseñar estrategias correctivas (Eyzaguirre & Fontaine, 1999). A través de pruebas estandarizadas, Chile se somete constantemente a evaluaciones extranjeras como lo son PISA y TIMSS, pero no le prestan la misma consideración como lo hacen con el Sistema Nacional de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE).

Según Eyzaguirre & Fontaine (1999), el SIMCE ejerce gran influencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje poniendo en altas esperanzas el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación, pero existe, como en todo orden de cosas, una corte de detractores que sostienen que esta evaluación puede ser injusta, que posee el poder de degradar la enseñanza en los establecimientos y posicionarlo en niveles de reconocimiento bastante bajos además de hacer públicos estos resultados sometiendo a los establecimientos y a los docentes a juicios de valor por parte de personas que no conocen el procedimiento de trabajo del mismo, ocasionando controversias dentro del establecimiento, e inclusive, problemas de corte emocional y estrés tanto en alumnos como en docentes que deben prepararse para rendir esta prueba.

En este ámbito el aporte de Moriana & Herruzo (2004), es la evidencia de que la insatisfacción con el rol laboral y la presión en el trabajo correlacionan con una sintomatología de tipo somático, depresiva, de ansiedad e insomnio. Por otra parte el trabajar bajo presión, provoca la ambigüedad y el conflicto de rol, la sobrecarga laboral, afecta el clima de la clase y la autoestima del docente, generando consecuencias en el desarrollo óptimo de una práctica docente.

Con respecto al SIMCE hay quienes aseguran y creen que esta evaluación nos entrega una herramienta vital para ver en profundidad cómo se está trabajando en los establecimientos del país, además de proporcionar evidencia muy importante para la elaboración de propuestas en materia de calidad y equidad, a modo de perfeccionar los aprendizajes.

El docente encargado de un curso que se presentara a la Evaluación SIMCE juega un rol primordial, pues será el encargado de velar que los estudiantes posean los conocimientos y habilidades que serán evaluados de acuerdo con los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios (OF-CMO) del Marco Curricular (según Decreto Supremo Nº 256, de 2009). Teniendo en conocimiento que dicha prueba no puede evaluar por ejemplo: la comunicación oral y el cálculo mental, los cuales de todas formas complementan las habilidades que serán evaluadas. Considerando este punto se torna casi inevitable que el docente experimente algún sentimiento frente al proceso previo a la medición de la Evaluación SIMCE.

Este tema es de relevancia y no solo se da en nuestro país. También existe evidencia de profesores con estrés debido a trabajar bajo o sobrepresión. Una idea de Abascal & Bornas (1992), tal como aparece citado en De La Torre (2006), dice que desde los años setenta vienen proliferando estudios que sugieren un marco preocupante, en Francia un 35% del profesorado sufría depresiones reactivas y neurosis de ansiedad, frente a una incidencia del 20% que presentaba la población no docente con semejante nivel sociocultural. Las sociedades orientales no constituyen una excepción, ya que en China un 15% del profesorado de nivel elemental y medio manifestaba depresión y un 5% ansiedad. En EE.UU. el número de profesores con fuerte tensión emocional se situaba entre el 27% y el 45%.

Muestras que van desde 110 a 2.290 profesores, arrojaban entre un 11% y un 37% de docentes que padecían trastornos afectivos; respecto a los niveles de tensión durante el trabajo, la fluctuación iba desde el 16% al 78%.

Por otro lado, contextualizando este tema en nuestro país, un 16% de los profesores presentó trastornos mentales en el último año, según un estudio realizado por la Facultad de Salud de la Universidad de Chile que estableció el vínculo entre la salud mental de los docentes de escuelas municipalizadas y los resultados en la prueba SIMCE. (Cox, 2001)

La mencionada investigación se desarrolló sobre una muestra de 189 profesores de

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