Amor para nueve bosques.
Enviado por Luz Vilca • 31 de Agosto de 2016 • Apuntes • 2.207 Palabras (9 Páginas) • 206 Visitas
AMOR PARA NUEVE BOSQUES
SELLADO CON UN BESO
A pesar de que nos tengamos que decir adiós el verano
Hay caricias como rosas en la lívida mañana. Juan Ramón Jiménez
Mi país era el olvido, una región sin importancia. Ahí, largamente, el calor llegaba en peregrinación. No se sabe de dónde venía, pero llegaba sin descanso Con notorio, ajeno e indefenso aburrimiento. Hasta que una mañana la humedad dejó de predicar Su maravilloso dolor y sus ruidos recién cortados. Llegó a mi país el amor con su historia cotidiana. Ese amor inaudito: Silencioso, manso e incoloro. Amé al amor por pura rutina hasta envejecer. Amé al amor sin mirar los relojes ni los siglos. Amé al amor con apetito, sin tanta parsimonia. Y el amor me dio a guardar su silencio sin edad, También me dio su miedo, su ternura y su velero. Yo le di, a cambio, caricias que un día lluvioso Recogí del bosque con desordenada gracia. De pronto me dijo que se iba. Sin pausa acomodó sus ropas, Su nombre, su paciencia indescifrable, su sombra lodosa. Me dio un beso. Afuera, el verano gobernaba con su poder.
CARIÑO, TE PROMETO ESTO
Cualquier camino conduce a la muerte. No lo olvides o, mejor dicho, no lo ignores. La noche con su breve capítulo se extiende Impertinente más allá del fastidio y de La multitud de aguas desparramadas. En la muerte y en la noche yo te espero Lamiendo aquella sal de lo que no seré. Te espero como un apóstol anónimo, Te espero de un modo interminable, Te espero en la banca del viejo buque. No olvides traer los nuevos recuerdos Porque en ellos toda esperanza huele al Fuego con que se queman las manchas, Los pecados, los dones y los deseos. No olvides que los poetas salen del mar. Ya sabes que detrás de la brisa hay una ola Inconcebible donde copula el sordo silencio. Ven como viene el sol con su ajena sorpresa, Yo he de darte un pedazo de mi tardía nada.
TE MANDARÉ TODO MI AMOR
Aunque no lo quieras creer, niña fenicia, Todas las tardes, alejado de todo y de todos, Alejado del miedo y su heladería, alejado De la verdad y su provocado desorden, Alejado de los lienzos que pinta el tiempo, Diré tu nombre inagotable, en secreto, A espaldas de cualquier ambición terrenal. Es que tu nombre huele a un ciego bosque Donde se aprende veloz el habla catalana. Y en tu nombre los ríos crecen un poco más, Los minutos son más leves con sus turistas Y en el monte los rebaños piden protección. Te escribiré una carta con sílabas en calma, Cada palabra tendrá mi edad y su quietud, En esa carta te mandaré cierta misericordia Para que nunca -ni aún durmiendo- peques, Te mandaré mi amor y mi loca costumbre De ponerle zancadillas a las almas en pena.
TODOS LOS DÍAS EN UNA CARTA
Te contaré lo que la soledad ha varado En sus orillas o lo que los reyes han soñado En la niebla donde copula el cisne sin límite. Te contaré lo que los dioses previamente hacen Antes de irse a dormir o antes de sembrar los Mismos helechos sobre la misma superficie. Te contaré –también- de la crisis provocada Por aquellos números algo insólitos e infames O de la crisis que sólo deja milagros y despojos. En una carta, con la palabra más azuleja, Describiré la seca parcela en donde el olvido Hace sentir toda su abigarrada presencia. Me dirás -muy indiferente- que ya estoy loco De tanto ver el mar y el borboteo de su sal, Me dirás que la ciudad con sus ladrillos Y su maquinaria letal sigue siendo generosa, Me dirás que los peces del acuario público Congrega a la gente sin ningún motivo.
SELLADA CON UN BESO
La carta irá sellada con un beso apenas cautivo O con una gota de agua ciega para que recobres El sentido de la agonía que suele esperar el paso De los aviones en las afueras de la eternidad. Sí, sellada con un beso, mi carta y su rebaño, Mi carta insaciable y sin fecha precisa A fin que no tengas fastidio del clima babilónico, Mi carta llena de ruidos y de hierbas estériles, Mi carta que huele a pálidas flores –pese a todo-. Sin estampilla de colores ni algas vespertinas, Solamente con un indeleble beso de prostíbulo, Con un beso suburbano, con un beso de batalla, Con un beso circular y extendido e incestuoso. Desde este mar, con todas sus espuelas, su gaviota Enfermiza, con su barco sin doctrina y sin bandera, Con su mosca que insensata se posa por placer En la piel del hambre o en el color que se marchita, Desde este mar te escribiré inexplicablemente. Sí, va a ser un frío y solitario verano Sin ti todo vendrá a destiempo, Hará frío sin mayor o menor plazo. Los navíos ya no traerán impertinencias Y el que murió ya no será un anónimo. Dejará de mojar la insólita rutina, Pero la doncella seguirá ocultándose En el gozoso espejo que da la precariedad. Hará frío y hará soledad hasta el espanto, Hará tarde en las tardes y hará domingo Todos los días aunque la historia no quiera Registrar el epitafio de nuestra tumba. Será un verano azul para mí, un verano Poblado de insomnios y promesas desiertas. Tú, bajo otro cielo y otra imposibilidad, Seguirás plantando hitos en el después O, quién sabe, le harás dar miedo al miedo. A esta playa solamente vendrán los que Han perdido la memoria y su demencia.
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