El Bosque

Un día un señor llamado Tzakir Ruaj decidió comprar una tierra. Luego de

haberla comprado, decidió que cada día plantaría una semilla para así luego

formar un bosque con 365 árboles. Cada mañana Tzakir Ruaj desayunaba y se

iba al monte a plantar una nueva semilla, regaba las otras y veía germinar

algunas. Al cabo de un mes contó los árboles que estaban crecidos o las

semillas que habían empezado a germinar y se dio cuenta que algunas no

habían nacido, otras habían muerto y algunas parecían jóvenes emprendedoras

a un futuro maravilloso. Entonces quedó muy triste al pensar que al cabo de

un año no llegaría a los 365 árboles. Se sentó en una piedra que había por

ahí y lloró, lloró y lloró hasta darse cuenta que no servía de nada y que en

vez de preocuparse tenía que ocuparse. Entonces fue a su casa, tomó la

bolsa de semillas y se fue al monte a plantarlas. Y así todos los meses,

Tzakir Ruaj iba al monte y contaba los árboles, si faltaba alguno, plantaba

una semilla, y a las que parecían querer tocar el cielo les dejaba que sigan

solas. Cada día se esforzaba más y más por mejorar ese bosque que al

principio eran semillas y ahora quizás son árboles.

Así es la vida, la vida es como un bosque y cada árbol un día, tenemos días

buenos que servirán en el futuro y cuando esto pasa nos ponemos contentos

sabiendo que fue fruto de esfuerzo porque sin esfuerzo todo lo que hacemos

no tiene sentido. Pero también tenemos días malos, a los cuales tenemos que

mejorarlos, no llorando, sino ocupándonos de ellos y arreglarlos plantando

una nueva semilla o regándolos.

La amistad también es un bosque y cada uno de nosotros, no solos sino

juntos, somos los encargados de hacerlo crecer plantando siempre una nueva

semilla, regando las ya plantadas y tratando siempre de conseguir un fruto,

ese fruto tan importante en la vida de cada ser humano, el fruto de la

amistad.GABRIEL CATAN

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