Analisis Literario De Los Deshabitados
Enviado por shirley199784 • 2 de Junio de 2014 • 2.697 Palabras (11 Páginas) • 19.783 Visitas
1º Biografia del autor:
Cochabamba, 1931 - La Paz, 1981 Político y escritor boliviano. Dedicado a la política y el periodismo, tras su graduación en Derecho, fue diputado y ministro de Minas y Petróleo 1969, cargo desde el que promovió la nacionalización de compañías extranjeras. Marchó al exilio al producirse en Bolivia el golpe militar que derrocó a Luis Adolfo Siles Salinas y residió en Argentina, Chile y México. Fundó el Partido Socialista en 1971. De vuelta a su país, durante el gobierno de Luis García Meza, fue tomado preso, torturado y asesinado por el régimen entonces imperante. La ensayística de Quiroga se inició en el existencialismo sartreano y después evolucionó hacia una perspectiva marcadamente marxista. Entre sus obras de ese género cabe señalar La victoria de abril sobre la nación 1960, ¡Abajo la dictadura! 1972 y El saqueo de Bolivia 1973. Su narrativa, también principalmente existencial, evoca el universo de una conciencia lúcida en constante confrontación con los convencionalismos y la tradición religiosa. Su principal obra, Los deshabitados 1957, fue un ejemplo de la novela social más significativa de la literatura contemporánea boliviana. Tanto la estructura fragmentaria de Los deshabitados como su carencia de una trama perfectamente definida que opere como hilo conductor de los hechos narrados ponen de manifiesto el sentido fundamental de esta gran novela: la irremisible soledad a la que parece estar condenado el ser humano, y que se hace aún más patente a través de los encuentros y las conversaciones que dichos personajes mantienen entre ellos. Los personajes son seres carentes de esperanzas es decir, "deshabitados" por la ilusión, en torno a los cuales gira, de forma obsesiva e implacable, la presencia de la muerte, única salida que tal vez pueda conducir al hombre a liberarse de esa angustia existencial. En medio de la soledad radical que asfixia a los personajes más destacados dos niños, dos ancianas, una enfermera, un sacerdote y un escritor fracasado, la caótica confusión de los planos temporal y espacial induce al lector a centrarse en sus miserias y frustraciones interiores.
Vocabulario:
1.-Menguado: Cobarde, pusilánime.
2.-Novicio: Persona que, en la religión donde tomó el hábito, no ha profesado todavía.
3.-Báculo: Palo o cayado que llevan en la mano para sostenerse quienes están débiles o viejos.
4.-Irrefutable: Que no sepuede refutar.
5.-Aquilatar: Examinar y graduar los quilates del oro y de las perlas y piedras preciosas.
6.-Irradiar: Dicho de un cuerpo: Despedir rayos de luz, calor u otra energía.
7.-Viandante: Persona que viaja a pie.
8.-Eremita: Persona que vive en soledad, como el monje, y que profesa vida solitaria.
9.-Soledumbre: voluntaria o involuntaria de compañía.
10.-Boscoso: que tiene bosques.
11.-Ceguera.- Total privación de la vista
12.- Astroso.- Deseado o deseada.
13.-Ahíta.- De ahitamiento, acción de ahitar.
14.-Pedregosa.- Dicho de un terreno cubierto de piedras.
15.-Funesto.- De origen de pesares o ruina
16.- Argumento: Razonamiento empleado para convencer a alguien o para demostrar algo
17.- Discípulo: Persona que sigue la opinión de una escuela o maestro, aun cuando viva en tiempos muy posteriores a ellos:
18.-Virilidad: Calidad de viril
3º Porque del titulo
El titulo “El deshabitado” fue elegido porque es alguien que vive según las ideas de los otros, y se rige a partir del producto de elecciones que otros tomaron por él.
4º Resumen
Ya durante el desayuno, recuerda haber mirado su lecho por entre la nube de vapor que se levantaba de una taza de leche caliente y haber experimentado la sensación de un triunfo. Un salto y ya está. La torre no se había desprendido aún del velo de niebla con que se cubre para dormir, y al padre Justiniano le pareció que la voz de la campana lo adelgazaba, para abrirse paso, llegar al lecho de los hombres dormidos y dejar en su oído ese pequeño llamado de Dios.
Estaba de pie, mirando desde el campanario la ciudad aplasta-da, como un vasto panal, y los patios, como alveolos donde los hombres y las mujeres se desplazaban o permanecían quietos, con esa falta de sentido que tiene el movimiento en los insectos. Ahora, el cura Justiniano escucha el aleteo de las palomas. Con el crepúsculo, ha comenzado a mortificarle una voz interior que quiere ser escuchada. El padre Justiniano recuerda la mañana que tomó los hábitos, con la misma emocionada complacencia con que un viejo abogado recuerda el día que prestó juramento.
Con la cabeza hundida entre los hombros y los ojos casi cerrados, el cura Justiniano sufre la evocación que más teme:
Está de pie, con la cabeza forzadamente inclinada sobre el pecho. ¿Está también la madre? Sí, está. Pero, ¿qué hora es? Todo está obscuro. Las paredes de la iglesiasemejan grandes lienzos negros sobre los que se hubiera pinta-do algunos rostros rosados y dispersos. Hay un brillo metálico en constante movimiento. Uno se imagina al hombrecillo encorvado, esforzándose por alcanzar los pedales con las puntas de los pies y deslizando las manos sobre un teclado amarillento en busca de la nota que necesita tocar. ¡Don Matías! ¡Qué chiquito era! Cesa la música. Hay un silencio corto que parece preceder al acto culminante de la ceremonia. Alguien entra en la iglesia por la puerta del fondo. No se escuchan sus pasos; debe ser un sacerdote o algún seminarista. ¿Pensaba en Dios? ¡Cómo podía pensar!
El padre Justiniano siente que su recuerdo lo ha llevado al punto del que debía partir. Ellas saben que aquello no podría resistir el peso de su pensamiento.
Se dice que ya es muy tarde y que debería ver si el sacristán cerró las puertas: "Si uno no ve las cosas personalmente, no se puede estar seguro".
Intenta sacar su reloj. Se lo impiden los brazos del sillón, que son muy altos. ¿Quién le regaló? Está viejo; sobre todo la cadenilla. No vale la pena. El vidrio del reloj está salpicado de pequeñas manchitas. Si el padre Justiniano dijese en voz alta sus pensamientos, escucharíamos también, entre los que se refieren al sacristán o al reloj, otras frases cortas, dichas apresuradamente y en un mismo tono de voz: "La cadenilla de oro". "La música". "Otra vez". "¿Pensaba en Dios?". "El traje del obispo". "Mis manos estaban muy juntas".
El padre Justiniano duda: ¿qué es lo que ha escuchado? ¿Es un llamado a la puerta o la necesidad que tiene de huir de sus pensamientos?
Mira en esa dirección. Otra vez el mismo ruido.
¿Quién? —pregunta.
¡Padre, lo esperan para la confesión!
Es
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