“Antes la escuela era mejor”, “La educación de antes era de mejor calidad”

Sociedad versus Escuela

        “Antes la escuela era mejor”, “La educación de antes era de mejor calidad” (*1)

Frases como estas suelen escucharse mucho hoy en día, la sociedad acusa a las escuelas de la “problemática educativa”, porque pareciera que sin importar las estrategias que implementa el sistema educativo, la educación está en crisis. Sin embargo el hecho de que se dé la educación no asegura el aprendizaje, se necesita mucho más que una enseñanza para lograr un “aprendizaje significativo” (*2). 

La sociedad pretende que la escuela solucione y de forma rápida el problema educativo. En consecuencia el sistema actual de la educación propuso “la inclusión y permanencia de los niños y jóvenes en la educación” (*3). Con esto pretende erradicar el fracaso escolar, la deserción, la repitencia, etc... La educación está garantizada.

¿Y el aprendizaje?, ¿Quién lo asegura?

Culturalmente esta función le corresponde al docente que a su vez se apoyan en teorías del aprendizaje para elaborar sus estrategias de enseñanza. No obstante el aprendizaje no se asegura, como expresa Silvina Gvirtz; “Estas teorías brindan explicaciones que son necesarias pero no son suficientes…La mayor parte de estas teorías psicológicas del aprendizaje son modelos explicativos que han sido creados en situaciones experimentales y solo en forma parcial puede explicar el funcionamiento real de los procesos del aprendizaje en el aula” (*4)

Es decir hay muchas otros factores que influyen también, aparecen la cultura, la sociedad. No se puede olvidar que el sujeto (alumno) está inserto en una sociedad donde prima la cultura del consumo y el facilismo que valora “la ley del menor esfuerzo”. Tenemos por un lado alumnos sin hábito, ni métodos de estudio, que no presentan interés alguno en aprender.  Por otro una sociedad que no solo no se responsabiliza, sino que acusa a la escuela por la falta de resultados favorables.

Un tercer elemento es la escuela que presiona al docente a través del programa curricular. Un programa repleto de contenidos que debe enseñar, todos, en el plazo establecido. El docente termina presionando al alumno que resulta en un alumno resentido, produciéndose un quiebre en la relación entre el alumno y el docente. Se presenta un reto generar confianza en un alumno resentido imposibilitando el proceso de enseñanza-aprendizaje. Como asegura Darío Szjanszrajber “…sin confianza no hay práctica docente porque este es fundamental para lograr la apertura del alumno”. (*5).

En definitiva muchos alumnos desaprueban. ¿Qué sucede con estos alumnos? El sistema educativo implementan “estrategias” complementarias como “Talleres” (*6) que logran que los alumnos aprueben los exámenes que le facilitaran el acceso al siguiente año escolar. De esta forma es como la educación está asegurada, no así el aprendizaje.

Se concluye que la responsabilidad de la “problemática educativa” no lo tiene solo el sistema educativo, ni la escuela. Es una cuestión cultural y social, porque hablamos de un sujeto (alumno) inserto en una sociedad con una cultura dominante. Esta sociedad espera resultados inmediatos  y el sistema educativo intenta satisfacer las exigencias de la sociedad, implementando estrategias que facilitan, a su vez, al alumno el aprobar sin un conocimiento pleno y pasar sin esfuerzo. Resulta en alumnos poco preparados para ingresar en el nivel terciario, e universitario. La culpa recae en la escuela que en palabras de la sociedad “no cumple su función”. Y el proceso de solución rápida reinicia. Termina siendo un círculo vicioso, una cadena de factores que se complementan facilitando que esta situación no cambie.

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