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Antropolofgia


Enviado por   •  23 de Diciembre de 2014  •  1.087 Palabras (5 Páginas)  •  169 Visitas

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audaz propuesta de Roger Bartra, en el sentido de que la autoconciencia no es una función restringida al cerebro, sino extendida o codificada en una amplia red simbólica de naturaleza cultural, se robustece a lo largo de este volumen mediante la revisión de datos empíricos, de teorías provenientes de las neurociencias, de las ciencias de la conducta, de la lingüística y de los debates recientes en la filosofía de la mente y de la ciencia en general. El panorama es tan abundante como insólito.

Hagamos una recapitulación de la hipótesis. En la evolución de los homínidos sería necesario, para la adaptación y la supervivencia, que se estableciera una prótesis externa de la conciencia. Ésta se desarrollaría conjuntamente con la prótesis tecnológica, es decir con el uso de herramientas, y constituiría también una sustitución, aunque de orden simbólico. Tal prótesis cultural no funcionaría sólo como el apéndice inerte de una conciencia confinada al cráneo, sino que vendría a constituir parte de la conciencia como si fuera un circuito neuronal externo al sujeto: un exocerebro. Para fundamentar esta noción Bartra echa mano no sólo de una especulación elegante y subversiva, sino de argumentos empíricos enfilados a convencer a los neurocientíficos usando sus propias evidencias de una hipótesis que les suena extravagante: la conciencia como una función en parte externa al cerebro y el derrumbe de una dualidad interior-exterior para explicarla.

El primero de los argumentos empíricos tiene que ver con la evolución cerebral y echa mano del conocido paleontólogo Stephen Jay Gould, quien explica la insólita velocidad de la evolución cerebral y de las capacidades cognitivas por la intervención creciente de las creaciones humanas. Así, el humano primitivo ya no podría depender de su sistema de memoria y tendría que poner señales en su hábitat para orientarse en él y re-conocerlo. Las marcas primigenias se deberían realizar con herramientas y se respaldarían con vocalizaciones, de manera tal que el lenguaje y la técnica se vincularían con la plasticidad cerebral de forma que la base cultural se expandiría aceleradamente hasta llegar a los medios de expresión y manipulación asociados a la civilización. De esta forma, la plasticidad cerebral, que es base de la memoria y se modifica incluso en referencia a la conducta social en primates y otros animales, asentaría el asa que enlaza el mundo social con el sistema nervioso central.

La siguiente evidencia tiene que ver con la naturaleza del lenguaje, en el sentido de que no sólo se constituye mediante un mecanismo neurológico y un sistema de signos sociales, sino por tender un puente de doble vía entre ambos sistemas. Más que explicarse como un sistema gramatical innato alambrado en el cerebro, sobre el que se inscribe el sistema del léxico semántico adquirido culturalmente, el lenguaje tendría componentes cerebrales y sociales intrínsecos de carácter bidireccional. En este punto Bartra se enfrenta al reto de explicar cómo los circuitos neuronales, según él carentes de representaciones, puedan conectarse con los sistemas altamente codificados del lenguaje. La relación que concibe entre el cerebro y el entorno social simbólico sería similar al que opera entre el cerebro y el resto del cuerpo. El cerebro no necesita generar una representación del propio cuerpo cuando ya tiene al cuerpo como fuente directa de información. Aquí se acerca a

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