Apelar a los fieles
Enviado por guaflor • 22 de Mayo de 2013 • Ensayo • 364 Palabras (2 Páginas) • 347 Visitas
Sed hermanos y hermanas especialmente bienvenidos e iniciemos con júbilo la Eucaristía. En ella vamos a celebrar lo esencial que sobre Dios nos reveló Jesucristo: que nuestro Dios no es un Dios solitario y lejano y que en el conjunto insondable que es la divinidad hay tres personas unidas por el amor: la Trinidad Santísima. No nos importe hoy repetir ahora esa oración fundamental del cristiano: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Deciros también que hemos iniciado el Tiempo Ordinario –estamos en la octava semana— que llegará hasta el 1 de diciembre que iniciaremos el Adviento. Es el Tiempo Ordinario un periodo de consolidación y de repaso histórico y espiritual de la Vida de Jesús. Y tengamos cariñoso recuerdo y especial mención para el Día pro-Orantibus que la Iglesia. Fecha en la que honramos a los religiosos y religiosas de clausura que constantemente rezan por nosotros. Seamos hoy nosotros los que recemos por ellos…En la primera lectura, sacada del Libro de los Proverbios, se explica de manera muy gráfica la creación del mundo por el Dios único que tiene poder para todo. Ha sido la Sabiduría de Dios quien lo ha hecho todo que había sido engendrada antes de la creación del mundo
S.- El Salmo 8 es como una explosión de júbilo ante la maravilla de Dios y de su obra: “¡Señor dueño nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra!” dirá nuestra respuesta. Este salmo octavo era una oración litúrgica entre los judíos para glorificar el poder de Dios. Los primeros cristianos vieron en él una clara profecía de la divinidad y majestad del Señor Jesús
2.- San Pablo, en la Carta a los Romanos, que es nuestra segunda lectura, revela que el amor de Dios está en nuestros corazones por el Espíritu Santo “que se nos ha dado”. Marca, sin duda, una continuidad con el Día de Pentecostés.
3.- El Evangelio de San Juan, se recuerda la maravilla de la venida del Espíritu Santo como continuador de la obra de Jesús, pero sobre todo define con maestría la realidad trinitaria. En las palabras de Jesús, referidas por Juan, el Hijo revela la presencia del Padre y del Espíritu
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