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Arquitectura y tecnología


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2018  •  Ensayo  •  1.549 Palabras (7 Páginas)  •  100 Visitas

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Introducción. 

El infierno es más atractivo que el paraíso… al describir el mundo idílico (el diseñador) se siente cansado y aburrido… al describir el peor ambiente posible responde con alegría e imaginación… (Lynch, 1981) así inicia la reflexión de Kevin Lynch acerca del diseño utópico y cacotopico. Inspirado por este argumento, me encuentro esta vez, dispuesto a realizar un contrargumento al calificativo “artístico” que la arquitectura suele recibir, proponiendo un nuevo proceso de diseño en el que el control de los factores cuantificativos sean el eje rector de todo planteamiento urbano-arquitectónico. Además, respondiendo de igual manera contra lo expuesto en el libro El artesano de Richard Sennet, esperando que mediante estos cuestionamientos se logre exponer, mediante el radicalismo, al lector a una propuesta teórica diferente a la que los ideales academicistas han divulgado hasta ahora, generando una reflexión donde logre rescatar conceptos de ambas propuestas que pueda incorporar a su pensamiento teórico personal.

Percepción, experiencia y belleza

La arquitectura es una actividad que al mantener una relación tan estrecha con la existencia y supervivencia del hombre ha sido objeto de numerosas reflexiones acerca de su misión, creación, características y objetivos. Si bien existen un sinnúmero de

posturas acerca de ello, todas coinciden en que la interacción del humano con su entorno provoca la generación de atmósferas diversas a las cuales somos expuestos. ¿Cómo es que reaccionamos? ¿De qué manera recibimos estos estímulos?

La manera en que respondemos a estas atmósferas puede ser clasificado de la manera en que la presentación lo expone (Sensación, emoción y sentimiento). La sensación, no es más que la respuesta básica y natural de nuestro cuerpo y mente ante un estímulo, conformando la base para los siguientes niveles de percepción. Si bien el arquitecto “ideal” debería poseer una intuición excelsa acerca de cómo generar las mejores condiciones espaciales para el usuario, adentrándose en su mente, respondiendo a sus gustos, deseos y necesidades. Sin embargo, esto resultaría imposible tomando en cuenta el tiempo que implicaría el desarrollar cada proyecto, la evolución del pensamiento de los usuarios, las movilizaciones migratorias y el veloz crecimiento de la población, por lo cual el arquitecto contemporáneo deberá apoyarse en mayor medida en aquello que pueda ser cuantificado y comprobable, es decir, deberá valerse del control de las variables atmosféricas, energéticas, económicas, ecológicas, de conectividad y accesibilidad que  generen estímulos benéficos en el ser humano, un arquitectura “para la vida”, la verdadera bioarquitectura,

Probablemente en este punto al lector le ha surgido la duda ¿Esto no significaría la pérdida del valor estético en la arquitectura? Yo no lo creo, la experiencia estética es consecuente a la interacción de un gran número de variables originarias desde el asentamiento de una civilización hasta los últimos desarrollos tecnológicos, es decir La experiencia estética al igual que el lenguaje esta ligada a formas de vida, valores y tradiciones (Canseco, 2018) y por lo tanto está en constante evolución. La apreciación de la obra arquitectónica variará no solo por el contexto físico del observador sino también del momento en que este juicio se realice. Por lo tanto, el plantear que el proyecto arquitectónico cumpla con los cánones de lo bello desde su etapa proyectual si bien quizá la dotaría de cierta riqueza visual sobre los factores previamente mencionados, terminaría por convertirse en una mera escultura adaptada de manera forzada para cumplir con las características de habitabilidad necesarias.

Arquitectura como escultura

Es muy común que la percepción de aquellos no involucrados en el proceso de proyección arquitectónica, vean a la disciplina como el diseño de una envolvente de diferentes espacios aleatoriamente unidos entre sí. Sin embargo, esto no es del todo incorrecto, innumerables proyectos caen en este malentendido. En algunos casos, buscando respetar el contexto físico recurrirán a una tipología “común” del lugar, sin darse cuenta de que ésta debe ser resultado de los factores físicos (y por lo tanto medibles) de la zona, o en el caso contrario buscarán protagonizar el lugar “innovando” mediante su materialidad o forma producto de caprichos en vez de un correcto análisis del entorno.

La arquitectura ya no debe ser propuesta como piezas de excelsas propiedades con fines de impacto al usuario, su misión debe ser brindar al usuario un espacio con las características necesarias para la realización de sus actividades buscando que las atmósferas generadas brinden bienestar físico al usuario, evitando que la búsqueda de la fabricación de una pieza o reacción artística lo distraiga de su deber y obligación moral. Aquellas construcciones de una calidad destacable en su constitución y cumplimiento con su función tendrán una mayor posibilidad de ser admiradas como arte respondiendo física y virtualmente a su labor funcional.

Arte

Si la arquitectura es arte es un tema común a discutir, ya que la simple definición de arte es polémica. Pero basándonos en la presentación, el arte puede calificarse en dos tipos: techne (referente al saber hacer o hacer algo con destreza y cuyo resultado es un producto artificial) y conceptual (referente a la transmisión de un mensaje, la provocación y la realización de un argumento).

Como ya he declarado a lo largo de este ensayo, la arquitectura no puede entrar en la primera clasificación (techne), ante el común argumento de que la arquitectura clásica posee ejemplares de auténtico valor artístico que cumplieron con una función para la sociedad que la habitaba hay que recordar que éstas no poseían las funciones que la sociedad actual exige, e incluso muchos omitían las necesarias en su momento, o incluso eran simplemente contenedores de riquezas y/o colecciones de piezas de “verdadero arte”.

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