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Arte popular y sociedad en América latina


Enviado por   •  7 de Abril de 2016  •  Ensayo  •  1.207 Palabras (5 Páginas)  •  328 Visitas

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Arte popular y sociedad en América latina. De las Bellas artes a la crisis de las vanguardias: Historia clínica de las Bellas Artes: Modelos estéticos importados y condiciones de producción en América Latina.

La contradicción entre el individualismo promovido por la ideología liberal y la uniformidad impuesta por el mercado cultural tiene sus efectos más opresivos en los países dependientes. Tres factores lo determinan: la tardía separación del trabajo artístico respecto del patronazgo religioso, la pobreza del mercado cultural debido al escaso excedente económico que las clases dominantes pueden distraer en bienes “suntuarios” como los artísticos y la subordinación al éxito comercial y al prestigio cultural de las metrópolis. Por estas causas en las sociedades dependientes es más grotesca que en cualquiera otra la distancia entre la ideología de la obra única, irrepetible e  incomparable, y la desesperación de los artistas para que sus trabajos en reconocidos en la acumulación indiferenciada del mercado, aunque más no sea como imitaciones aceptables de aquéllos consagrados en los países centrales. En ningún lugar es más evidente la contradicción entre la imagen idealizada de la “actividad creadora”, superior a cualquier otra, y la frustración de los artistas que deben vivir de trabajos ajenos a su “vocación”, pintar o escribir los fines de semana, sufrir la competencia y el desconocimiento en sociedades en las que las medidas de austeridad exigidas por las crisis económicas comienzan aplicándose siempre en el campo de la cultura.

La producción artística americana posterior a la conquista fue realizada en su mayor parte dentro de las misiones por retablistas, pintores, escultores y grabadores. Ninguno de éstos se consideraba artista, sino simple artesano que ejecutaba pedidos eclesiásticos siguiendo indicaciones precisas. Sólo después de las primeras independencias nacionales, a mediados del siglo XIX, el arte comienza a desprenderse lentamente del control religioso. La formación de oligarquías terratenientes, en el desarrollo de obras públicas y de campañas militares ofrecen a los artistas un espacio diferente del que ordenaba el patronazgo eclesiástico. A partir de la segunda mitad del siglo pasado se abre un mercado cultural en  que hallan eco las propuestas liberalizadoras y el individualismo europeo: “ los talleres populares que caracterizan buena parte de la producción del siglo XVIII, entran en franca decadencia y quedaron relegadas, en general, a poblaciones alejadas de las capitales. Ahora se definirá con toda nitidez el prototipo del artista burgués individualista, nacido en el ámbito del romanticismo Francés, quien, por un lado, al moverse dentro del círculo del capitalismo mercantil, de la incertidumbre de su crisis y de los avatares del imprevisible mercado libre, se ve más inmerso que nunca lo estuviera artista alguno en los aspectos materiales de la subsistencia, y, por otro, y como compensación, inventará la esfera intocada del arte en la que se constituye como oficiante supremo”.

Es de un psicologismo un tanto simplista explicar la proclamación de la autonomía del arte como fantasía compensatoria de las incertidumbres económicas. No obstante, rescatamos del libro de Bedoya y Gil- uno de los poco intelectos en analizar la cuestión e iniciar una historia social del arte latinoamericano- el haber señalado la contradicción entre las dificultades de los artistas para crear libremente y la adopción de la tesis del arte por el arte. Como ellos relatan, la historia de la plástica en América Latina es la historia de individuos que debieron pintar o esculpir en los ratos libres que les dejaban sus tareas como docentes, ingenieros, médicos o sacerdotes.

Por otra parte, la independencia de la práctica artística fue limitada por su servicio a las empresas políticas y militares. La laicización de la imagen en el siglo XIX atestigua la liberación del control religioso, pero este proceso no va acompañado, como en Europa, de un fuerte mercado cultural en el que las obras sean juzgadas con criterios estéticos específicos. Lejos de poder configurar proyectos creadores individualistas, los pintores, grabadores y escultores son empleados para construir la iconografía de las gentas de liberación y de los procesos de constitución de las naciones. Se desarrollan nuevas técnicas y nuevos modos de composición, pero a partir de las exigencias sociopolíticas: el retrato de los próceres, los grandes murales, las estatuas monumentales son fuentes de trabajo habitual para muchos plásticos y a la vez un modo de inserción en los procesos históricos. En la literatura raras veces aparece alguien aproximado a lo que hoy llamamos el escritor profesional, y los literatos son a menudo políticos y hombres de acción: ¿cómo iba a atraer la ideología del arte por el arte, aún tomando ejemplos radicalmente distintos, a Martí, que no publicó un solo libro e hizo su obra en el periodismo y la oratoria, o al Presidente Sarmiento que practicó en su política económica, educacional e inmigratoria las propuestas de Facundo: civilización o barbarie?

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