Ayer salí hacia Tamaca
Enviado por anateresave • 3 de Junio de 2017 • Ensayo • 1.063 Palabras (5 Páginas) • 187 Visitas
Ayer salí hacia Tamaca
Ayer salí hacia Tamaca desde mi tierra amada La Guapa. En este lugar tranquilo donde sus mayores protestas, del pueblo, se daban por el alza del pasaje de los transportes que cubren las parroquias El Cují y Tamaca, y la falta de agua, mi amiga dice que todos se fueron resignándose porque siguen con eso problemas.
-¿Y eso?- le preguntaba cuando dejaba sonar su emoción. Y ella respondía: -los que hacen transporte “y que público” nos cobran lo que ellos tarifen, al abordar te dicen: -¡cero tarjetas, el pago es normal sin estudiantes ni carnet de viejos que con eso no compramos cauchos”. Ante tanta grosería, que más nos queda. Así terminaba ese episodio con un dejo de amargura.
Ayer salí hacia Tamaca con un paro de transporte que lleva cuatros días, un paro ilegítimo, pero complaciente hacia determinado poder político: el que siempre golpea al más necesitado. Fue imposible salir del seudo-terminal que tienen en la calle 32 con avenida Venezuela; -aquí ocurre de todo: muertes, robos, arrebatones, improperios. El lugar donde mi amiga hace la cola está rodeada de un nauseabundo olor a orine humano y a veces adornado con animales muertes y excremento de animales y de humanos; -¡y eso que está entre un club y un restaurante chino! Al respecto me decía: ahora es más ordenado, en ese pestilente lugar hacemos la cola para abordar el bus, la ruta no la tienen identificada se dicen “directos”, el cual descalabra nuestro humilde presupuesto. De aquí no pude salir, había mucha confusión entre los presentes, iban y venían, cara de desconcierto. Decidí caminar hacia el hospital, allí agarre un bus que decía su colector (ayudante del chofer): ¡300 bolívares parejo hasta donde está la tranca en la Escuela de Policía! Y con las ganas que tenía de ver a mi amiga abordé el bus.
Al llegar miro el paisaje ennegrecido por la quema de cauchos (grave crimen ecológico), de árboles arrancados y piedras como barricadas. Caminando un vendedor de bambino (agua de sabor congelada dispuesta en bolsa de plástico tubular) ofreciendo su producto decía: ¡llenen su tanque por si los hacen correr los guarimberos! Otro, varias veces decía: ¡bambinos guarimberos! Esto me pareció los mercaderes del templo en tiempo de Jesús de Nazareno. Ya estaba asustada, me decía: ¡eso es lo que ellos quieren! y seguía caminando. Al bajarnos (y perdonen si sienten que estoy retrocediendo) en la escuela de policía para mis adentros me decía eso debe estar seguro pero no era así, a menos de 100 metros estaban los encapuchados no más de una docena, apertrechados: bomba molotov, morteros, cohetes, mascaras, cascos, escudos (algunos de fibras otros de pipas, latón, bien hecho, con los bordes doblados y el espacio para introducir el brazo y pintados de colores vivos), nada improvisado, siguiendo el mismo guión de los que están por la zonas de ira colectiva en Caracas. La escuela de policía, medio abierta con menos de seis policías en la puerta como en estado de normalidad, a la expectativa no lo creo, tranquilos, estaban seguros que no los iban a atacar, en medio de los caminantes salió una cisterna (camión que carga el agua potable para las comunidades), los colegas caminantes le gritaban al chofer que iba sólo (y es extraño porque siempre cargan un acompañante): lo van a quemar, no se meta. Los policías nada, como si no estuviera pasando nada. En ese camión se montaron por todos los lados los encapuchados, ¡nojoda!, los terroristas. En realidad el camión siguió y no le pasó nada, algunos decían que el señor a lo mejor pagó para pasar, otros dicen que no, que a lo mejor era parte de ellos. Sin especular, es un hecho singular.
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