Benito Juarez

Honrar a Benito Juárez, es honrar la obra del más universal de los mexicanos. Y lo es, por ser tan profundamente mexicano.

En ninguna voluntad se ha dado, como en la de Juárez, la voluntad estoica de su pueblo; en ningún espíritu se ha dado, como en el de Juárez, la fuerza heroica del alma mexicana. El pueblo, es la naturaleza de Juárez y Juárez es el árbol glorioso donde florecen todas las virtudes de su pueblo.

Para trazar una imagen del Señor de Guelatao, y a manera de exordio para este discurso de Benito Juárez y los problemas políticos y económicos del México actual, quiero parafrasear aquí y ahora al reconocido intelectual y ensayista, don Jesús Ramírez Cuevas y digo lo siguiente:

“Estadista, héroe, demonio, indio, o creyente laico, Benito Juárez es, sobre todo, un personaje vivo en el México del presente, porque sin su influencia histórica “el Estado que todos conocemos sería algo muy distinto, y se habrían perdido décadas y esfuerzos de generaciones en separar a la Secretaría de Gobernación de la advocación del Santo Niño de Atocha”.

Señoras y señores:

Que ese ejemplo valga para describir el panorama de la realidad política nacional.

Y para poder comprobarlo y a manera de presentar la idea básica de este discurso afirmo aquí que la fecunda vida y obra del presidente Juárez, ante la triste realidad política y económica del México actual, debe ser línea de conducta, paradigma de acción y norma permanente, para los políticos que dirigen esta nación en la que penosamente se vive y se transita.

Asevero lo anterior, porque hoy, todos vemos con mucha decepción que en la conducción política y económica del país, tal parece que se les ha extraviado la brújula a nuestros gobernantes.

Es cierto. Con miedo y desencanto presenciamos una especie de subasta en la que los dirigentes del país realizan en sus viajes internacionales ofreciendo a diestra y siniestra todas las riquezas de México y los mexicanos. Y esto, señoras y señores

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