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Blanco Nocturno: La Historia Entre líneas. Tensión Entre La Verdad Y Lo Imaginario En La Narrativa De Ricardo Piglia.


Enviado por   •  9 de Enero de 2014  •  2.729 Palabras (11 Páginas)  •  323 Visitas

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PI-173

“Blanco nocturno: la historia entre líneas. Tensión entre la verdad y lo imaginario en la narrativa de Ricardo Piglia.”

Alicia Ruidiaz

I.S.P. Joaquín. V. González

Cuando nos encontramos con la última novela de Ricardo Piglia, nos vemos en la disyuntiva de tener que elegir por cuáles de los hilos narrativos nos vamos a dejar conducir en ese múltiple entramado que constituye “Blanco nocturno”. El narrador nos interpela desde las otras voces que hablan al margen de la novela, en la cual la historia no es un intertexto sino un espacio interseccional que atraviesa la vida de los personajes. Como me interesa trabajar ese límite desdibujado entre la ficción y la realidad, en el cual se pone en juego el lugar de la verdad y el de la falsificación, hago una posible lectura de aquellas líneas de la historia nacional que se entrecruzan en la novela.

Marco ideológico

Esta propuesta de lectura tiene, por una parte, un sustento teórico basado en la palabra como signo ideológico por excelencia, tal como sostiene Voloshinov. Y por otra, una postura empírica expuesta por el propio escritor. Piglia habla abiertamente de las motivaciones socio-históricas y políticas que le dieron impulso para situar esta novela como un modo de tomar una postura frente al conflicto con el campo, durante el año 2008. La obra como un “producto ideológico que refleja y refracta otra realidad exterior a él. Reaparece, entonces, la desmitificación de los gauchos sabios, de las apariencias, de la inocencia del campo argentino contra la ciudad, en el marco de un tema constante y permanente tanto en la historia como en la literatura argentina: la propiedad de la tierra, los negocios con la tierra y la postura de los terratenientes que se consideran dueños, incluso, de la voluntad de sus peones. Podemos reconocer en la trama novelesca a través de la voz de un autor-implícito cuando el personaje del comisario Croce recuerda las palabras del presidente de la Sociedad Rural diciendo “Subimos a los peones de las estancias a la camioneta y les decimos a quién tienen que votar.”( pág.95), palabras tomadas literalmente de las expresiones vertidas por un ruralista.

Historia y discurso

Ya en su “Poética” Aristóteles establecía una distinción entre “los hechos, los sucesos de una historia y el modo en que se organizan tales acciones.” (La Composición de los hechos:Poética:1450 a8 y ss.) De ahí que lo que se cuenta en Blanco Nocturno, el asesinato de Tony Durán, pueda ser visto como una excusa para dar cuenta de otras motivaciones en la estructura profunda de la novela: el lado oscuro de una historia familiar, enraizada en la historia del pueblo; un pueblo chico, de campo, donde los chismes y las verdades ocultas ponen en tensión una trama política, económica y financiera.

El qué de la novela se nos presenta en una trama policial; el relato como investigación permite que un hecho del presente exija ir al pasado para comprenderlo, a buscar los orígenes, los testimonios, las versiones. El asesinato de Tony Durán es la clave del asunto en la medida en que permite desplazar el interés hacia otro personaje mítico: Luca Belladona, a la vez que permite confrontar el campo con la industria y la verdad con la justicia. En la reconstrucción de los hechos se desata una maraña de datos y versiones que ponen luz sobre el modo de concebir los procesos históricos en un contexto que no casualmente se sitúa en 1972, un año antes del regreso de Perón. En esta reconstrucción podemos reconocer un metalenguaje en el cual subyacen aspectos de un pasado nacional que muestra la corrupción y los vicios de una sociedad en apariencia normal y apacible. Por lo tanto ya no se trata sólo de develar un crimen , de analizar la multiplicidad de puntos de vista, de observar las perspectivas complementarias, sino de alinear a los personajes al servicio de una causa: denunciar las jerarquías podridas, la doble moral, la corrupción rampante de los propietarios rurales y sus esbirros. Es, entonces, en este intersticio donde podemos reconocer “las relaciones de la literatura con la historia”, de las que nos habla Piglia en Crítica y Ficción; un modo de vincularse con la realidad que es siempre elíptico y cifrado. “La ficción construye enigmas con los materiales ideológicos y políticos, los disfraza, los transforma, los pone siempre en otro lugar”, sostiene Piglia (CyF pág.19) Y como ese modo está construido con palabras, éstas representan precisamente la materia más reveladora de las formas ideológicas desde las cuales la novela toma una postura.

Las voces en la novela

Entre el mundo empírico del autor y de los lectores y el mundo ficcional, la voz del narrador se multiplica y hacia él convergen todos los sentidos que podemos reconocer en la construcción narrativa. Como una marca de la poética de Piglia los verbos los decir irán dando lugar a una diégesis con niveles superpuestos que estructuran la novela con cuerpos narrativos convergentes. Con efectos de verosimilitud se incorporan las conversaciones entre Renzi y Sofia y las notas a pie de página, en la ambivalencia de la edición crítica y las apostillas. Se desdibujan los límites entre la ficción y la realidad, una idea central en la narrativa pigliana, “esa zona intermedia” donde podemos reconocer esos dos planos que se entrecruzan y nos interpelan acerca de la verdad, acerca de la posibilidad de conocer la verdad. Ya desde un primer momento cuando nos ubica en el pueblo donde se suceden los hechos, reconocemos una presencia manifiesta que nos señala con el dedo esa realidad, a partir de una descripción minuciosa que juega con la identidad del texto. Cito: “El pueblo está en el sur de la provincia de Buenos Aires, a 340 Km de la Capital. Fortín militar y lugar de asentamiento de tropas en la época de la guerra contra el indio, el poblado se fundó realmente en 1905 cuando se construyó la estación de ferrocarril (…)” Es aquí donde el personaje de Emilio Renzi va a situarse como un interlocutor, un personaje bisagra entre la ficción y la historia. Y sabemos que el discurso puede disparar distintas versiones de una misma historia. Ahí el punto de encuentro y de tensiones. Ahí el qué se cuenta y cómo se cuenta, porque “todo es según lo que sabemos antes de ver (…), dice el personaje de Croce (pág.143), quien intuye la verdad, pero no puede demostrarla. Hay un modo de interpretar los hechos que está íntimamente vinculado con el lugar desde el cual nos posicionamos (“un enfermo no ve el mismo mundo que un tipo sano “) Podemos ir adentrándonos, entonces, en ese entramado que parece constituir un puente entre un plano ficcional y un plano histórico, instalando un principio de dualidad que va

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