COMPAÑÍA DE TEPOZTÉCATL
Enviado por quintero_lf • 6 de Mayo de 2015 • 1.694 Palabras (7 Páginas) • 173 Visitas
EN COMPAÑÍA DE TEPOZTÉCATL
Largos callejones empedrados que me remontaban al porqué del nombre de este fastuoso lugar, coloridos hogares como paisajes salidos de alguna obra artesanal, el astro rey mostraba de manera engreída todo su poder al acecharme con sus rayos, la única sinfonía existente alrededor era la de mis pasos a destiempo debido a lo escabroso y empinado del sendero que seguía para arribar a mi meta; ¨el lugar de las piedras quebradas¨ Tepoztlán.
Un mercado lleno de recuerdos del lugar, comida, canciones y gente por doquier rompía con aquel silencio, sin embargo, frente al mercado encontré un lugar que guardaba dentro de sus hermosas y desgastadas murallas el silencio que tanto buscaba. Se trataba del antiguo convento de Natividad, bautizado así por la virgen del mismo nombre, que me dejó con un buen sabor de boca en mi viaje a Tepoztlán.
Sin embargo, antes de viajar al pasado entre las paredes del convento, hechas de cal, arcilla y baba de maguey labradas y meticulosamente establecidas en la tierra ancestral donde comenzaba mi recorrido, justo en la entrada principal había un dibujo de grandes proporciones en donde se podía apreciar un paisaje que retrataba el movimiento revolucionario en su tan comentado centenario.
Rostros de indígenas llenos de fuerza, machetes en alto declarando la guerra y poniéndose en contra de los que subordinan a los que se dejan, pero que ahora venían a reclamar su libertad, ejércitos llenos de coraje, una batalla, un aparente triunfo, que importa si ahora esa revolución es venida a menos, ese mural hecho de semillas lograba proyectar eso de manera general, armoniosa y sobre todo perfectamente dibujada.
Gilberto Ortiz; comerciante de bebidas hidratantes que tanto se necesitaban con tremendo calor, el, además de vender su producto, es el que se encarga de administrar el dinero recaudado para dicho mural que año con año va mejorando, como nos señaló al preguntarle cual ha sido el mural más grande que han hecho.
Añadió que tardan alrededor de 45 días para terminar estas obras de arte dignas de adornar el palacio más elegante que se pueda imaginar, en esta actividad todos los comerciantes ponen su "granito de semilla" para embellecer las puertas de tan resguardado convento, estas semillas, como explicó don Gilberto son recaudas el 80% en las zonas aledañas, y el otro 20% se compra.
De los 92 tipos de semilla empleados para plasmarse en el muro y en conjunto crear todo un momento histórico, el diente de león resulta ser la semilla más cara, con un valor de $5800 pesos la libra de esta semilla, frijol, calabaza y garbanzo son otro tipo de semillas que acompañan a tan costosos aditamentos para el atrio del convento. El dinero se obtiene de las recolectas que el mercado entero se encarga de generar año con año.
Al inicio, como relató don Gilberto, mientras saludaba a los vendedores que pasaban con los que se puede apreciar lleva una relación fraternal, estos murales eran ornamentados con flores en vez de usar semillas, hasta que una vendedora anciana, la cual falleció, sugirió utilizar semillas para que esta pieza de arte se prolongara por más tiempo.
Sin embargo, no todo ha sido unión y solidaridad entre esta comunidad de mercaderes, Gilberto Ortiz aseguró que existe quién se adjudicó la brillante idea que alguna vez una anciana propuso y hoy año con año se plasma en este lugar.
"Alfredo Martínez se jacta de ser el precursor de la idea" señaló don Gilberto con desdén; Alfredo Martínez al igual que todos también fue vendedor del lugar, y así como todos comenzó ayudando para la realización de dicho mural, sin embargo ante los medios de comunicación se atribuyó la idea y el esfuerzo que conlleva ver terminada esta representación artística, "El jamás ha regresado a poner un solo grano de semilla en este atrio" comentó molesto don Gilberto.
Con un "suerte, hasta pronto" me despedí de tan singular y sin duda artístico personaje para continuar el sendero, para variar empedrado, que me conduciría al convento y lo que se ha preservado maravillosamente de él, caminando por la pequeña vereda que tenía en la entrada se podía apreciar en los pastos que adornaban en lugar a varios niños correr, algunos solo sentados platicando, otros inmersos en los cantos religiosos o en la carrera de costales que se organizaba, algunos más disfrutando de aquellas cosas simples que hacen más llevadera la vida y de las que a veces uno se olvida.
Sincretismo entre tritones
En la entrada me detuve junto al guía del recorrido, explicó a detalle el decorado de la puerta hacía la iglesia, un marco de piedra donde se tallaron nosotros de querubines y el símbolo de los dominicos; los frailes que se trataba de un medallón que contenía una "M" con una "A" entrelazada, lo que significaba la sesión de María, todo esto expresado de la manera más artística y armoniosa.
Continuamos el recorrido entrando por el lado izquierdo del lugar, ahí se encontraba la entrada hacía este museo. Al introducirnos a él, donde solo se requería registrarse, fue donde comenzó mi atracción por este lugar; una enorme sala
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