CONTAR ANECDOTAS
Enviado por krlosisc • 8 de Septiembre de 2014 • 702 Palabras (3 Páginas) • 184 Visitas
1) ¿Quieres contar cuentos?
Los recuerdos se amontonan cuando todas, desde la más pequeña hasta la
más grande de las situaciones que nos tocaron en esta vida, pasan de nuevo por
nuestro corazón –que ése, no otro, es el significado etimológico de “ri-cordis”:
volver a pasar por el corazón – y, nos asombran con toda su carga de múltiples y
variadas sensaciones y sentimientos. Poco a poco, los seleccionamos para que se
conviertan en cuentos a compartir con todos, entre todos, para todos, y lo
expresamos como una vivencia, como una película que nos gustó o como ese
capítulo de la telenovela que nos ha interesado. ¿No les ha sucedido algo así?
Esa misma sensación tenemos que tener al contar un cuento: ¡volverlo a
pasar por nuestro corazón! Vivirlo con una sensación: ¡eso nos pasó a nosotros!
No es novedad reconocer que nada de lo que vivenciemos le será ajeno a
quien nos escuche y nos vea. Porque, sobre todo, en mayor o en menor grado, a
cada uno le ha correspondido vivir sus penas y sus alegrías que, si aprendió a
divertirse con ellas, a sacar hacia fuera lo mejor que cada una lleva dentro, le
permitirán abrir las puertas y ventanas de su propia interioridad, para manifestarla
en palabras y en hechos en ese hermoso intercambio de lenguajes que son los
cuentos narrados a viva voz y a todo cuerpo.
Contamos si hemos vivido. O si reconocemos en nosotros mismos, y con
seguridad, qué hubiéramos hecho y cómo nos sentiríamos si nos hubiera tocado
vivir esa misma situación. No podemos mentirla, es nuestra, nos pertenece.
Contamos si sabemos muy bien la historia que queremos compartir, no
desde la memoria mecánica, fría, repetidora, sino desde el corazón. Reviviéndola.
“El narrador oral no es un repetidor, es un creador”, alguien dijo por ahí.
Contamos si conocemos al personaje: cómo es, en todos los aspectos y
en todas sus dimensiones físicas, sociales, culturales... Desde adentro, como si
fuéramos él. No haciendo como si fuéramos él. Siendo él. Sintiéndolo.
Contamos si nos ubicamos en el espacio y en el tiempo de ese personaje:
dónde, cómo, para qué se mueve en cada momento que lo hace. Viéndolo.
Contamos si sabemos improvisar y recrear permanentemente lo narrado.
Si sabemos que, como nos asegura alguien que conoce mucho sobre las artes
escénicas: “Se improvisa sobre lo que se sabe, no sobre lo que se olvida o
desconoce”. Si reconocemos que somos improvisadores, no improvisados.
Contamos si reconocemos que lo hacemos con el público, desde nuestra
humildad, desde nuestra honestidad, desde nuestra verdad y desde nuestra
seguridad en nosotros mismo, porque ningún cuento es inocente y,
...