CRITICA AL PROBLEMA AMBIENTAL EN EL MUNDO. VINCULADO AL SISTEMA ECONOMICO CAPITALISTA NEOLIBERAL.
Enviado por quilelli123 • 1 de Marzo de 2015 • 3.083 Palabras (13 Páginas) • 330 Visitas
CRITICA AL PROBLEMA AMBIENTAL EN EL MUNDO. VINCULADO AL SISTEMA ECONOMICO CAPITALISTA NEOLIBERAL.
Nuestro planeta vive una era de grandes transformaciones que afectan, por igual, a las instituciones políticas, a la estructu¬ra económica y a la vida social en su conjunto, a los valores y a las pautas de comportamiento cotidianas de los individuos y de todos los grupos sociales.
En el campo específico de la economía puede percibirse muy claramente cuál es la lógica que gobierna los procesos de cambio que vienen ocurriendo en nuestro mundo y cuya expresión ideológi¬ca y política es el neoliberalismo.
A partir de la aplicación generalizada de las tecnologías de la información en el aparato productivo se ha generado una serie de efectos en la estructura productiva, en el uso de los factores y en los resultados de la producción que comportan un espacio económico radicalmente distinto al de la era industrial precedente.
Se ha podido sustituir el régimen lineal de la producción en masa por otro basado en la versatilidad, en la automatización, en la flexibilización y en la fragmentación. La nueva base tecnológica facilita además el ahorro de mano de obra y, fundamentalmente, procura una nueva forma de organizar el trabajo. La posibilidad de segmentar los procesos productivos permite que los intensivos en trabajo y con menor capacidad de generación de valor añadido puedan desplazarse a espacios de salarios más bajos o, simplemente, utilizar mano de obra local muy descualificada y barata (como ocurre en el caso de los servicios), mientras que en los procesos de alto componente de valor el trabajo se transforma: requiere una mayor cualificación y se presta en condiciones de alta versatilidad, autonomía y codeterminación. Y al socaire de esas transformaciones han aparecido, además, nuevos sectores, subsectores, ramas y procesos con alta capacidad de generación de valor añadido en virtud, exclusivamente, de su alto componente informacional.
Por otro lado, la posibilidad de fragmentación, la búsqueda permanente de economías de integración mejor que las de escala, la universalidad de los medios de tratamiento de la información y la homogeneización y economía de códigos que permite la producción pre programada y la multiplicación de redes de comunicación modifican dos conceptos básicos sobre los cuales se sostiene cualquier sistema productivo: el tiempo y el espacio. El primero deja de ser lineal en los nuevos procesos productivos capitalistas, lo que obliga a hacer un uso de los recursos diferente al típico de los procesos industriales tradicionales. La economía de procesos requiere nuevas fórmulas de economías de tiempo, de manera que es necesario replantear el uso de los factores (especialmente del trabajo) que ahora pueden usarse en condiciones menos intensivas pero mucho más eficientes. Por su lado, la lógica del espacio se modifica igualmente de manera radical, saltan por los aires las fronteras, la distancia deja de ser una limitación y los procesos se convierten en redes reticulares de base planetaria. El mundo como un todo es la nueva base de operaciones de los nuevos procesos productivos.
El cambio de la base tecnológica del sistema y la conforma¬ción de todo un nuevo orden productivo requería financiación privilegia¬da, la mayor libertad de actuación posible, nuevos espacios sociales de relocalización, libertad de movimientos y, sobre todo, las menores ataduras posibles con el régimen de uso de factores hasta entonces existente.
En el norte, la generación de un nuevo orden productivo, sostenido sobre la base de una tecnología cuya principal característica es la versatilidad, la fragmentabilidad y la extrema dispersibilidad no podía llevarse a cabo bajo las restricciones típicas del Estado bienestarista, burocratizado y generador de un régimen social al cual no se le pide otra contribución al orden productivo que no sea el consenso y la disciplina social. Y en los países del tercer mundo, se hacía al mismo tiempo preciso que se desmantelaran todas las barreras que podían impedir el uso de sus mercados de trabajo como yacimientos de mano de obra barata, que sus recursos se involucrasen de forma indeleble con la nueva lógica de los flujos internacionales, que sus mercados de capital se abrieran de par en par a las riadas de activos financieros que el endeudamiento generalizado había ido liberando y los de mercancías a la sobreproducción del norte.
De ahí, que la generalización de los nuevos espacios productivos, la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y, en general, la consolidación del nuevo régimen de producción capitalista como el que estamos viviendo demandara y demande la desaparición de restricciones al intercambio, la mayor flexibilidad institucional, la plena movilidad y, en fin, la consolidación de un único espacio económico en donde capital y recursos puedan fluir con la mayor libertad.
Todo ello iba a estar necesariamente acompañado de una nueva forma de regular los macroprocesos.
La estrategia de endeudamiento generalizado, la crisis de las relaciones y de las instituciones monetarias internacionales, la crisis industrial, la pérdida de consenso social, el agotamiento de los mercados, fenómenos todos que estallaron simultáneamente a lo largo de los años ochenta hicieron inservi¬bles los modelos de regulación de tipo keynesiano de la época anterior, al mismo tiempo que exigían nuevos principios y nuevas estrategias de regulación y de gobierno.
Se modifica así la lógica de la intervención pública en la economía para procurar el contexto que favorezca más fácilmente el desarrollo de los procesos de transformación. De ahí el cambio de la estrategia fiscal, la flexibilización de las relaciones laborales, la desregulación, la reversión al ámbito privado de actividades rentables bajo dominio público, la modificación de marcos legales, etc. Todo lo cual, que podría incluirse dentro de las que se han denominado "políticas de ajuste" no va a significar que el capital renuncie al impulso gubernamental en la economía, sino que éste se lleve a cabo en otra dirección, con otra ética, la exclusiva del beneficio privado. Eso implica principalmente una nueva pauta redistributiva, ahora desentendida del pacto de rentas anterior, para poder favorecer la recuperación del beneficio y de la inversión privada sobre los cuales se hace descansar el impulso principal de la costosa reconversión del aparato productivo.
La consecución de tales objetivos requería también una regulación macroeconómica más ágil, menos dependiente de restricciones institucionales y centrada preferentemente en los nuevos cuellos de botella de las economías: las tensiones inflacionistas y la inestabilidad monetaria. Eso permitió y justificó que la política monetaria
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