Cartas sobre la Danza y sobre los Ballets.
Enviado por Anayansi Mtz • 10 de Abril de 2016 • Ensayo • 2.217 Palabras (9 Páginas) • 1.446 Visitas
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO[pic 1][pic 2]
Facultad de Bellas Artes
Artes escénicas
Danza Contemporánea
4° Semestre
Ensayo
CARTAS SOBRE LA DANZA Y SOBRE LOS BALLETS–
JEAN GEORGES NOVERRE
Anayansi Donnají Martínez Aguilar
2 de Marzo de 2016
Introducción
Las siguientes líneas tienen como fin la exposición de ideas (no precisamente en orden cronológico o enlistado) del recordado coreógrafo francés Jean Noverre, junto a las reflexiones que una servidora con experiencia en la danza puede llegar a compartir; es importante tener en cuenta este punto, ya que lo que usted leerá es a partir de la cultura adquirida de alguien que continúa construyéndose.
Jean Georges Noverre - Coreógrafo francés [pic 3]
Nació el 29 de abril de 1727 en París (Francia).
Contó como maestro con el famoso bailarín francés Louis Dupré y se reconoció como gran admirador de la mímica del actor inglés David Garrick.
Su debut tuvo lugar en 1743, y en 1755, Garrick le invitó a Londres. A partir de 1760 se convirtió en maestro de ballet en Sttutgart, Alemania, donde produjo su más famoso ballet Medea y Jasón (1763). Escribió Cartas sobre la danza y el ballet (1760).
Bajo el patrocinio de la reina María Antonieta de Francia, obtuvo en 1776 el cargo de director de la Ópera de París.
El Día Internacional de la Danza se instituyó en 1982 a propuesta del maestro ruso Piepor Gusev de Leningrado quien la presentó al Comité de la Danza del Instituto Internacional de Teatro como un homenaje a Noverre, nacido el 29 de abril.
Jean Georges Noverre falleció en Saint-Germain-en-Laye el 19 de octubre de 1810.
Sobre la Noverre y Danza…
Cuando escuché su nombre por vez primera yo no tenía conocimiento de él y varios compañeros en mi clase asintieron al reconocerlo. Me avergonzó un tanto.
Y entonces me enteré que se relacionó con el señor Garrick y me emocionó otro tanto, porque es este personaje protagonista de un poema de Juan de Dios Peza que por alguna razón está tatuado en mi memoria desde hace casi 10 años.
No creo que sea respetuoso de mi parte, es realmente admirable la pasión con la que el señor Noverre critica, destroza, crea e imagina los ballets, sin embargo al leer sus palabras no pude contener un par de sonrisas. Es verdaderamente intenso e incluso podría sentir un dejo de resentimiento hacia el propio ballet. Para Noverre, éste debe ser bello, de lo contrario no tiene finalidad.
Y con cierta razón sus palabras están llenas de ardor pasional que sólo los que dedican su vida al arte y son rechazados e incluso ignorados ocasionalmente pueden recitar. Si bien no fue recordado por sus grandes habilidades como ejecutante desde edad temprana, lo es por su tenacidad y búsqueda de armonía en los ballets equiparándolos a hermosas pinturas.
El maestro afirma que la Poesía, la Pintura y la Danza deben mimetizar perfectamente la naturaleza y en esto se basará siempre.
La naturaleza es sincera y así debe ser el arte. Conmovedor y cautivante.
“.. este arte ha quedado en la infancia sólo porque sus efectos han sido limitados a los de los fuegos artificiales.” [1]
Esto no quiere decir que se deba escatimar en el uso de efectos que puedan enriquecer la obra, sin embargo hay que saber equilibrar. El autor desea que se piense en el ballet y no sólo en ser vistos y/o entretener a la audiencia con mal gusto en escena.
Y es por enfocarse en la expresión que Noverre decide:
“Romper caretas horrendas, quemar pelucas ridículas, suprimir incómodos miriñaques, desterrar caderas aun más incómodas, substituir la rutina por el buen gusto; indicar un traje más noble, más verdadero y más pintoresco; exigir acción y movimiento en las escenas, alma y expresión en la danza…”[2].
La acción a la que tanto hace alusión el maestro es la naturalidad de reacciones que el ser humano tiene. Por ejemplo, el enojo y su expresión. La felicidad y como se dibuja esta en los rostros de los bienaventurados.
Por lo tanto no se confunda, amado lector, creyendo que Noverre era un perfeccionista cuadrado y ordenado en extremo. Incluso concibe la simetría perpetua como cosa aburrida y monótona. Si bien alude al orden, la pasión es la que debe reinar y ésta no siempre nos lleva por caminos rectos.
¿Por qué privar al espectador de lo más característico del hombre, de eso que nos distingue de otras especies (para bien o mal)?
La danza no es sólo técnica y “cabriolas”, no es seria a menos que el alma que la ejecuta lo sea. Es arrebatada, vehemente y nace como reflejo del interior: “Yo no preconizo el desorden y la confusión, al contrario, deseo que se encuentre la regularidad dentro de la misma irregularidad”[3] menciona el maestro francés.
Y eso es posible, lo vivimos todos los días. Hay poesía en la tragedia, melancolía o nostalgia. Hay belleza en los cuadros de Goya a pesar de sus siniestros temas e incluso en la muerte del héroe protagonista de las miles historias que existen.
Hablando de protagónicos, estos no deben ser la atención del maestro, según Noverre. Debe haber equilibrio entre el principal o principales y el resto de bailarines, comunión, acción y conocimiento de la cantidad adecuada de figurantes en escena (alusión al orden y la preconización de la regularidad dentro de la irregularidad)
“Creo firmemente… que le es fácil a un gran pintor o a un célebre maestro de ballets componer un poema o un drama en pintura o en danza, como a un excelente poeta componer un poema; pero si falta el genio, no se llegará a nada. No se pinta con las piernas y mientras que la cabeza de los bailarines no guíe a sus pies, éstos siempre seguirán una ruta extraviada, su ejecución será maquinal y se dibujarán a sí mismos con frialdad y mal gusto.”[4]
Ahora bien, Noverre toca un tema perfecto y es el ego. ¿Qué sucede con el aprendiz de un maestro que cree que su técnica es lo mejor y último que existe? ¿Qué sucede con las habilidades que se pueden desarrollar si se frustran en contra de lo distinto y ajeno?
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